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“Ha sido un boom esto. Tratar de divertir es lo que más me importa”, dice desde su casa en Monterrey, unos 900 kilómetros al norte de Ciudad de México, en diálogo con la agencia de noticias dpa.
La clave de su éxito, más que las recetas, son su simpatía y espontaneidad. Viudo, padre de tres hijas y abuelo de seis nietos, desde su cocina prepara platillos como carne seca, chiles rellenos de camarón, queso asado, guiso de salchicha y hotcakes “mágicos”.
“Wow, miren qué bonito quedó. Este lo vamos a colocar aquí y se va a llamar Margarita”, dice en un video al terminar de cocinar un hotcake con nuez, amaranto, hojuelas de almendra, chía y pasas de uvas. A otro lo bautiza como Fulgencio.
En los alegres videos, salpicados de emoticonos, se escucha detrás de cámara la voz de su hija menor, Verónica Elizondo, que interactúa con él mientras cocina o bailotea en las grabaciones.
Elizondo fue un emprendedor toda su vida. Tuvo una empresa de transporte de carga y luego una dedicada a la electrificación de casas en construcción.
Ya jubilado, cuando se casaron sus hijas se metió a trabajar de empacador en las cajas de un supermercado para entretenerse con otras personas mayores que, de esa forma, pueden ganar unos pesos al mismo tiempo que pasan sus horas en compañía de otros.
Pero llegó el coronavirus. Y los ancianos fueron enviados a resguardarse en sus casas por ser población de riesgo en caso de contraer el virus. De pronto, él se encontró sin nada que hacer.”Como soy muy activo en un rato ya había limpiado toda la casa.
Mi hija un día me vio y me dijo que ya me estaba dando el ‘viejazo’ (la vejez), así que me propuso con mi nieto la idea del canal”, contó Elizondo.Sus nietos siempre le dijeron Tito. De ahí surgió su nombre artístico.
La docena de videos que subió hasta ahora, la mayoría de cocina y algunos para festejar el éxito de su canal, tienen más de 1,4 millones de vistas.
“A él le gusta vivir la vida, bien a gusto. Desde que yo era chiquita recuerdo que le gustaba mucho hacer feliz a la gente”, dijo a dpa su hija Verónica, de 47 años.
Ahora todas las hijas y los nietos lo ayudan a despachar los productos a los clientes.
Ante tanto éxito, Elizondo todavía no sabe qué hará después después del coronavirus: “Lo que venga. Como se vayan dando las cosas. No me interesa mucho crecer, me importa divertirme”.