TECNOLOGÍA

Quetzal-2: Cómo será el nuevo satélite guatemalteco construido por jóvenes y docentes universitarios de la UVG

El nuevo CubeSat se distinguirá por un tamaño alargado y porque el 80% de su construcción se realizará en Guatemala.

Para la primera fase del Quetzal-2 se contará con el trabajo de 28 estudiantes de la Universidad del Valle de Guatemala y 7 miembros del cuerpo docente de la casa de estudios. (Foto Prensa Libre: Alejandro Ortiz López)

En marzo de 2020, Guatemala fijó una marca histórica tras el lanzamiento del CubeSat Quetzal-1, el primer nanosatélite diseñado y ensamblado en el país. Con el viaje que realizó el pequeño artefacto más allá de la atmósfera, el rumbo de las innovaciones científicas locales resultó más prometedor, a pesar del fallo que provocó el término de la misión del satélite en 2021.

Aunque la misión del Quetzal-1 concluyó 211 días después de su lanzamiento, los frutos de aquel viaje siguen aportando a los estudios científicos locales, ya que los datos que logró recopilar —traducidos a un promedio de 84 mil paquetes de información— han sido integrados a 15 cursos de la Universidad del Valle de Guatemala (UVG), institución donde fue ideado el CubeSat en 2014.

A cuatro años del lanzamiento del satélite y una década después de haberse concebido, un grupo de docentes y alumnos de la UVG se encuentra desarrollando la nueva versión del nanosatélite, que llevará por nombre Quetzal-2.

"A partir de esa información también podríamos obtener datos interesantes sobre la órbita, la cantidad de energía que está generando o cuánto tiempo tardó en estabilizarse el satélite", comparte Cecilia Marsicovetere, integrante del equipo desarrollador y encargada del Makerspace D-Hive, un laboratorio de la universidad donde se pueden materializar objetos a través de técnicas de diseño o impresión en 3D.

Marsicovetere, quien formó parte del primer equipo que ideó el CubeSat, señala que las lecciones para esta nueva misión resultaron más claras. Según la también egresada de la UVG, actualmente la ruta de construcción del Quetzal-2 está planteada para hacerse en un periodo de entre 3 y 5 años, poco menos que la elaboración del primer satélite, la cual tardó 7 años.

"Es cierto que hubo errores de comunicación interna en el Quetzal-1, pero también fue un proyecto exitoso por lo que logramos hacer. Estamos buscando una mejora continua", comparte la investigadora.

El satélite a construir también se distinguirá por una doble longitud. Su tipo es un CubeSat 2U, lo que quiere decir que está formado por dos unidades, equivalentes a dos cubos, o dos veces el Quetzal-1 a lo largo. De acuerdo con Héctor Gómez, docente del Departamento de Ingeniería Mecánica y miembro del comité coordinador del nuevo satelite, la dimensión del nuevo artefacto permitirá más espacio para integrar distintos módulos.

"Mientras que el satélite sea más grande, podemos tener un poco más de espacio para cambiar los diseños. Uno de estos nuevos módulos que vamos a probar es el de desorbitamiento del satélite", comparte Gómez. Según explica el ingeniero, este sistema permitirá que el satélite pueda desintegrarse de forma más rápida al estar cerca de la atmósfera.

Un muestra de cómo se verá el CubeSat Quetzal-2. (Foto Prensa Libre: Cortesía José Bagur)

Se estima que el Quetzal-2 esté formado por más de 1 mil 300 piezas. Por otro lado, se espera que un 80% del producto final sea construido en los laboratorios de la UVG, incluyendo la computadora determinante para la operación del artefacto y el sistema de desorbitamiento.

"Queremos seguir la línea de construir la mayor cantidad de partes que se puedan integrar desde acá", señala José Bagur, también miembro del equipo y coordinador del Laboratorio Aeroespacial.

