Estos son tres de los riesgos vinculados a la falta de paciencia, según el sitio BBC Mundo:
1. Obesidad
Las personas impacientes tienen más posibilidades de padecer obesidad a largo plazo. Expertos han señalado que las personas impacientes tienen más probabilidades de ser obesas que aquellas que saben esperar, pues suelen alimentarse peor y consumir mayores cantidades de comida rápida, sobre todo cuando tienen fácil acceso a ella.
Según los economistas Charles Courtemanche, Garth Heutel y Patrick McAlvanah, que publicaron el estudio Impaciencia, incentivos y obesidad en el 2015 en el Economic Journal, el fácil acceso a alimentos poco saludables es una de las causas principales, que afecta especialmente a quienes tienen un carácter impaciente.
“Quienes son más impacientes se ven más afectados por la disponibilidad a corto plazo de alimentos asequibles, lo cual supone un aumento de la obesidad en esta parte de la población”, indica la investigación.
“Pero es más complicado que eso; el abaratamiento de la comida sólo altera el comportamiento de un tipo determinado de personas”, agregó el experto.
Pero además, la impaciencia constante -y su consecuente ira y tensión- hace que nuestro organismo libere adrenalina y cortisol, hormonas que pueden dar lugar a un aumento de peso. La grasa acaba adheriéndose a las paredes de nuestras arterias, aumentando al mismo tiempo la posibilidad de sufrir un ataque al corazón.
2. Hipertensión
Cuando nos impacientamos, aumenta nuestro nivel de estrés y también la presión arterial. La Asociación Médica Estadounidense (JAMA, en inglés) incluye la impaciencia como un factor de riesgo de la hipertensión, incluso entre adultos jóvenes.
Un estudio, llevado a cabo por especialistas de la Escuela Feinberg de Medicina de la Universidad Northwestern de Chicago, reflejó que el tipo de personalidad A (aquel que corresponde a personas impacientes y hostiles) tiene un 84 por ciento más de riesgo de sufrir hipertensión, en comparación con quienes tienen un carácter más calmado, después de analizar más de 3 mil 300 casos a lo largo de 15 años.
La razón, apuntan los expertos, es el estrés asociado a la impaciencia, que puede llegar a estrechar los vasos sanguíneos, al incrementar la presión arterial.
La hipertensión arterial “es una condición compleja que implica factores biológicos y dietéticos”, aunque el estudio demuestra que “el comportamiento y el estilo de vida pueden jugar un papel fundamental en la prevención y el manejo de la patología”.
3. Envejecimiento
Un estudio de la Universidad Nacional de Singapur y de las universidades estadounidenses de Berkeley y Pensilvania, hace poco publicado en Proceeding of the National Academy of Science, reveló que ser impaciente también puede acelerar el envejecimiento.
Y es que los telómeros (extremos de los cromosomas del ADN) son más cortos en las personas impacientes. Estas estructuras, que protegen al ADN de su degradación, están asociadas a la longevidad, y los científicos creen que cuanto más rápido desaparecen, antes envejecemos.
Según los investigadores (que solo observaron este fenómeno en las mujeres) falta por averiguar si es la impaciencia la que acelera el envejecimiento o si, por el contrario, las personas con telómeros más cortos “saben”, de alguna forma, que van a envejecer antes y desarrollan un carácer más impaciente.