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No tiene sentido evitar que los niños jueguen con dispositivos electrónicos ni tampoco impedir que cuando sean mayores tengan un celular, ya que estos aparatos son parte de la realidad que tienen que conocer y que día a día toma más fuerza en la sociedad, afirma Helen Castillo, psicóloga infantil. Por ello, el esfuerzo de los padres y educadores debe ser orientado al tipo de juego y horarios en los que se utiliza.
La Asociación Pediátrica Americana, APP, por sus siglas en inglés, recomienda que entre los 2 y 5 años los padres de familia den prioridad a los juegos que no involucren algún aparato tecnológico. Pero, de ser necesario, los pequeños podrían pasar no más de dos horas delante de la televisión al día. Entre los 6 y 18 años, considerada la edad escolar y adolescencia, es aconsejable buscar un equilibrio entre la vida digital y las actividades al margen de la tecnología. Es importante que desde pequeños se marquen límites y normas en el hogar para que la convivencia sea positiva.
El lado positivo
Para Castillo los videojuegos no son “el enemigo” y no hay que percibirlos como algo negativo para el desarrollo de la niñez. Todo depende del tipo de juego, ya que existen algunos que por su contenido fomentan la violencia, pero hay otros que fortalecen las habilidades mentales, porque a través de la ciencia, matemática o ejercicios de memoria divierten a los pequeños.
Los juegos de estrategia, en donde se tienen que crear planes o buscar diferentes formas para llegar al objetivo motivan el pensamiento lógico de los niños. Estimulan el cerebro para buscar soluciones rápidas que los lleven a alcanzar la recompensa y potencian la capacidad de concentración.
“Existen otros que fomentan el movimiento y evitan que los niños estén todo el tiempo sentados. Hay algunos de deportes o de baile que estimulan las habilidades motrices e incitan a practicar la memoria, porque además de la coordinación de manos y pies, hay que recordarse de los pasos de baile para ganar”, dice la profesional.
Los videojuegos también poder ser una buena herramienta para que los infantes aprendan jugando, pueden ser utilizados como refuerzo para alguna materia. Además, al jugar junto a un adulto puede crear un vínculo más cercano con el pequeño y mejor comunicación, según Andrea Gutiérrez, pedagoga.
Las consecuencias
Las profesionales explican que el problema con los videojuegos aparece cuando su uso resulta excesivo, pudiendo llegar a ser adictivo, sobre todo con los que se juegan en línea ya que no se interrumpen y tienen el potencial de convertirse en una actividad a tiempo completo.
Cuando esto sucede, se asocia a la aparición de problemas de atención, que se pueden extender hasta la adultez debido a una mayor exposición a hormonas del estrés. También se relaciona con el aumento de niños y jóvenes con Trastorno de Atención e Hiperactividad. El déficit de atención tiene repercusiones negativas en el rendimiento académico. Un estudio del 2017 llamado Cummings y Vandewater acerca de los efectos de los videojuegos explica que los usuarios leen 30% menos que los que no son jugadores constantes.
Además, estos juegos alejan a los niños de la interacción con otras personas porque lo único que les interesa es estar frente a la pantalla y que no los interrumpan. Cuando no se tiene un horario establecido también repercute en el tiempo que los pequeños deberían invertir en otras actividades, ya sea interactivas académicas o con niños de su edad y les genera un aislamiento social. Por ello, los padres de familia podrían notar bajo rendimiento en la escuela.
El Journal of Applied Social Psychology publicó un estudio en el que indica que la frecuencia cardiaca de los usuarios era mayor ante un videojuego violento. También señala que quienes tienen esta interacción a edades tempranas están más propensos a poseer una peor salud mental y un comportamiento agresivo, que pueden durar hasta la adultez temprana.
¿Cómo establecer límites?
Debido a que no es conveniente prohibir a los niños que se diviertan con los videojuegos, es importante establecer normas claras y consistentes para su uso para evitar el exceso. La pedagoga Andrea Gutiérrez comparte algunas recomendaciones:
- Permitir los videojuegos únicamente cuando el niño haya terminado sus responsabilidades, ya sea actividades académicas o tareas domésticas. Antes de jugar revise la calidad de estas tareas para que el juego sea tomado como un privilegio que se gana.
- Establecer horarios claros. La Asociación Pediátrica Americana recomienda que en horario escolar sean máximo 60 minutos al día y 2 horas en días no escolares. Lo ideal sería que el tiempo no exceda de una hora frente a la pantalla.
- Reevalúe sus reglas constantemente. Establezca un horario y reglas, y llévelo a cabo durante dos meses. Luego evalúe si funciona y su hijo se ha adecuado a él.
- Consecuencias por romper las reglas. Debe tener claro cuál será el resultado y las acciones que hará si el niño viola las reglas. Las consecuencias deben ser aplicables inmediatamente, como prohibir el uso de videojuegos durante varios días o no permitir una acción que sea del agrado del pequeño.
- Conozca el contenido de los juegos. Además de establecer reglas para los horarios, también puede hacerlo respecto al contenido y tipo de videojuego. Pregúntele directamente a su hijo el tipo de juego al que ingresa, vea cómo juega o revise los navegadores web. Evite los que tengan violencia extrema o contenido sexual.