El investigador comparte que para la construcción del primer satélite se desarrollaron en la universidad: el sistema que proveía y controlaba la energía suministrada a los demás sistemas, el mecanismo para estabilizar el satélite, el módulo para el despliegue de antenas, la estructura del satélite y la carga útil del mismo.

Para que el Quetzal-2 sea una realidad, el equipo estima que se requiere una inversión de aproximadamente US$300 mil (dólares). De acuerdo con los desarrolladores, gran parte de los costos tienen que ver con pruebas del satélite en laboratorio, así como también el traslado del mismo al espacio. Ambos hechos ocurrirán fuera de Guatemala.

El proyecto del Quetzal-2 es dirigido por un comité de docentes e investigadores del departamento de ingeniería mecánica de la UVG. El Dr. Luis Zea apoyará como asesor externo voluntario.

En 2022, el equipo detrás del satélite Quetzal recibió una dotación de US$7 mil 500 (dólares) a través del CubeSat Delivery Price de la Universidad Estatal de Arizona, una plataforma que apoya iniciativas cooperativas, inclusivas e innovadoras desde la construcción de CubeSats. De acuerdo con el equipo de la UVG, el dinero que recibieron de esta premiación será destinado para los costos en el extranjero.

Actualmente el proyecto se encuentra en una fase inicial, ya que las primeras reuniones comenzaron el pasado 7 de agosto. Además de los siete coordinadores, la propuesta también sumará el trabajo de 28 estudiantes de las carreras de ingeniería mecánica, mecánica industrial, mecatrónica, electrónica y computación.

De momento, los estudiantes se han organizado por comisiones y cada una es representada por un líder. "Los estudiantes que participan no son de una única carrera. Es un proyecto multidisciplinario", dice Gustavo Barrera, Director del Departamento de Ingeniería Mecánica.

Para que los alumnos pudieran integrarse al equipo, se realizó una convocatoria durante el primer trimestre del 2024 a la cual aplicaron 50 jóvenes. Entre los criterios de selección se destacaron las cartas de motivación de los estudiantes, así como habilidades específicas que manejaran y un buen récord académico.

Cómo será el nuevo satélite guatemalteco construido por jóvenes y formadores universitarios de la UVG
Estudiantes de cinco carreras universitarias son parte de la primera fase de desarrollo del satélite Quetzal-2. (Foto Prensa Libre: Alejandro Ortiz López)

Jimena Urizar, de 22 años y estudiante de ingeniería mecánica, comparte que su decisión por colaborar en el proyecto se basó en el deseo por aprender a desarrollar estructuras. Desde el primer semestre de su carrera ha participado de trabajos en laboratorio, y de esa cuenta se interesó más por el diseño y el análisis estructural.

El estudiante de ingeniería mecatrónica Mario Bethancourt de 20 años comparte que su involucramiento responde al interés que siempre ha tenido por el campo aeroespacial. El joven destaca que la naturaleza interdisciplinaria del proyecto podrá aportarle a su comprensión del funcionamiento de estructuras que van al espacio exterior.

Por otro lado, Jimena Urizar sugiere que el proyecto Quetzal-2, le aportará en su entendimiento de los proyectos colectivos: "Trabajar en grupo es un reto porque nos lleva a dedicarle tiempo y ponernos metas juntos", comparte.

Bethancourt añade que el trabajo grupal le ha permitido conocer a otros estudiantes, así como también ha tenido la oportunidad de pensar las formas de relacionamiento en los proyectos científicos. "Creo que es muy importante para este tipo de proyectos comunicar las necesidades que hay entre un común, entre un grupo y otro", señala.

Además de esto, los estudiantes comparten que al involucrarse en la iniciativa tendrán más claridad sobre cómo aplicar contenidos teóricos que incluso aún no han recibido en clase. "Estamos adelantando y esto nos ayuda a entender, estudiar y leer mucho por nuestra cuenta", concluye Jimena Urizar.

ESCRITO POR:

Alejandro Ortiz

Periodista de Prensa Libre especializado en temas sobre cultura y bienestar, con 5 años de experiencia.