Jack Dorsey tuiteó esta afrenta velada a fines de diciembre, poco después de renunciar como director de Twitter para concentrarse en encaminar sus ambiciones con el bitcóin. Este tuit, el cual fue un ataque al poder que tienen los inversionistas de capital de riesgo y sus socios comanditarios mientras intentan reorganizar el internet en torno a la tecnología de cadena de bloques, una iniciativa conocida como web3, pronto desencadenó una enemistad pública entre los miembros de la clase gobernante de Silicon Valley. La disputa sobre lo que muchos anuncian como el próximo escenario de la revolución tecnológica ha originado posturas cada vez más duras. Elon Musk está con Dorsey; Marc Andreessen es su enemigo.
Según sus partidarios, la revolución de la web3 promete la democratización del comercio y de la información al construir un mejor internet sobre redes de cadenas de bloques: los sistemas de contabilidad distribuidos que forman la base del bitcóin y de otras criptomonedas. En teoría, podría eliminar a los supervisores y a los intermediarios tradicionales y permitir que los usuarios realicen transacciones directas y tengan una mayor participación en los programas que usan.
Pero Dorsey tiene otra perspectiva. “Nunca evadirá sus incentivos”, siguió en su publicación sobre la participación de los inversionistas de capital de riesgo en la web3. “Al final, es una entidad centralizada con otra etiqueta”.
Si a ti te parece que estos mensajes son desconcertantes y te preguntas lo que está en juego, no eres el único. Estos multimillonarios están hablando del futuro del internet, una herramienta que todos usamos, en un nuevo lenguaje que pocos de nosotros entendemos. Descifremos el código.
¿Cuál es el problema?
En primer lugar, los miembros del sector tecnológico están divididos sobre lo que significa la web3 y si es importante.
“No creo que sea tan fácil definirla”, reconoció Sam Bankman-Fried, el fundador multimillonario de FTX, la plataforma de intercambio de criptomonedas, al tratar de ofrecer una explicación sencilla. “Creo que mucha gente ve en ella lo que quiere ver”, añadió.
En resumen, la web3 es un internet que funciona con la llamada economía de los tokens, que son unidades digitales de criptomonedas y, en la web3, los desarrolladores y los usuarios tienen intereses económicos en común y todos pueden ganar dinero digital. Los usuarios se benefician de manera directa de sus contribuciones: por ejemplo, creatividad, juegos, interacciones o depósitos. También pueden ayudar a dirigir a las empresas futuristas administradas por la comunidad, donde pueden votar acerca de las decisiones con tokens creados por ese proyecto en especial.
Sus partidarios afirman que estas innovaciones cambiarán el modo en que se forman y administran las empresas. Un informe sobre las tendencias de 2022 elaborado por la empresa de investigación Messari se refirió a la web3 como una “fuerza imparable” que llevará a la sociedad “de un internet construido sobre un ‘terreno rentado’ con gobernantes monopolistas hacia un mundo infinito de nuevas posibilidades”. El fundador de Messari, Ryan Selkis, sostiene que “la industria de las criptomonedas plantea una revolución convincente para todos los monopolios”.
No obstante, parece que también los grandes inversionistas se ven atraídos hacia este mundo infinito. El año pasado, inversionistas de capital de riesgo financiaron cerca de 460 proyectos de cadenas de bloques e invirtieron casi 12.750 millones de dólares, a diferencia de las 155 operaciones por un valor de 2750 millones de dólares que se realizaron en 2020, según la información que PitchBook Data proporcionó a The New York Times. Además, las ramas especializadas en capital de riesgo de las plataformas de intercambio de criptomonedas, como Coinbase y FTX, son de los negociadores más importantes, lo cual agrava la preocupación sobre la concentración corporativa. Eso significa que las grandes empresas controlan cada vez más a las entidades descentralizadas que supuestamente democratizan todo para los actores más pequeños.
Antes de la advertencia de Dorsey, muchas personas dentro de la industria de las criptomonedas refunfuñaban que los jugadores demasiado grandes impedían la descentralización y socavaban el espíritu democrático.
Andreessen Horowitz, la empresa de capital de riesgo cofundada por Marc Andreessen, tiene inversiones en Compound y Uniswap, dos programas de la web3 que posibilitan dar y pedir préstamos, así como actividades comerciales. Más del 95 por ciento de las monedas que se usan para la gestión en esas dos plataformas son propiedad de solo el uno por ciento de los poseedores de tokens, señaló Alexis Goldstein, directora de política financiera del centro de investigación progresista Open Markets, en un testimonio reciente ante el Comité Económico Conjunto del Congreso.
“Aunque los iniciados en la industria de las criptomonedas promueven los beneficios ‘democratizados’ de los activos digitales, en realidad, las concentraciones de dinero y poder en la industria de las criptomonedas igualan o superan a las de los mercados financieros tradicionales”.
¿Por qué llama la atención este conflicto?
La batalla en aumento de los sarcasmos y los memes entre los multimillonarios ha dejado al descubierto una fractura en la industria cada vez más lucrativa de las criptomonedas a medida que intenta convencer a los legisladores y a la población en general sobre sus virtudes. Esta industria desconcierta y seduce a las personas en la misma medida y el impulso que tiene hacia la cultura dominante ha dependido de un frente unido de sus poderosos promotores.
