Muchas veces la persona busca refugio que los ayude a “olvidarse de los problemas” o bien una forma de “diversión” y en consecuencia opaca poco a poco el sentimiento de tristeza, ira o frustración, convirtiéndola en una felicidad controlada y fuera de esta realidad.
Nuestros hijos, al tener poco o mucho contacto con sus emociones y dificultad para entenderlas y resolver problemas, buscan (no todos) una salida fácil sin medir los riesgos de sus acciones.
Sabemos que da miedo y es frustrante saber que nuestros hijos están consumiendo drogas y en la desesperación podemos llegar a prohibirles salidas, tratar de controlarlos, castigarlos e incluso limitarlos en sus actividades diarias.
Entonces, ¿qué hacer si sabemos o sospechamos que nuestros hijos están consumiendo drogas?, lo primero y más importante es la comunicación, poder acercarnos a ellos y escuchar más allá del placer que la droga le da, ¿qué es lo que le preocupa? ¿Sucede algo en su vida que es muy difícil de afrontar o lidiar?, y darles la oportunidad de que puedan ser honestos y evitar juzgar sus respuestas. También podemos acercarnos y tener una charla sobre los riesgos del consumo de sustancias en general, y conocer desde la voz de nuestros hijos ¿qué saben de las drogas? Más allá del placer de consumirlas.
También ayuda, buscar un profesional en medicina, psicología o psiquiatría que tenga experiencia en las drogas y que pueda facilitarles una charla armoniosa sobre el tema, donde todo se involucren y vean que si hay salida y que pueden en familia salir adelante.
* Magister y psicóloga Clínica, Docente del Departamento de Psicología de la Facultad de Humanidades Universidad Rafael Landívar
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