Casos tecnológicos que han detonado en los últimos dos años como el avance de la debatida Inteligencia Artificial, así como el aumento de la conectividad que nos implica preservar la atención frente a los dispositivos, ya sea de forma presencial o a distancia, han terminado por moldear nuestras historias de vida indistintamente de la edad o el posicionamiento geográfico.
No sería arriesgado decir que, quienes tenemos acceso constante a internet, somos a este punto del mundo, identidades definidas por los múltiples algoritmos digitales.
No obstante, aunque el avance tecnológico nos ha llevado a coexistir en un universo híbrido, es necesario reflexionar sobre el lugar que ocupan los valores en la realidad y en la web. Frente a este hecho ineludible, resultaría necesario explorar conceptos como el de la ciudadanía digital.
De acuerdo con datos publicados por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), los ciudadanos digitales son aquellos que comprenden el funcionamiento y los principios que rigen el entorno digital, así como los que analizan el lugar y el papel que las tecnologías ocupan en la sociedad.
La Unesco también sugiere que las personas adscritas a la ciudadanía digital toman muy en cuenta la incidencia tecnológica en la vida cotidiana, entienden su rol en la construcción de conocimiento y logran utilizar esto para la participación.
Se trata, sobre todo, de un conjunto de “competencias que permite a las personas acceder, comprender, analizar, producir y utilizar el entorno digital, de manera crítica, ética y creativa“.
Miguel Ángel Mendoza, investigador de seguridad en la compañía de software ESET, anota que el concepto de ciudadanía digital va cambiando, y atiende a las distintas “responsabilidades, derechos u obligaciones de un usuario en el ámbito digital”.
El especialista también señala que el acceso a los recursos digitales de toda persona con una huella digital (término que hace referencia a quienes han construido parte de su vida mediante interacciones tecnológicas), implica un uso consciente alrededor de la seguridad y el comportamiento responsable en la web.
“Reconocernos ciudadanos digitales va de la mano con entender que hay conductas buenas o malas dentro del uso de Internet. Hablamos de una convivencia social o digital, y cuando se transgreden conductas consensuadas, pueden haber consecuencias en ciertas legislaciones“, explica Mendoza.
¿Qué significa ser un ciudadano digital?
A consideración del ingeniero Luis Furlán, Director del Centro de Estudios de Informática Aplicada de la Universidad del Valle de Guatemala, los ciudadanos digitales podrían ser aquellos que poseen habilidades, conocimientos y valores necesarios para comunicarse y participar de forma segura, responsable y afectiva en el mundo digital.
“En realidad no es más que lo que siempre se ha entendido por ser un buen ciudadano, y cómo se comporta este en diferentes ámbitos. También en la virtualidad debe haber respeto y empatía, y mantener un comportamiento ético y responsable“, señala el ingeniero.
Por otro lado, Miguel Ángel Mendoza recuerda que muchas veces “pensamos que lo que hacemos en Internet se queda allí, pero pueden existir consecuencias en el ámbito físico”. Es ante esta situación que surge la necesidad de las legislaciones virtuales.
Según ejemplifica el investigador de ESET, en medida que las comunidades de redes sociales han desarrollado sus términos de uso, estas han procurado legislaciones que engloban buenas prácticas, así como lo que es válido dentro de la plataforma y lo que llega a ser un “ciberdelito”.
Aunque esto supondría una mejor convivencia en la red, el ingeniero Luis Furlán explica que la implementación no siempre es garantizada a nivel país, ya que no todos los países cuentan con leyes rigurosas que atiendan el comportamiento virtual.
“Ha sido un debate si debe reglamentarse el uso en internet, ya que hay países donde se ha llegado a la censura. Creo que la normalización del uso dependerá mucho de la educación de la sociedad. Lamentablemente en nuestro país esto es un problema porque el nivel educativo es bajo. Se ha demostrado que en países avanzados hay más control sobre este tema. Esa sería la forma ideal de regular la ciudadanía digital“, explica Furlán.
En Guatemala la regulación de este tema podría ser más compleja tomando en cuenta que un aproximado menor al 30% de la población cuenta con acceso a internet, según el censo poblacional realizado en 2018 por el Instituto Nacional de Estadística.
Cuál es la importancia de la ciudadanía digital
Según apunta la Unesco, uno de los principales aportes de la ciudadanía digital tiene que ver con la inclusión de las personas a partir de la conectividad. Esto ayudaría a prevenir las denominadas brechas digitales. “Una utilización limitada de las tecnologías es hoy la nueva forma de exclusión”, ha apuntado la organización internacional.
Aunado a lo anterior se puede hablar también sobre una construcción democrática a partir de la web. Dice la Unesco que “saber analizar y evaluar contenidos que circulan en internet, permite seleccionar y utilizar información confiable para tomar decisiones fundamentadas” en las sociedades.
Además del conocimiento que implica, también puede hablarse de una senda para reducir los delitos cibernéticos, en medida que se tome consciencia sobre los riesgos psicológicos y financieros de internet.
Temas como la privacidad, el discurso de odio, la discriminación, el ciberacoso, o el acoso sexual pueden ser reflexionados y prevenidos a partir de un diálogo conjunto en internet facultado por la convivencia de la ciudadanía digital.