Ese mecanismo hace que la eliminación de recuerdos negativos, una capacidad crucial para la salud mental, sea más complicada cuando la memoria tiene tiempo de consolidarse durante el descanso.
Científicos de la Universidad Normal de Pekín, en China, analizaron la capacidad del cerebro para olvidar ciertas informaciones a partir de un experimento con 73 estudiantes universitarios.
Los participantes en el ensayo tuvieron que memorizar asociaciones entre dos imágenes, un rostro “neutro” y una figura “desagradable”, de forma que al observar más tarde una de las caras pensaran de forma automática en una idea aversiva.
Cuando los estudiantes trataron de suprimir la relación entre un rostro y una emoción negativa, Yunzhe Liu y su grupo de investigadores detectaron que aquellos que aseguraban haber descansado durante la noche tenían más problemas para deshacer la asociación en su memoria.
“La actividad del cerebro durante esa tarea muestra que los circuitos neuronales involucrados en la supresión de la memoria, que al principio se ubicaban en el hipocampo, mutaron hacia un patrón más distribuido a lo largo del córtex” después del sueño, señala el estudio.
Según los investigadores, “ese cambio parece ser aquello que hace más difícil suprimir los recuerdos negativos”.
Yunzhe y sus colaboradores subrayan que los mecanismos que describe su trabajo pueden ayudar a desarrollar tratamientos más efectivos para condiciones como el estrés postraumático.