Sin embargo, esa unidad se está agrietando. En respuesta a Dorsey, Musk, el director general de Tesla, observó que no podía encontrar la web3. Dorsey replicó que estaba “en algún lugar entre la A y la Z”, una indirecta a Andreessen Horowitz, que se conoce como A16Z.
Marc Andreessen se disgustó. Andreessen Horowitz tiene miles de millones de dólares invertidos en criptomonedas y acaba de formar un equipo de cabildeo en Washington para impulsar políticas que garanticen que sus ideas se vuelvan una realidad. Marc Andreessen bloqueó a Dorsey en Twitter y publicó memes acerca de silenciar a los “malos seguidores” que dan “opiniones horribles” y señaló “la mala fe en la web3”.
Ni Andreessen Horowitz ni Block, una empresa fundada por Dorsey, conocida con anterioridad como Square, respondieron a nuestra solicitud de hacer comentarios.
La industria de las criptomonedas ha tenido la esperanza de aprovechar el éxito que registró el año pasado. Coinbase tuvo una oferta pública inicial muy exitosa en abril. En octubre, llegó un fondo cotizado en bolsa vinculado con los futuros del bitcóin, que permitió que hubiera actividades de inversión relacionadas con las criptomonedas en plataformas de transacciones establecidas. En diciembre, seis ejecutivos hablaron en una audiencia en la Cámara Baja para resaltar el poder democratizador de las cadenas de bloques.
No obstante, para que en verdad prospere la industria de las criptomonedas, los legisladores y la población deben ser cautivados por más que sus posibilidades. Deben estar convencidos de que, además de la especulación y las ganancias, las cadenas de bloques pueden ser una herramienta beneficiosa. En lugar de eso, la batalla sobre la web3 ha llamado la atención de la gente hacia las dificultades que tiene.
¿Cuál es el gran problema?
Ya ha habido casos de actividades dudosas con algunos proyectos de criptomonedas.
Por ejemplo, está el caso de ICP, la criptomoneda de mayor actividad en la primavera pasada. Es la moneda de Internet Computer, una red de cadena de bloques que pretende remplazar a gigantes de la computación en la nube como Amazon y que tiene el respaldo de Andreessen Horowitz. El precio se disparó en medio de los efusivos informes sobre la emisión de tokens y luego se derrumbó de manera espectacular en cuestión de semanas. Una empresa que da seguimiento a la actividad en las cadenas de bloques descubrió que 44 identidades asociadas con los “iniciados” del proyecto, incluyendo inversionistas de capital de riesgo, depositaron más de 2000 millones de dólares en ICP a los intercambios de criptomonedas, transferencias que coincidían con importantes caídas de precios mientras los inversionistas individuales tenían problemas para canjear sus tokens.
El desarrollador detrás de Internet Computer negó haber dificultado el proceso para beneficiar a quienes tenían información privilegiada. Pero el precio de ICP jamás se recuperó y algunos inversionistas afirman que, desde entonces, han perdido la confianza en el proyecto.
En octubre, Divergence Ventures, la empresa de capital de riesgo de la industria de las criptomonedas, fue sorprendida manipulando el sistema para recabar 2,5 millones de dólares en tokens destinados a usuarios de Ribbon Finance, un proyecto que esta empresa financia. Esto suscitó sospechas de que había actuado con información privilegiada. La empresa afirmó que no era la única que hacía trampa.
¿Y ahora qué?
Los promotores de la web3 que se ha divido ideológicamente han estado trabajando para seducir a los legisladores. Los inversionistas de capital de riesgo están impulsando propuestas de políticas cuyo fin es convencer a las autoridades de que acepten la web3. Los partidarios de esta revolución, como Selkis de Messari, han elaborado listas de políticos para apoyar. Pero aún parece que el movimiento carece de un frente unido.
El debate que Dorsey desencadenó el mes pasado ha seguido en internet, aunque, al parecer, Dorsey ha comenzado a dirigir su atención hacia otra parte. El jueves, abrió un fondo para la defensa jurídica del bitcóin para los desarrolladores que enfrentan “problemas legales”, y señaló que Block participaría en la extracción de bitcoines.
El equipo de políticas de Andreessen Horowitz ha estado explorando opciones más allá de Washington, publicando propuestas para los dirigentes de todo el mundo sobre cómo convertirse en “repúblicas de la web3”.
Sin embargo, la industria de las criptomonedas no es lo único en lo que piensan los multimillonarios de la tecnología.
Bankman-Fried, el fundador de la plataforma de intercambio FTX, aportó más o menos 5 millones de dólares a la campaña de Biden durante las pasadas elecciones y afirmó que ya había realizado “varias donaciones” a las campañas de las elecciones intermedias. No está considerando ejercer su importante capacidad económica en nombre de la web3. Su objetivo es más bien “ayudar en la pandemia”, comentó.
“Creo que en estos momentos se están sacando muchas conclusiones fáciles, en algunos casos en que la gente solo dice: ‘Claro, todo será mejor en la tierra de la web3’”, reflexionó. “Y no lo sé… algunas cosas lo serán. Pero no se puede asumir que con solo pronunciar la palabra web3 mejorarán las cosas”.