El hombre, de 37 años, comenta que cuando comenzó a trabajar desde casa le fue difícil separar la jornada laboral de su recreación. Se despertaba, desayunaba y comenzaba a trabajar, después almorzaba y seguía trabajando, hasta la cena. Cuando sentía la “inspiración” o “tenía muchos pendientes”, continuaba hasta largas horas de la noche y al día siguiente repetía la rutina.
González dice que continuó con dicho ritmo de trabajo durante un año, hasta que se percató que había dejado de salir con sus amigos y había descuidado a su familia. Aunque intentó recuperar su vida social, le era difícil dejar a un lado su trabajo. Respondía correos electrónicos de madrugada y adelantaba sus pendientes lo más que podía, hasta que consumía toda su energía y ya solo para ir a dormir.
“Workaholic”
Workaholic es el nombre que recibe la adicción inconsistente al trabajo. Los especialistas indican que no tiene una definición médica, pero puede considerarse un problema cuando el trabajo consume los pensamientos de la persona y sus acciones siempre están en función de su ejercicio laboral.
“Esta adicción consiste en tener una implicación excesiva en una actividad laboral específica, que no se puede controlar y muchas veces, a quien lo padece, le cuesta identificarla. Esa entrega sin medida suele ser a costa del resto de ocupaciones, de actividades familiares, de ocio y de la visa social, incluso, de horas de sueño”, afirma Claudia Contreras, psicóloga clínica.
La mayoría de las personas con este problema tienen una vida muy ocupada porque pasan mucho tiempo dedicados a su trabajo, ya sea resolviendo problemas o evitando pendientes. El adicto al trabajo pierde el control respecto a los límites y sobrevalora las actividades o ideas relacionadas a su ambiente laboral. La adicción al trabajo hace menos importantes las demás actividades que antes solían ser placenteras.
Según la profesional, muchos se vuelven adictos al trabajo a partir del temor de perder su empleo si no rinden lo suficiente. Otros lo hacen cuando presentan tendencia a la sobreexigencia, porque intentan ser perfectos en todo, en vez de aspirar a la excelencia. Otro factor es el liderazgo coercitivo, que hace referencia a los jefes que son extremadamente demandantes y llevan a su equipo de trabajo al límite.
Contreras explica que hay quienes son adictos al trabajo porque, en realidad, tienen otros trastornos de salud mental. Muchos esconden su depresión y ansiedad a través de su ejercicio laboral, así se mantienen ocupados y no prestan atención al verdadero problema.
¿Es adicto al trabajo?
“Una de las principales características de los adictos, como en toda situación, es que negamos el hecho. Aunque los demás nos digan que la forma en que trabajamos es enfermiza, nos parece ridículo y lo seguimos haciendo. Incluso, podemos enojarnos cuando nos lo dicen y así, poco a poco, vamos alejando a nuestro círculo social”, cuenta González.
Luis Romero, psicoanalista, enlista algunas señales frecuentes con las que se puede identificar a un adicto al trabajo:
- Busca excusas para no descansar: aunque pueda tomar vacaciones o descansar un día porque ya no tiene pendientes, no se sentirá tranquilo y buscará algo que hacer relacionado al trabajo, sin importar que sea fin de semana o feriado.
- Están disponibles las 24 horas: no importa si es un día festivo o fin de semana o si es de madrugada. Los adictos al trabajo están siempre conectados y dispuestos a contestar alguna duda o hacer un trabajo extra. Algunos, incluso, consideran que no pueden vivir sin Internet porque de eso depende su rendimiento laboral.
- Asume nuevas tareas sin obligación: además de las tareas habituales busca otras asignaciones para sentirse ocupado y termina trabajando una cantidad de horas excesivas. No puede poner límites.
- No saben delegar tareas: quienes son adictos al trabajo se sobrecargan de actividades y terminan haciendo de todo, aún cuando no son sus asignaciones, porque consideran que nadie en el equipo lo hará mejor que ellos. Con el objetivo de terminar todo, se alimentan mal o suprimen comidas, hasta horas de sueño. Por ello, tienen altos niveles de estrés y ansiedad, ya que se exceden al exigirle a su mente y no descansan lo suficiente.
- Son egocéntricos: para ellos su trabajo y sus obligaciones serán más importantes que cualquier otra cosa y que cualquier persona, por eso posponen citas con amigos o familia y descuidan a sus padres, pareja o hijos. Esta característica, en algunos casos, puede provocar trastornos respiratorios o digestivos.
- No saben decir “no”: uno de los principales desencadenantes de esta adicción es que no pueden decir “no” a lo que les piden. En algunos casos, aunque no puedan hacer la tarea solicitada, deciden tomar el riesgo.
- Creen ser el éxito del trabajo: están convencidos de que el éxito que tiene un proyecto es siempre gracias a ellos y si fracasa, es porque no estuvieron para “salvarlo”. Esto los lleva a tener constantes peleas con los demás trabajadores porque quieren demostrar que son más dedicados y entregados.
Cómo enfrentarlo
La adicción al trabajo es evolutiva y es posible poner un freno si se detectan los síntomas a tiempo. El primer paso es reconocer el problema, de lo contrario no se verá la necesidad de solucionarlo. Luego, determinar los síntomas que más se frecuentan para, después, explicárselos a un profesional de la psicología.
El principal objetivo de la terapia psicológica es establecer la causa original que lleva a la adicción y después, poco a poco, incentivar a cumplir con las pautas de comportamiento del trabajo, reduciendo paulatinamente las horas laborales, priorizando tareas y delegando proyectos a los demás, así como dedicándole tiempo al descanso, a las actividades de ocio, familia y amigos.