Los investigadores se concentraron principalmente en las partículas en suspensión en el aire inferiores a 2.5 micras, las cuales pueden penetrar profundamente en los pulmones, al aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas y pulmonares, como efisema y cáncer, así como los accidentes cerebrovasculares.
Estas partículas provienen de la combustión del carbón en las centrales eléctricas, el gas de escape de los autos y otras emisiones industriales. En los países de bajos ingresos, son producidas, sobre todo, por las cocinas a carbón o a madera para cocinar o calefacción.
La mayoría de la población mundial vive con concentraciones superiores a 10 microgramos por litro de aire, el máximo deseable según la OMS. En algunas partes de India y China, incluso superan los cien microgramos.
“Hemos tratado de determinar cuánto deben reducir los diferentes lugares del mundo estas partículas para disminuir la mortalidad” , explicó Joshua Apte, uno de los investigadores de la universidad de Texas.
El modelo informático elaborado para este estudio “podría ayudar a concebir estrategias para proteger la salud pública”, indicó.
Pero a pesar de esas reducciones, la concentración de las partículas permanecerían por encima de las recomendaciones de la OMS.
Para llegar a los 10 microgramos/litro serían necesarias medidas drásticas: para reducir el promedio de mortalidad debido a la contaminación del aire, los países más contaminados deberían bajar un 68 por ciento la densidad de micropartículas respecto a los niveles del 2010.
Los países de Asia representan el 72 por ciento de los 3.2 millones de muertes anuales por contaminación. Las naciones menos contaminadas, como Estados Unidos, una reducción de un 25 por ciento de la concentración de micropartículas salvaría 500 mil vidas al año.