Vida

Schafer al paso

Dos meses y dos días de trabajo invirtieron tres artistas visuales guatemaltecos para llenar de tres colores y blanco una pared de 200 metros de largo por tres de altura, en la que pintaron repetidas veces figuras geométricas del diseñador Daniel Schafer, quien falleció en el 2004, fue fundador de una de las primeras galerías de arte en Guatemala e influenció con su obra y conceptos a pintores que ahora son íconos del arte nacional.

Mural pintado con formas creadas por el diseñador gráfico Daniel Schafer, ubicado en la Calzada Atanasio Tzul (Foto Prensa Libre: E. Castro)

Mural pintado con formas creadas por el diseñador gráfico Daniel Schafer, ubicado en la Calzada Atanasio Tzul (Foto Prensa Libre: E. Castro)

El muro, formado de piezas prefabricadas de concreto, es parte de la pared perimetral de la empresa Vigua, situada en el carril hacia el sur, en la calzada Atanasio Tzul y 48 calle, zona 12 de la capital. Es la primera obra de varias con las que los artistas visuales Hugo Pérez, Lourdes de la Riva y Regina Prado de Batres rinden homenaje a Schafer, su maestro en pintura y diseño gráfico, y pretenden convertir en galería de arte pública esta transitada arteria, a la que el ruido, la contaminación, el paisaje urbano y la delincuencia han hecho hostil.

La idea

De la Riva recuerda que en el 2012 fueron invitados a participar en el proyecto Galerí?a Urbana, de la Municipalidad de Guatemala, para pintar algo de inspiración personal en las paredes de la Atanasio Tzul. “Entonces se nos ocurrió salir del egocentrismo de mostrar nuestro propio arte y optamos por proponer la obra del Danny”, comenta. La propuesta fue más allá y además solicitaron no ceder las paredes a otros artistas, sino pintar solo obras de Schafer, indicaron la ubicación y mostraron fotografías de los otros muros “por intervenir”.

Arte básico

Existen unos 70 cuadernos con diseños de Schafer. ” Pasaba días enteros integrando sus formas geométricas y combinando colores en hojas de papel cuadriculado y marcadores. Siempre hablaba del perfect fit o encaje perfecto”, recuerda Prado de Batres. “Su arte tiene la cualidad de lograr volumen a partir de la bidimensionalidad, pero sencillo, primario, usando pocos trazos y zonas llenas de color”, explica.

Manos a la obra

Pérez, alumno de Schafer, fue quien pintó más área del muro. Recibió el diseño tres días antes de empezar. Con un módulo de 65 centímetros, usó la regla de tres para definir las proporciones que debía pintar. Empezó el trazo hacia la izquierda, a partir de un portón, con la sorpresa de que el diseño cazó en la parte final de la obra, y en el otro extremo sobraron solo dos centímetros.

Para cubrir el muro de color se usaron siete cubetas y media de pintura de 19 litros: tres de rojo, tres de negro y una y media de gris; varias brochas de diferente ancho y rodillos, todo donado por la empresa Comex. El fondo blanco lo aplicaron trabajadores de Vigua, que proporcionó escaleras y el lugar donde se guardaban los materiales. La Municipalidad facilitó un guardia que resguardó a los pintores.

En la calle

Del 16 de mayo al 18 de julio pasados, Pérez brindó su trabajo voluntario a esta obra. Llegaba al muro a las 8 horas y pintaba hasta la una de la tarde, bajo el sol.

Únicamente se detuvo cuatro días, por la lluvia, y otro, que enfermó. La jornada le representó perder 14 libras de peso. Algunos días contó con ayuda de estudiantes que al poco tiempo “se rajaban” o pensaban que habían hecho lo suficiente.

De la Riva y Prado llegaban al lugar después de atender sus obligaciones familiares del desayuno, pintaban dos o tres horas y a toda prisa regresaban a casa, al filo de la hora del almuerzo. Por supuesto, en una zona violenta no faltaron los sobresaltos: un día, delincuentes abrieron el carro de Prado para sustraer los todo, y en otra ocasión, a dos cuadras del muro, mataron a una persona.

Entregado

El jueves último, en un acto organizado por la comuna capitalina, el muro fue inaugurado. El acto se da al cumplirse 10 años del fallecimiento de Schafer, como un homenaje a su legado artístico. El mural es una muestra de que el arte guatemalteco puede llegar a toda la población que lo admira y lo disfruta, y prueba de ello es que se conserva sin manchas ni pintas callejeras y ha sido respetado por los grafiteros. Que sea así por mucho tiempo.