Un estudio presentado el lunes fue un paso más allá: comprobar si la idea del antídoto en casa puede funcionar en pacientes con dolor crónico que podrían sufrir un problema accidental con analgésicos con receta como Oxycontin, Vicodin u otros.
“Los pacientes no se ven a sí mismos en riesgo de sobredosis”, dijo el doctor Phillip Coffin, del Departamento de Salud Pública de San Francisco, que lideró la investigación. “Estamos prescribiendo naloxona para medicamentos con riesgo, no a pacientes en riesgo”.
Según los datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), entre 1999 y 2014, Estados Unidos registró más de 165 mil decesos por sobredosis relacionadas con opiáceos para evitar el dolor.
Consumir una cantidad excesiva, ya sea de forma deliberada o por error, no es la única preocupación. Otras enfermedades y mediaciones pueden hacer convertir en peligrosa una dosis de opiáceos que generalmente se toleraría. San Francisco ya experimentó un descenso en las muertes por heroína desde que comenzó a distribuir la naloxona.
En lo relativo a los medicamentos con prescripción, el equipo de Coffin dijo a seis clínicas de atención primaria gestionadas por el Departamento de Salud Pública que agregaran una receta para naloxona a todos los pacientes con dolor crónico que tomaban opiáceos a largo plazo para aliviar las molestias.
Los centros atienden tanto a pacientes con seguro como a otros que carecen de él. Para ayudar a su buena utilización, se instó a que dijesen que el antídoto era para una “mala reacción” a los analgésicos en lugar de emplear la palabra “sobredosis”.
Alrededor del 38 por ciento de los 1.985 pacientes elegibles recibieron una receta para la sustancia y se les enseñó a utilizarla, según reportaron los investigadores a Annals of Internal Medicine. Los enfermos tenían más posibilidades de recibir naloxona si consumían una dosis especialmente alta de opiáceos o si ya habían visitado antes las urgencias por un caso relacionado con sobredosis o sedación.
Durante el año siguiente, los pacientes que formaron parte del estudio registraron un 47 por ciento menos de visitas a las salas de emergencias relacionadas con el consumo de analgésicos frente a los que no tenían receta para el producto, halló Coffin.
El estudio no demuestra que la naloxona ayudase, y hay muy pocas muertes como para saber si este enfoque podría salvar vidas. Dos de los cinco fallecidos por opiáceos son pacientes a los que se les prescribió la sustancia.
Una encuesta mostró que el 5 por ciento de los receptores de naloxona revirtieron una sobredosis al consumir el antídoto recetado, agregó Coffin.