Pero los emojis no son la única forma en la que muchas personas han buscado alternativas para comunicarse, pues las imágenes y videos también han sustituido a las letras y párrafos.
Vea Instagram o Snapchat. Si no sabe muy bien cómo funcionan, busque al milenial más cercano y pregúntele. Allí, los usuarios se comunican publicando fotografías, o bien videos que suelen durar 24 horas y desaparecen.
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Utilizan filtros, rostros, máscaras y etiquetas geoposicionales que les hace documentar su día y ver el día de los demás. No es solo cuestión de un chat: también de ver y hacerse ver.
Su edad la predicen las redes sociales
Michelle Mendoza, de 14 años de edad, utiliza Facebook, Instagram y Snapchat; Alejandro Urizar, de 24, WhatsApp, Facebook e Instagram; y Gustavo Samayoa, de 35, WhatsApp, Facebook y Twitter.
Y usted ¿qué aplicaciones utiliza?
El uso de distintas aplicaciones es característico de los adolescentes, que prueban más aplicaciones, como la conocida recientemente, Sarahah, mientras abandonan Facebook.
Personas con más edad también han decidido probar distintas aplicaciones, pero no siempre se sienten cómodas o satisfechas con esas diferencias.
“No le encontré tanto gusto a Snapchat“, dijo Urizar. “La tengo descargada y la abro a veces, pero es muy poco el uso que le doy”.
“Me comunico mucho por WhatsApp”, explica Samayoa, pero hace una distinción: “envío muchas notas de voz. Es más sencillo, además que en mi trabajo tengo que manejar bastante”.
“Uso Messenger (de Facebook) para comunicarme con familiares y amigos”, cuenta Mendoza. “La red que más uso es Instagram y publico fotos y videos en Snapchat”.
Distintas formas de comunicación
Algunas costumbres anteriores, como las abreviaturas (Te quiero mucho = TQM), parecen quedar atrás, relegadas por los emojis o imágenes.
“Trato de escribir bien, pero uso bastantes emojis porque siento que le dan emoción a las palabras”, explica Mendoza.
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“No abrevio palabras y cuido la ortografía”, dice Samayoa, algo que Urizar también intenta al “siempre escribir de la mejor forma posible”.
Lejos quedaron aquellos periodos de “escribir mal”, con abreviaturas y el uso a propósito de mayúsculas y minúsculas en una sola palabra.