Según el doctor Marco Antonio To, quien dirige el posgrado en Seguridad Informática de la Universidad Galileo, las nubes son plataformas compuestas de servidores con gran capacidad de almacenamiento, gracias a extensas memorias de acceso aleatorio (RAM) y unidades centrales de procesamiento (CPU).
El también ingeniero en Electrónica Informática y Ciencias de la Comunicación ejemplifica que estas se asemejan a “grandes computadoras masivas con un componente de comunicación” y sus recursos informáticos a gran escala tienen presencia en distintos centros de datos (o data centers).
Marco Antonio narra que las nubes surgieron debido al incremento de datos en la era digital, específicamente después del lanzamiento del iPhone de Apple en 2007.
Luego de su producción se impulsaron las aplicaciones móviles; una vez surgieron más de estas, “las empresas se vieron obligadas a manejar grandes volúmenes de datos”, completa Toc.
Dicho acontecimiento propició que imágenes, contactos, documentos de texto, hojas de cálculo, vídeos y otro sinfín de archivos lograran ser almacenados no en una unidad física, sino en un espacio virtual que puede contemplar espacio para unos cuantos gigabytes hasta los denominados zettabits.
Alejandro Flores Feriño, especialista en Tecnología de Información y director de la empresa KIO Networks -compañía tecnológica con presencia en distintos países, entre ellos, Guatemala- coincide con lo dicho por Marco Antonio y agrega que la información dentro de los aplicativos de las nubes informativas ha crecido y seguirá haciéndolo.
“Hoy las empresas y los mismos ciudadanos nos hemos vuelto solicitantes de más espacio virtual porque el físico a veces resulta insuficiente, así como poco viable económicamente”, comenta.
La importancia de las nubes se debe a que las personas generan cada vez más información de sistemas, y esta no tienen que radicar obligatoriamente en un dispositivo de cómputo como discos duros externos, dice Flores.
Su finalidad se relaciona también con la flexibilidad que tienen, ya que se puede acceder a ellas desde cualquier dispositivo tecnológico.
Variantes y funcionalidad
Los especialistas consultados explican que hay dos principales tipos de nubes: las privadas y las públicas. Las primeras corresponden a un servicio específico a ciertos usuarios dentro de una misma red, que es propiciada por distintas empresas. Se les conoce como nubes internas o corporativas.
Por otro lado, las públicas permiten que muchos usuarios accedan a su información desde un mismo servidor. A diferencia de las privadas, en estas no se tiene el control estricto de quienes están dentro de la misma plataforma virtual.
Google Drive, Dropbox, iCloud, MEGA, Box, Amazon Cloud Drive son algunos de los servicios de nubes más populares. Se caracterizan por presentar opciones gratuitas y de forma pagada.
Otro tipo de nube que se ha popularizado es la de tipo híbrida. El director de KIO Networks explica que se trata de una “comunión” entre la privada y la pública donde se encuentra la mayoría de volumen de datos transaccionados del mundo.
Este es un formato mixto donde la nube privada se complementa a la pública y en el que ambas trabajan con una misma eficiencia, pero en tiempos distintos; indica Alejandro.
De acuerdo con el especialista, la funcionalidad de las nubes responde a la necesidad que los clientes puedan tener. “Siempre es un buen momento para adquirirlas. La decisión tiene que ver con el lugar dónde se quieran tener los datos”, agrega.
Marco Antonio To infiere que la necesidad de los servicios de nube se ha integrado a nuestros días. “Desde que alguien decide crear un usuario en cualquier sitio, este ya se encuentra en una nube”, dice.
El especialista de la Universidad Galileo explica que la presencia en redes sociales también implica formar parte del entramado de información virtual de las empresas. No obstante, esto supone que los usuarios estén al tanto de la seguridad de los distintos servicios o plataformas.
Seguridad
To recomienda que previo a la adquisición de una plataforma de esta índole, las personas hagan una comparación entre los distintos servicios valorando qué se desea y cuánto se puede invertir. Asimismo, sugiere leer reseñas de los sitios, y, sobre todo, conocer las políticas de seguridad.
Marco Antonio dice que, si se trata de una red social, se debe prestar atención con la información que será cargada y publicada, ya que todo se vuelve público y el hecho de borrar algo no implica que desaparezca de los servidores de la empresa virtual.
Cuando se habla de nubes -por correo electrónico, almacenamiento o web-hosting de una página- se debe prestar atención a los estándares de seguridad, así como el manejo y aseguramiento de tránsito de datos que dan las empresas.
El especialista de la Universidad Galileo explica que las empresas pueden tomar “pedazos” de bases de datos que pueden comprometer la información de los usuarios. Por esta razón, es recomendable revisar si las cuentas vinculadas fueron comprometidas.
Para lograrlo sugiere cambiar las contraseñas en períodos de entre tres y seis meses. Las claves pueden ser de ocho caracteres con una mezcla de mayúsculas, números o signos, y que no tenga un significado específico.
Otra opción para asegurar que las cuentas no han sido comprometidas es verificándolo luego de escribir el correo electrónico en el sitio haveibeenpowned.com.