En Guatemala se le conoce también como tuj —en k’iche’, kaqchiquel y tz’utujil— y chuj —en ixil y mam—. Se trata de la costumbre de bañarse en ciertos lugares que que pueden ser cuadrados o redondos, similares a los iglús de los esquimales y se remonta a la época prehispánica.
Una investigación publicada en Revista D, de Prensa Libre explica que se han encontrado vestigios en sitios como Tikal, Piedras Negras, Palenque; Toniná (Chiapas); Chichén Itzá (México); Los Cerritos-Chijoj y Los Cimientos-Chustum (Quiché), El Paraíso (Quetzaltenango) y Takalik Abaj (Retalhuleu). Se localizan tanto en las tierras bajas como en las tierras altas y la costa del Pacífico, en el límite del área maya.
El baño del tuj es un patrón cultural de toda Mesoamérica, desde México hasta Costa Rica. Tuvo un fin terapéutico y religioso. Los edificados por los mayas han sido asociados con rituales de la nobleza y el poder.
Los temascales mayas y oaxaqueños están entre los más antiguos de la región, agrega Pérez. Durante su niñez, en su hogar, tenían baños de temascal como una práctica de sus padres y abuelos. Aunque por muchos años lo utilizaban para relajarse llegó un momento en que ella empezó a guiar a otros en su uso un tanto más terapéutico.
“Hace 10 años conocí a un artesano Oaxaqueño llamado Edilberto Arturo Castellanos y por su medio retomé la costumbre de las memorias de infancia y llegue al temazcal mixteco, el nuestro se llama Ñi’i Ndoo, que quiere decir Casa de vapor en mixteco”, dice Pérez.
“Básicamente es un baño higiénico y un elemento que puede apoyar tratamientos para restablecer la salud en las personas. Es profiláctico para prevenir enfermedades debido a todos los beneficios que brinda”, dice .
Existen diferentes tipos de temascales, esta costumbre puede ser a nivel ceremonial, ritual y terapéutico, así como social.
En la historia, “las curanderas en el pasado atendían a mujeres que estaban embarazadas y lo utilizaban en el segundo trimestre de embarazo y después del parto para que el útero soltara los residuos que tenían y se acomodara el cuerpo”, explica la conocedora.
Expertos en la actualidad comentan que este baño refuerza sistema inmunológico, activa la función de todos los órganos para la eliminación de toxinas por medio del sudor.
Los músculos se relajan y si tiene molestias menstruales, estas disminuyen. Se ha asociado con la regeneración de la piel. El calor estimula los órganos internos y el baño se recomienda mucho para afecciones de la vías respiratorias, como el asma, la sinusitis y las alergias, pues el vapor ayuda a expandir los pulmones y descongestionar los senos paranasales.
Es importante recordar que esto no representa una cura, sino que solo contribuye a una limpieza corporal, por lo tanto, en ningún caso deben sustituir los tratamientos recetados por un médico.
“Ayuda a mantener equilibrada la emociones y a establecer este contacto íntimo personal de poder escucharse y reconocer ser una persona valiosa única e irrepetible”, dice Pérez. En el caso de la metodología que aplica, utilizan cantos y se usa el toque de tambores con los cuales las personas se armonizan y pueden darse cuenta que de una manera natural pueden sanar su cuerpo”, expresa Pérez.
Pérez también hace énfasis que no se utilice el temascal después de haber consumido estupefacientes, ya sean pastillas o drogas con plantas. “Este tipo de ceremonias se han venido desarrollando y haciendo en estos tiempos desvirtuando el verdadero sentido de este baño y en algunos casos se pone en peligro la vida de las personas”, advierte.
Una opción para relajarse
Claudia de López, nació en Sololá y en su familia el temascal era una costumbre. En la actualidad es menos común encontrarlos, pero todavía algunos hogares lo tienen.
De López trabaja en un lugar que ofrece este servicio, el Hotel Utz Jay en Panajachel, ubicado en el mismo departamento. Comenta que esta actividad es buscada por guatemaltecos y extranjeros.
De Pérez explica que el temascal se diferencia de un sauna tradicional porque se utilizan hierbas aromáticas como ciprés, té de limón, hoja de naranja, menta, romero y eucalipto, por mencionar algunas que ayudan a la relajación.
Ellos cuentan con una chimenea para calentar el lugar y que de esta manera el humo no se vuelva tóxico. En las poblaciones donde aún se conserva el uso del tuj, o el tradicional baño de vapor mesoamericano, la pieza se construye siempre en el patio de la casa.
Son edificaciones de adobe, tierra y madera; por lo general miden dos por dos metros, con una puerta muy reducida donde se puede entrar casi de rodillas. Algunos parecen cajitas, pues son cuadrados; otros tienen el techo puntiagudo. En la actualidad, algunos son construidos de block y loza de concreto.
La manera de obtener el vapor en la antigüedad era variable, por calentamiento de piedras o de fragmentos de cerámica, sobre los que se arrojaba el agua que provocaba el vapor. En otros casos el horno se encontraba junto al baño, para calentar una pared sobre la que se arrojaba agua, describe un artículo publicado en la revista Arqueología Mexicana.
Por lo regular, se aplica aproximadamente de media a una hora, aunque algunos clientes lo solicitan por dos horas. Una ducha fría es ideal importante para complementar este ciclo y así cerrar los poros.
Una de las contraindicaciones es que no lo usen personas con presión arterial alta o problemas cardiacos, así como las mujeres embarazadas en el último trimestre. Tampoco se recomienda para personas con várices. Existen algunas condiciones que es mejor consultarlas con el médico y que un profesional en el tema sugiera un menor tiempo para vivir la experiencia sin riesgos.