También le puede interesar
Llegar a la jubilación con suficientes ahorros o inversiones, o con una pensión jubilatoria, que nos permita vivir la llamada ‘época dorada’ con comodidad e independencia financiera, puede ser una tarea ardua.
Para muchas personas el retiro se traduce en una reducción de los ingresos, en comparación con su etapa laboral, y en la consecuente disminución de su calidad de vida.
Según el experto en emprendimiento y prosperidad Mark Morgan Ford uno de los errores más frecuentes en la jubilación es renunciar a los ingresos activos, es decir dinero que se gana a través del trabajo, inversiones o un negocio, dependiendo solo de los pasivos como el seguro social, plan de pensiones o cuenta de jubilación.
“Damos por hecho socialmente que cuando llega la etapa de jubilación debemos finalizar la actividad productiva. Pero estoy de acuerdo con Mark Morgan en que, al llegar a esa edad, deberíamos hacer un análisis profundo de la nueva situación”, señala a Efe Igor Ochoa, director ejecutivo (CEO) de la consultora experta en temas financieros Dipcom Corporate.
Para Ochoa hay que hacerse muchas preguntas antes de tomar la decisión de dejar de trabajar, como ¿era feliz desarrollando mi trabajo o lo desempeñaba simplemente por una necesidad financiera? ¿Mantengo a mi edad similares competencias y habilidades que hace una década?
Otras preguntas son: ¿tengo un trabajo puramente físico o de desarrollo intelectual?, ¿cómo he llegado físicamente a la edad de jubilación, en condiciones óptimas o noto el peso de la edad?, ¿he ahorrado suficiente dinero o tengo suficientes activos para asumir la bajada de ingresos de la jubilación?
Saber si el hecho de mantener la actividad laboral beneficiaría o perjudicaría nuestra calidad de vida, “dependerá de las respuestas que demos a estas preguntas”, según este experto.
“El único objetivo que tenemos que perseguir es mantener o mejorar la calidad de vida. Si desarrollando una actividad laboral lo conseguimos, ¡adelante!”, enfatiza.
Objetivo nº 1: mayor calidad de vida
Además, para Ochoa el trabajo para después de la edad de jubilación debería cumplir dos requisitos: satisfacer nuestras necesidades económicas y mantener nuestro desarrollo personal.
“Aunque tenemos que ser conscientes de nuestra edad y valorar objetivamente si somos capaces de desarrollar una actividad profesional dignamente y nuestra capacidad de adquirir nuevos conocimientos”, apunta.
“Después haber decidido continuar trabajando, una persona puede preguntarse si es preferible enfocarse en la misma actividad que conoce y ha desarrollado toda su vida o es mejor explorar áreas nuevas que quizá le ofrezcan más oportunidades de prosperar”, admite Ochoa.
“La respuesta a esta pregunta variará dependiendo del objetivo que busquemos”, reflexiona.
“Si queremos tener un trabajo de gran valor, tendremos que desarrollar actividades en las que tengamos experiencia y conocimientos adquiridos”, puntualiza.
En este sentido, señala que “una persona en edad de jubilación puede llegar a tener más de 20 o 30 años de experiencia en un campo concreto, lo que le aporta experiencia y conocimientos adquiridos muy superiores a los que puede aportar un perfil más joven”.
“Pero si buscamos un mayor crecimiento personal, podemos explorar nuevas áreas laborales en las que probablemente sea preciso seguir formándose”, agrega.
Matiza que “en este segundo tipo de trabajos no podremos aportar mucho valor a la empresa y, por lo tanto, los salarios serán inferiores”.
Claves de una nueva etapa laboral
“No obstante, como la mayoría de los neurólogos afirman, estudiar y aprender cosas nuevas nos ayudan al crecimiento personal y retrasan el envejecimiento cerebral, ya que estimulan la creación de nuevas conexiones neuronales”, destaca.
Ochoa recomienda a las personas que aspiren a trabajar después de jubilarse, dar los siguientes cuatro pasos prácticos:
- Evalúe sus capacidades físicas y cognitivas para el trabajo. “Podemos hacer nosotros mismos una autoevaluación o recurrir a un profesional, por ejemplo, un psicólogo”, sugiere.
- Si desea mantener el trabajo previo a su edad de jubilación, háblelo y negócielo con su empresa o empleador. “Así, sabrá si existe interés por parte de la empresa en mantener su puesto de trabajo. Además, será necesario también renegociar el salario, el tipo de jornada y el trabajo a desarrollar dentro de la organización, adaptándolo a la nueva situación”, señala Ochoa.
- Valore los pros y contras del camino laboral que elige. “Si su objetivo es obtener ingresos más elevados, tendrá que hacer valer su experiencia y conocimientos, yendo en una línea de continuidad con el trabajo que ha desempeñado en su vida laboral”, explica Ochoa. “Si busca un desarrollo personal en nuevas competencias, tendrá que hacer, no solo un esfuerzo extraordinario en adquirirlas (formación), sino que es posible que tenga que conformarse con unos ingresos más bajos”, especifica.
- La única meta es mejorar la calidad de vida. El objetivo puede ser mantener un equilibrio entre ingresos y desarrollo personal, según Ochoa. “Mientras mantengamos ese equilibrio y la salud no nos falle, podremos aspirar a un trabajo después de la edad de jubilación”, finaliza.