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“La pandemia de covid-19 amenaza con debilitar los avances conseguidos estos últimos años. El impacto de la pandemia en los servicios de lucha contra la tuberculosis ha sido severo”, resumió el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, en su informe anual sobre la enfermedad.
Así, la OMS calcula que este año podría haber entre 200 mil y 400 mil muertos suplementarios por tuberculosis, a pesar de la existencia de una cura.
Si los muertos aumentan en 200 mil, el mundo retrocederá a los niveles de 215, si se incrementan en 400 mil, a los de 2012.
Solo en India, el país donde más enfermos hay, las notificaciones de diagnósticos semanales y mensuales retrocedieron un 50% entre finales de marzo y finales de abril, debido al confinamiento, señala el informe. Una tendencia similar a la registrada en Sudáfrica entre marzo y junio.
“El coronavirus provocó un retroceso de los diagnósticos de tuberculosis por lo que los gobiernos tienen que diseñar un plan para recuperarlos. No hay tiempo para excusas”, reaccionó Sharonann Lynch de Médicos Sin Fronteras (MSF).
Más allá del confinamiento, el impacto negativo de la pandemia sobre los servicios básicos de lucha contra la tuberculosis son numerosos, ya que todo el personal sanitario y los recursos financieros y técnicos se han dirigido hacia el covid-19.
¿El final de un sueño?
La OMS estima que el diagnóstico de la tuberculosis y su tratamiento con antibióticos han permitido salvar la vida de 58 millones de personas entre 2000 y 2018.
Pero esta enfermedad, que afecta a los pulmones y se transmite por la expectoración de pequeñas partículas, sigue siendo una de las 10 primeras causas de muerte en el mundo.
Aunque la tuberculosis afecta a todo el planeta, más del 95% de los casos y de los fallecidos se encuentran en países en vías de desarrollo.
En 2019, hubo cerca de 10 millones de nuevos contagiados, una cifra menor que en años anteriores, según apuntó el informe. Y ocho países concentraron dos tercios de los nuevos casos: India, Indonesia, China, Filipinas, Pakistán, Nigeria, Bangladés y Sudáfrica.
Los 1.4 millones de personas que fallecieron el año pasado también muestran un ritmo “demasiado lento”, para la OMS, porque no se ajusta a las expectativas que se habían fijado para erradicar la enfermedad de aquí a 2030.