El amor es un fenómeno cósmico lleno de misterio, surge tan imprevisiblemente como el relámpago, el trueno o la tormenta. El día se hundía con suavidad entre las tinieblas.
Luego, la noche bordada de árboles azules sostenía a la luna. Vamos envejeciendo lentamente, aburridamente, mirando televisión. De vez en cuando se oía cómo los aviones cruzan el cielo, y sentía ganas de viajar, como en mis remotos tiempos.
Nubosidad: las nubes se desparraman sobre la luna, cubriéndola parcialmente. Y así, por partes, nos morimos un poco todos los días, y enterramos nuestras esperanzas y entusiasmos. La vida se vuelve triste, inmensamente triste, en noches como éstas cuando nos hallamos solas, lejos de los amigos, en medio de la más absoluta soledad.
Hay personas que han nacido para vivir solas, sin las voces de la gente, de la gente que se roza para lastimarse o para imponernos por la fuerza su despotismo. Al romper el alba, mi calle se ha poblado de hombres que abandonan sus hogares para ir a trabajar en fábricas u oficinas. Al atardecer todos estos hombres regresan a sus hogares para descansar un poco y repetir la rutina al día siguiente, preocupados o resentidos, moviéndose en círculo como en una inmensa noria colectiva.
La vida puede ser triste, inmensamente triste, cuando nos hallamos de repente sin trabajo o cuando nos encontramos sin un querer y sin sentido de seguir viviendo. Hubo otros años llenos de elán vital, pero tal vez hemos construido nuestra felicidad sobre la arena. Fuimos tropezando con obstáculos que sembró el egoísmo, el amor propio, la insensatez.
El ser humano ha de sostenerse en algo sentimental para poder vivir, y de este algo ya sólo quedan ruinas acumuladas. Cada vez que el hombre intenta realizar el cielo en la Tierra, obtiene el infierno y ahora, de cara a mis propias experiencias vividas, creo que sólo rige un criterio: hay que buscar lo humano entre los hombres.
Según Shakespeare, el gran dramaturgo inglés y el más grande especialista en el amor (aunque destructor de ilusiones), la pregunta de matar o no matar se convierte en la de ?ser o no ser?.
Y en lo político, no cabe duda que la democracia es la mejor de todas las malas posibilidades, de una Europa sin muros. En el remoto tiempo, la esencia del amor, los conflictos y las relaciones de los caracteres humanos fueron para Shakespeare más importantes que las referencias a la actualidad.
En la actualidad, la violencia desintegra a la persona, la desequilibra irreparablemente, y abundan los sistemas e ideologías donde la justicia ha desaparecido y la maldad de los extremos políticos tiene el mismo rostro. ?Pero la fe nos abriga?.