Vida

VIDA BREVE: De país a país

De país a país, de continente a otro, y de un siglo a otro siglo, he conocido a muchas personas famosas felices. Todos llevaban una especie de cruz, innumerables cosas que les entristecían o dolencias físicas que les afligían, además de problemas económicos o personales, como los alcohólicos, drogad

A veces me pregunto ¿dónde está la normalidad con tanta gente apta para las clínicas psiquiátricas, con tanta mujer histérica y hombres neurasténicos? Parece que la felicidad sólo es una pausa entre dos desdichas. Todo depende de nuestra fe y de nuestra capacidad de sufrimiento.

Cómodamente instalada en mi casita de Antigua, entre viejas iglesias en ruinas, y en lo alto de algunas torres campanas de bronce, gozo de la paz de la naturaleza que me rodea, allí donde la ciudad ha terminado y comienzan ?los jardines antigüeños?. En la chimenea de la casita aún hay troncos sin quemarse. La refrigeradora conserva algunos víveres y un gato consume los restos de un pollo.

Parecería que todo va bien. Me conforme con los dones que Dios me ha otorgado. Tomo la pluma y comienzo a recordar. ?Hubo una vez una familia feliz. Eramos tres, los padres y yo, ahora me he quedado sola, pero con Dios?. Intento de reelaborar nuestra historia para una pequeña miniautobiografía.

Sin el pasado no se puede comprender el presente, por eso trato de recordar. Surge el rostro de ancianos, que no siempre ha sido así. Escucho en mi propia voz un monólogo de recuerdos de la soledad, de una joven mujer enamorada, esperando al que no llega o llega tarde o viene cargando su propio mundo con pelo erizado, apesadumbrado y perturbado por sus propios problemas.

Paralelamente el mundo se complica por conflictos. Existe una fuerte interacción del mundo de afuera con el de adentro, una relación dual o de intercambio bien conocida por la Psicología. Unas personas se identifican con el espíritu, otras con el dinero.

El dinero se queda -y no se sabe a quién- y el espíritu va al ?más allá? si es benigno, si podemos influir sobre la espiritualidad que a todos nos ha sido dada. Hay quien tiene miedo de ser bueno; hay quien no sabe luchar contra el ambiente; hay quien no logra distinguir o comprender qué es lo comprensible y qué lo incomprensible de su angustia.

Es difícil vivir si no hay ?puentes? de comunicación. Cuando los seres humanos, si quieren algo realmente con suficiente intensidad, también admiten sus riesgos. Riesgos de parar en un infierno durante la vida y no después de la muerte.

En el fondo se tiene la convicción de que realizar nuestra voluntad es bueno, a largo plazo es mejor la voluntad divina. De alguna forma, tras haber solucionado un problema, surge otro, y lo nuestro es vencer todo tipo de obstáculos con la ayuda de Dios.

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