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Acorde al psicólogo infantil Luis Hernández estos objetos son llamados “de transición” porque son precisamente los que acompañan a los niños durante el proceso en el que tienen una dependencia total de la madre y pasan a realizar algunas actividades de forma independiente.
Este tipo de objetos son elegidos arbitrariamente, es decir que no pueden ser impuestos (y tampoco sustituidos). Esta elección suele ocurrir entre los ocho y doce meses de edad y aunque quizá sus hijos no elijan el peluche más bonito que tengan o incluso prefieran una almohada o manta, no debe interferir en ello.
Una vez los niños eligen el objeto lo tendrán todo el tiempo con ellos. Aunque tengan otros juguetes y los utilicen, el objeto de transición siempre estará presente y tendrá una atención especial. La pérdida de este objeto puede causar una enorme tristeza y alteración en los niños. Es por eso que como padre también deberá desarrollar interés en el objeto y asegurarse de que no se pierda. Si llegara a suceder será el niño quien elija un nuevo objeto de transición.
Debido a la constante manipulación del objeto (es abrazado, besado, babeado, arrastrado y más), tiene un olor muy específico que los niños perciben como parte de su identidad. Es normal que usted desee que sus hijos tengan contacto únicamente con objetos muy limpios pero también debe comprender que ese olor es característico y forma parte de un todo que lo ayuda a dormir, que lo reconforta y lo calma. Por supuesto, la higienes es importante así que si necesita lavar el objeto de transición se recomienda mantener a los niños ocupados en alguna actividad y que no vean el proceso de limpieza pues verlo dentro de la lavadora o colgado de un lazo podría resultarles impactante.
La psicóloga infantil Diana Ortega sugiere que para hacer más fácil las cosas para usted como padre, tengan dos objetos de seguridad idénticos. Esto le permitirá lavar uno mientras el otro está en uso, evitándole la angustia a sus hijos. “Deben rotarlos desde el principio porque si tardan mucho en hacerlo es muy probable que los niños rechacen el segundo objeto porque lo sentirá ajeno”, afirma.
Estos objetos son cruciales en situaciones que le signifiquen mayor inseguridad a los niños porque los hacen sentir tranquilos y con más confianza para como por ejemplo, hacer una actividad como dormir solos, ir a estudiar o entrar a un sitio desconocido. Los objetos los ayudan a superar estas etapas, pero no son un signo de debilidad por lo que no hay motivo para como padre resistirse al hecho de que sus hijos tengan un objeto de este tipo. Hay quienes incluso nunca llegan a tenerlo sino que adoptan conductas como chuparse un dedo para reconfortarse.
Hernández asegura que tanto los objetos de transición como dichas conductas quedan atrás conforme los niños crecen, pero es importante que los padres les den otras herramientas para que se sientan seguros de sí mismos.
“Aunque es normal que el objeto siempre signifique algo especial, los niños suelen dejarlo un poco de lado entre los tres y cuatros años, cuando llevan mejor el hecho de ser independientes y ya controlan la angustia que les produce la separación de sus padres”, dice Hernández.
Si el desapego no ocurre, lo mejor será consultar a un especialista que pueda identificar qué está provocando que los pequeños de su hogar no avancen en el tema de la seguridad que sienten en sí mismos.