Los corrillos de la industria echan humo con este tema, especialmente tras la polémica en el último festival de Cannes cuando dos cintas de Netflix, Okja de Bong Joon Ho y The Meyerowitz Stories de Noah Baumbach, formaron parte de la competición oficial.
Posteriormente, el certamen se vio forzado a modificar sus reglas para que al año que viene las películas que luchen por la Palma de Oro deban ser estrenadas en pantalla grande.
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Ante este asunto que podría alterar el esquema tradicional de distribución y producción fílmica, parece que los tótems de la industria se ven obligados a posicionarse a favor o en contra de Netflix y del poder de su músculo financiero.
Así, el realizador Christopher Nolan, que estrena esta semana Dunkirk y que aboga por lo excepcional de la pantalla grande, dijo en una entrevista reciente con el medio especializado Indiewire que Netflix tiene una “extraña aversión” a apoyar los estrenos en cines y cargó contra la “política sin sentido” de hacer coincidir los lanzamientos en “streaming” (emisión en línea) y en salas.
Pero en el bando contrario tampoco faltan voces de peso como la del director Martin Scorsese, que ha reunido a Robert De Niro y Al Pacino para su cinta The Irishman producida por Netflix y que contará con un presupuesto estimado de unos 100 millones de dólares.
Con este telón de fondo, el director David Ayer y el actor Will Smith tomaron partido hoy en el debate durante la rueda de prensa sobre Bright, que se estrenará en diciembre y que según algunas estimaciones ha costado también cerca de 100 millones de dólares.
“Tengo una hija de 16 años, una de 19 y otra de 25, por lo que sus hábitos como espectadoras son casi antropológicos (…). Todavía van al cine las noches del viernes y el sábado, pero ven Netflix toda la semana. Son dos experiencias completamente diferentes”, argumentó Smith.
Por su parte, Ayer destacó la “libertad creativa” y el respaldo con el que contó para hacer posible Bright, una libertad que, en su opinión, quizá habría sido más difícil de lograr en un estudio tradicional.
Así, el realizador aseguró que con este proyecto tenía la “sensación” de estar haciendo algo “diferente” y “especial” y subrayó la confianza que le dieron desde Netflix.
Y Smith afiló esta idea indicando que la principal diferencia de la plataforma digital es que su sistema de suscripciones les permite asumir mayores riesgos.
“Netflix puede hacer una película dura de calificación R (solo para adultos o menores acompañados) por 170 millones. Los estudios no pueden hacer eso si sus ejecutivos quieren estar trabajando el siguiente lunes (…). Cuando haces una cinta tan cara tienes que ampliar tu público, lo que significa que tiene que ser PG-13 (con material sensible, pero permitido a menores)”, afirmó.