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Contrario a lo que la mayoría cree, este tipo de relación no necesariamente tiene que involucrar golpes para que pueda catalogarse así y es por eso que a muchas acciones alarmantes, como los celos enfermizos, se les resta importancia. “Por ejemplo, una relación tóxica puede ser aquella en la que uno de los dos sale de fiesta y el otro sufre porque piensa que le está siendo infiel… llama por teléfono y no le contestan… no duerme y se siente alterado todo el tiempo”, afirma la psicoanalista María André Guzmán.
Además, explica que se trata de una dinámica en la que no puede existir uno sin el otro y que ambos miembros de la pareja se ven sometidos a un gran desgaste emocional. “A la persona que altera, manipula y hiere física o mentalmente a la otra le llamaremos abusador o abusadora, mientras que quien recibe estos malos tratos se identificará como víctima”, dice Guzmán.
Además la psicoanalista agrega que cada uno tiene características propias. Por ejemplo, el abusador utiliza los sentimientos de culpa, sarcasmo o ironía para controlar al otro, mientras que la víctima se siente insegura frente al abusador y es por eso que no sabe cómo ponerle un alto a la situación. Por muy extraño que parezca, lo que ambos tienen en común es el miedo. Según la licenciada Guzmán, por un lado, el abusador teme perder el control de la situación, perder el poder que tiene sobre el otro y que la víctima decida abandonar la relación; mientras que la víctima suele mantenerse en la pareja por distintas razones, pero las más comunes son:
- Baja autoestima
- Dependencia emocional
- Miedo a quedarse sola
- Creer que uno es la solución a los problemas del otro. Es decir que la víctima cree que es una especie de “salvación” para su pareja y piensa que a su lado, podrá hacerle ver la realidad desde un mejor punto de vista y volverse una mejor persona, según lo indica el artículo Relaciones tóxicas, de la psicóloga Ciara Molina. En este caso es importante tener claro que si bien es cierto que una persona puede cambiar algunos rasgos de su personalidad, esto solo sucederá si realmente está dispuesta a hacerlo. Tener expectativas poco reales a la larga le creará a la víctima mucha frustración y dolor.
¿Por qué es tan difícil salir de este tipo de relaciones?
Según Guzmán, la persona que tiene más posibilidad de cambiar es la que sufre porque el abusador está en una situación cómoda, en la que se siente beneficiado.
La razón más común por la que la víctima no se anima a terminar la relación, incluso a pesar de estar consciente de que es dañina, es porque ha creado fantasías y expectativas alrededor de esta y porque al final, implica tener que lidiar con una pérdida.
Sí es posible salir de este tipo de relación
Para dar ese paso es necesario que la persona que atraviesa por esta situación tenga claro que merece ser feliz y logre anteponer el amor propio ante le miedo a quedarse solo o sola.
Romper una relación tóxica rara vez es fácil, pero pensar en lo que vendrá después, una vida plena y feliz, debería ser la motivación para que la víctima se anime a poner un alto a su situación.
Tomar la decisión, comunicárselo al otro o simplemente evitar el contacto son los primeros pasos para salir del caos y el malestar que provoca estar en una relación tóxica.
Si siente que necesita ayuda puede buscar a un psicólogo y exponer su problema para recibir terapia y así poder salir adelante.
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