Cada vez más gimnasios, centros polideportivos, balnearios y hoteles en todo el mundo disponen de sauna.
Ahora una reciente investigación efectuada en Finlandia, donde la sauna es parte de la cultura, ofrece una poderosa razón para adoptar a esta práctica que trasciende fronteras y disfrutar de un cálido baño de vapor tras hacer ejercicio, ya sea durante nuestras vacaciones, viajes o el año laboral, en épocas cálidas o frías.
Combinar la sauna y ejercicio físico reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares o ECVs (insuficiencia cardíaca, hipertensión arterial, exceso de colesterol, angina de pecho, trastornos del ritmo cardíaco, infarto de miocardio) más que cuando solo se practica ejercicio, según la Universidad de Jyväskylä, JYU, en Finlandia.
Es suficiente con combinar durante ocho semanas y de manera regular, los baños de sauna y la práctica del ejercicio, para poder obtener mejoras superiores a las que ofrece el ejercicio sin sauna, en los tres principales factores de riesgo de ECVs, según descubrió el equipo dirigido por Earric Lee, investigador doctoral en la Facultad de Ciencias del Deporte y la Salud de la JYU.
En primer lugar, añadir la sauna regular al ejercicio regular condujo a mayores aumentos en la aptitud cardiorrespiratoria, o capacidad de hacer ejercicio de moderada intensidad y larga duración, lo cual depende de la eficacia de los sistemas circulatorio y respiratorio para llevar oxígeno a los músculos.
Además, esta combinación redujo sustancialmente la presión arterial sistólica (presión de la sangre en la arteria cuando el corazón se contrae) y los niveles de colesterol total (cantidad en la sangre de los distintos tipos de colesterol sumados: HDL “bueno”, LDL “malo” y VLDL “de muy baja densidad).
Este triple beneficio aumentado se observó en comparación con las mejoras que ofrece practicar solamente ejercicio (sin sauna).
SUDAR EN EL GIMNASIO Y DESPUÉS CON EL VAPOR
Los resultados de este estudio respaldan la práctica de combinar los baños de sauna con ejercicio de forma habitual, y se muestran prometedores como un complemento terapéutico, que podría funcionar junto con otras estrategias preventivas de las ECVs.
Esto sería particularmente beneficioso para aquellas personas con bajos niveles de actividad física o menor capacidad para ejercitarse, y que tienen al menos un factor de riesgo de ECV tradicional (colesterol alto, diabetes, obesidad, tabaquismo o sedentarismo, entre otros), según Lee.
Los participantes en el estudio, en torno a la cuarta y quinta, décadas de vida y divididos en dos grupos (ejercicio + sauna; y solo ejercicio) efectuaron un programa de ejercicios acorde a las recomendaciones internacionales establecidas: 50 minutos de ejercicio, tres veces por semana.
Cada sesión consistió en 20 minutos de ejercicio de resistencia, seguidos de 30 minutos de ejercicio aeróbico. Los participantes en el grupo de ejercicio + sauna estuvieron durante 15 minutos en la típica sauna finlandesa después de cada sesión de ejercicio.
Los resultados se obtuvieron mediante un ensayo controlado aleatorizado (RCT, por sus siglas en inglés) considerado como “estándar de oro” (la forma más fiable de evidencia científica) siendo la primera vez que se aplica un RCT a los baños de sauna, según la universidad finlandesa.
LA TIERRA PROMETIDA DE LAS SAUNAS
La mayoría de los finlandeses van a la sauna con regularidad; es una tradición que se sigue desde hace siglos, según la JYU.
Finlandia cuenta con más de 3 millones de saunas para unos 5,5 millones de habitantes, lo que significa que este elemento es accesible a todos, según la Unesco, que en 2020 incluyó a la sauna en lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, que celebra conocimientos y prácticas únicos que contribuyen a la calidad de vida humana.
La sauna es un baño de vapor, en un recinto revestido de madera, a muy alta temperatura, que produce una rápida y abundante sudoración y se toma con fines higiénicos y terapéuticos.
Se trata de una práctica tradicional indisociable de la vida de la mayoría de la población de Finlandia, omnipresente en los hogares y en los espacios públicos, según la UNESCO.
El löyly –espíritu o vapor desprendido por el vertido de agua en piedras calientes– es un elemento esencial de todas las saunas, puntualiza esta organización mundial.
Añade que la práctica de este elemento del patrimonio cultural inmaterial se suele transmitir en el seno de las familias, pero hay también clubs y universidades que contribuyen a la transmisión de los conocimientos teóricos y prácticos sobre la sauna.
En Finlandia, “la tierra prometida de las saunas”, hay muchos tipos diferentes disponibles para todo el público, incluyendo las eléctricas (comunes en los apartamentos de la ciudad, casas y edificios de oficinas), las de madera y de humo (frecuentes en las casas de campo) junto con las de infrarrojos, aromáticas, móviles y flotantes, según Visit Finland.
“Puede pensarse que la sauna es un aliciente en las épocas de frío extremo y que su uso está destinado a dar calor al cuerpo, pero un buen baño de vapor es vital para los finlandeses en cualquier época del año, incluso en verano”, según Terhi Ruutu, terapeuta de sauna y experta en el baño de vapor finlandés.
Aunque la sauna pueda parecer menos atractivo en las épocas más cálidas, podemos disfrutar de un buen baño de vapor y beneficiarnos de esta fuente de salud y bienestar, tanto en la primavera como en el verano, destaca Ruutu, autora del libro ‘Terapia de sauna: recetas para el bienestar’.