El otorrinolaringólogo Hugo Motta explica que existe una relación directa entre el olfato y el gusto.
Las papilas gustativas de la lengua identifican el sabor y las terminaciones nerviosas de la nariz identifican el olor.
Ambas sensaciones se comunican al cerebro, el cual integra la información para que los sabores puedan ser reconocidos y apreciados.
El médico invita a disfrutar de diferentes estímulos como el detenerse a sentir el aroma de las plantas, disfrutar de las comidas y los diferentes elementos que nos rodean. También comenta que el olfato se adapta con facilidad. Por ejemplo, con los perfumes y fragancias, al tenerlas todo el día la persona deja de sentirlas, pero si alguien se acerca percibirá el aroma de inmediato. Lo mismo pasará si se está expuesto a olores muy fuertes, la persona se adaptará y solo sentirá los que sean diferentes.
El sentir aromas y sabores puede verse comprometido después de un accidente, inflamaciones de la zona,un golpe o una infección. Algunos llegan a recuperarse después de tratamientos, pero depende de la gravedad de cada caso.
Motta explica que parte de la salud del olfato incluye evitar olores que irriten como los de sustancias demasiado fuertes, por ejemplo el tíner, la gasolina o fumar, lo cual podría producir lesiones importantes.
Aprendizaje y relajación
La educadora y pedagoga Carmen Lucía Guerrero, asesora de programas educativos en Fundal, que apoya a niños con sordoceguera explica que el olfato es un sentido que está conectado a la amígdala, el área a nivel cerebral que nos permite la conexión con las emociones. Por ello al sentir un olor característico, de manera inmediata podría traernos a la mente algunos recuerdos, así como alertar o prevenir.
¿Qué despierta en usted una reacción? Ese olor que lo lleve a una época especial de su vida o un momento único. Esto puede ser provocado al sentir el olor a la tierra mojada, un perfume, la sazón de algún platillo especial en casa, por dar algunos ejemplos.
Es importante reconocer que algunos aromas relajan, otros nos ponen más activos y también están aquellos que nos incomodan o incluso nos llegan a lastimar las vías respiratorias.
A la vez, por medio de la nariz comienza el proceso de la respiración, la cual afecta en positivo al cuerpo y la mente. La manera correcta de hacerlo es como lo hacen los bebés. Es una respiración abdominal y con el diafragma.
Una investigación en 2018, llamada Respirar por encima del tronco cerebral: control volutivo y modulación atencional, realizada en Estados Unidos, asegura que a través de la respiración se puede trabajar la atención, la memoria y el control emocional.
El olfato también se relaciona con otros aspectos por ejemplo, “nos da el 20% de aprendizaje en nuestras vidas”, explica Guerrero.
Las personas aprenden de manera distinta, algunas son más auditivas, otras visuales y algunas también lo hacen por medio del olfato.
Un dato curioso es que cerca del 5% de la población mundial es anósmica, es decir, que no puede oler.
¿Y en la pandemia?
Motta refiere que enfermedades como una gripe hacen que la inflamación elimine la capacidad de disfrutar de aromas y sabores, pero en estos casos es recuperable.
Con el covid-19 también se han presentado casos de pérdida del olfato y gusto. En algunos pacientes este es uno de los síntomas.
Un estudio publicado en Barcelona en noviembre pasado refiere que tres de cada cuatro pacientes con este síntoma presentan una mejoría al mes del diagnóstico.
“Algunos pacientes pasan hasta seis meses con esta sensación y otros han comentado que los sabores que perciben son desagradables o sienten aromas similares a lo podrido, todo depende de la gravedad de la enfermedad”, agrega Motta.
Todavía se requieren más estudios para determinar las consecuencias o tratamientos recomendados, pero algunos ejercicios de entrenamiento olfativo podrían ser útiles para quienes han pasado por esta experiencia. Por ejemplo, la repetición y la exposición repetida a un conjunto de olores (limón, rosa, clavo y eucalipto) durante 20 segundos cada uno (dos veces al día) durante al menos tres meses.
¿Se pierde con la edad?
El médico Paul Y. Takahashi, de Mayo Clinic explica que la disminución de estos sentidos es normal después de los 60 años.
Algunos factores afectan también para que se desarrolle esta pérdida, ente ello los problemas nasales y sinusales, como alergias, sinusitis o pólipos nasales, ciertos medicamentos, tabaquismo, así como las enfermedades de Alzheimer y Parkinson.
“La disminución del gusto y el olfato puede tener un impacto significativo en la calidad de vida, lo que suele tener como resultado menos apetito y nutrición deficiente. Algunas veces, la disminución del gusto y el olfato contribuye a la depresión”, dice el autor en un artículo publicado por esta institución.
La disminución del gusto y el olfato también podría influir en condimentar los alimentos con sal o azúcar en exceso y afectar, en especial cuando padece de otras enfermedades como presión arterial o diabetes. Se recomienda visitar a un especialista cuando aparecen estos síntomas.
Trabaja sintiendo aromas
El guatemalteco Gustavo Hernández trabaja con su nariz y su sentido del gusto, él es un catador de café.
En la adolescencia empezó a trabajar en una empresa en la que se trabajaba café, aprendió el oficio de todo el proceso y esta experiencia lo llevó a desarrollarse en esta profesión.
Conoció a un catador, quien le enseñó sobre este mundo que se ha convertido en su profesión y actualmente cata café para Centroamérica y México.
Comenta que en general todos tenemos esta habilidad, pero no se le presta atención, “por ejemplo, reconocemos con facilidad un platillo preparado en casa y sabemos que no tiene la misma sazón si se consume en otro lugar, esto lo aprendemos por nuestras experiencias con el olfato y el gusto, dice.
Entre sus anécdotas cuenta que el chile es uno de los ingredientes que le ayuda a mantener sus vías respiratorias limpias. También sugiere probar sabores básicos en distintas intensidades e ir disfrutando de los alimentos diarios, entre ellas frutas como la uva. El objetivo es ir identificando aquello que llega a los sentidos.