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Según Estuardo del Águila, psicólogo clínico, las personas nos hemos convertido en seres monótonos y la imaginación es una manera de salir de la cotidianidad. “Esta nos permite ver de qué manera comenzamos nuevos procesos de nuestra vida. Es el medio para tener bienestar ante una necesidad”, comenta.
De acuerdo con Karen Bucay, que expuso “La imaginación: potencial desperdiciado” en TED, la imaginación se compone de tres motores: la observación, la curiosidad y la creatividad. Esta última es clave en la capacidad de crear soluciones y de solucionar conflictos. Del Águila refiere a Víctor Frankl, un psiquiatra judío que propuso la “logoterapia”, en relación con darle un sentido a la vida.
Cada vez que tenemos una nueva propuesta laboral, una nueva rutina o un nuevo etilo de vida, la imaginación nos permite comenzar a funcionar de una manera diferente”, agrega el psicólogo. Y esta hay que trabajarla desde la infancia.
La imaginación en la niñez
Es importante trabajar y promover la imaginación desde la niñez para que, de grande, la persona tenga la capacidad para enfrentarse a nuevas experiencias en la vida. “Cuando un niño está aburrido, una caja puede convertirse en una caja, en una moto, en un barco”, dice Del Águila.
Una recomendación para los padres es limitar el tiempo que sus hijos pasan frente a la televisión y otros dispositivos electrónicos (tablets, teléfonos, computadoras), ya que limita la imaginación. El psicólogo explica que esto se debe a que pensamos que “ya todo está hecho”, por lo tanto, dejamos de imaginar. “A los niños hay que darles herramientas como juguetes, bloques y rompecabezas para que imaginen y razonen lo que para ellos tenga sentido”, comenta.
También debe ofrecerles espacios libres y los centros educativos deben promover el planteamiento de problemas cotidianos: “podemos proponer actividades de secuencia donde jueguen con la creatividad y la lógica. Un ejemplo es hacerlos pensar en qué hacer si la pelota está trabada en un árbol. ¿Cómo la bajamos? Esto les hará pensar en distintas posibilidades”, agrega.
Lo mejor es hacer que el niño piense y decirle cómo pensar o actuar, porque esto podría limitarlo:
En la adolescencia
En la etapa de la adolescencia, Del Águila dice que se los jóvenes se encuentran en un proceso académico donde se presentan distintas relaciones sociales. “Es ahí donde podemos imaginar cómo nos queremos proyectar ante ciertas situaciones. Dependiendo de las personas con las que me relacione, voy a iniciar un proceso de elegir. La imaginación se estimula por medio de la selección y la toma de decisiones en la etapa de la adolescencia”, señala.
Cuando somos adultos
En la etapa adulta, cuando nos encontramos en el ámbito laboral, es conveniente que busquemos espacios de bienestar, tomarnos un tiempo para nosotros y darnos un espacio para reactivarnos. “Esto ayuda a encontrarle un sentido a la vida”, dice Del Águila. La imaginación nos permite proyectarnos y plantearnos metas. “Preguntémonos cómo nos vemos en diez años” dice el experto.
Además, nos encontramos con distractores como los dispositivos móviles, nos llenamos de información y pensamos que no puede haber algo nuevo porque ya todo está hecho. “Si comenzamos a pensar por nosotros mismos, estimulamos la imaginación y somos capaces de crear muchas cosas. Luis Von Ahn es un ejemplo”, agrega el psicólogo.
Si usted está cansado, recuerde que la imaginación no surge y tampoco se desarrolla al estar en un conflicto. “En estas situaciones no fluimos y nos bloqueamos. Lo aconsejable es tomar un descanso”, dice.
¿Puede ser negativa?
El publicista Manuel Jiménez comenta que la imaginación abre a las personas a nuevas posibilidades. “Con ella puede logra hacer cosas de las que tal vez no sabía que era capaz. Cuando imagina algo, entra la creatividad, el cómo hacerlo. De alguna manera, todos somos creativos”, expresa.
Aunque podemos sacarle provecho y actuar a nuestro favor, también podría plantearse situaciones negativas a raíz de la imaginación. “La imaginación negativa podría darse cuando despiden a la persona del trabajo y se preocupa. Comienza a imaginar las opciones de vida que tiene. Funciona como un mecanismo de defensa”, dice Del Águila.
Esto también podría provocar un daño personal o a otra persona. “Hay casos clínicos como los celos, donde la persona comienza a imaginar en dónde está su pareja, con quién. Si se trata de una persona emocionalmente estable, la imaginación funciona en crear espacios para su seguridad, su diversión, su ocio y su salud mental”, indica. Lo aconsejable es alejarse de las relaciones tóxicas que lo absorben, lo desgastan y le quitan la energía.
En el caso de la persona que fue despedida, una manera positiva de enfrentar la situación a través de la imaginación es descubrir sus cualidades y pensar cómo revolucionar su vida.
Otras maneras de estimularla
Jiménez propone que, para desarrollar la imaginación, lea. Esta actividad, útil para reforzar la memoria gracias al lenguaje, hace pensar e imaginar distintas situaciones. Recuerde que cada persona es distinta y las imágenes que proyecta en su mente se ven influidas a partir de las experiencias personales.
Puede buscar distintas temáticas dentro de la literatura. Jiménez prefiere la de ciencia ficción porque los autores han creado los mundos a partir de su imaginación. Otra recomendación del publicista es informarse de lo que sucede en el mundo, ver redes sociales y conversar con más personas.
Otra es dibujar, pintar y bocetar. “No se trata de saber hacerlo, sino de dejar que la imaginación fluya”, comenta. Ver las nubes es algo que tal vez haya hecho de pequeño. Relacionarlas con formas es un ejercicio entretenido.
Si lo que necesita es encontrar alguna solución, es aconsejable hacer una lluvia de ideas. “Esto sirve para crear. No hay malas ideas, solo hay que darles forma”, opina.