La segunda es la fase faríngea, que involucra el reflejo de tragar, en la cual se activa y se produce un paro momentáneo de la respiración —de 1 a 3.5 segundos—, con el fin de proteger las vías respiratorias. La tercera es la esofágica, el último paso de la deglución, en donde el esfínter esofágico superior se relaja y permite el paso de alimentos y líquidos.
La disfagia aparece por la interrupción de estas fases, específicamente en la actividad normal de los músculos especializados en masticar y tragar o deglutir. Este problema llega a distorsionar el área neurológica que coordina los movimientos y sensaciones de la deglución, e impide la secuencia coordinada de este reflejo.
Los síntomas son: dolor al tragar, tos durante y después de la ingesta de alimentos y pérdida de peso, debido a la limitada motivación para comer o beber.
Aunque no existe cura para esta afección, los expertos recomiendan tomarse el tiempo adecuado para ingerir los alimentos. En algunos casos, la opción más viable y definitiva es la cirugía.
Con información de Marta Elisa
Enríquez de Ketter,
martaelisadeketter@gmail.com