Salud y Familia

Por qué a veces justificamos tanto nuestras decisiones frente a los demás

Aunque las personas pueden justificarse para garantizar que otras personas tengan consideraciones, esto puede llegar a ser desgastante, así como insuficiente ya que aleja a las personas de quiénes son.

Por qué a veces justificamos tanto nuestras decisiones frente a los demás

La justificación puede ser un mecanismo para paliar momentos de incomodidad o disyuntiva respecto a otras personas. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Los vínculos interpersonales también son moldeados por la complejidad: Más allá de costumbres, lenguajes y códigos, la comunicación con los demás se presenta como un paraguas bajo el cual podrían destacar situaciones como aquella necesidad por justificar decisiones o acciones frente a las personas. Para entender por qué la justificación puede ser compleja, es importante definirla antes.

La psicóloga clínica Nissely Herrera explica que se trata de una “apuesta” a las ideas que para cualquier persona pueden ser racionales, necesarias y/o justas.  También cabe matizar la mirada subjetiva de esta actitud, específicamente con lo variable que puede ser en el ámbito personal, laboral, social e interpersonal, ya que, de acuerdo con Herrera, las justificaciones suelen vivirse en cualquier ámbito de la vida.

Esta vinculación de lo que se justifica con cualquiera de las áreas que atravesemos en la cotidianidad nace del aprendizaje social y familiar; es parte de lo que aprendemos como natural, y por ende, lo reproducimos: “El “fíjese” es una manera muy chapina de plantear la justificación. Probablemente porque ya tenemos programado en nuestra mente que no siempre nos sentiremos cómodos o conformes con la respuesta que nos van a dar”, comparte la psicóloga Herrera.

Por otro lado, la necesidad de justificar -o excusar- una decisión puede responder a la urgencia por una constante búsqueda de aprobación, por lo que se está haciendo, así como por un sentido de auto-reforzamiento.

La psicóloga especialista en análisis y modificación de conducta Luchi de León comenta que esta forma de pensar implica un proceso de aprendizaje. En él, la mente siempre recibe algo, que se traduciría como una respuesta favorable.

“En Guatemala está muy cimentada la necesidad de dar explicaciones respecto a algo que podría decirse de forma puntual. Tenemos un comportamiento muy reforzado de andar pidiendo disculpas por todo. En otro país se puede pedir favor  de un vaso de agua, pero en Guatemala antes se dice “disculpe” o “será que le molesto”. Es un aprendizaje social muy estructurado”, comparte de León.

Cuándo y por qué aparece la justificación

Las psicólogas entrevistadas coinciden que la necesidad por justificar las acciones tiene un origen en la formación cognitiva y psicosocial.

“Si una persona ha aprendido a que se le castiga, a que no se le cree o se le censura si no da una justificación, claramente buscará hacerlo siempre. No es algo que se deba tanto a un miedo o una situación individual, sino a las consecuencias del entorno que moldearon su comportamiento“, explica Luchi de León.

La especialista en salud mental apunta que dentro de esta dinámica se empezará a justificar y a adornar con el propósito de “acceder a eso que se necesita y no recibir el castigo del entorno”.

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Esta forma de actuar y pensar responde a una búsqueda de aprobación así como por un sentido de auto-reforzamiento. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

El vínculo de la infancia con la justificación roza la complacencia, apunta Nissely Herrera: “En esa época descubrimos que pertenecemos cuando las personas están contentas o satisfechas con lo que decimos, al buscar su aprobación, usaremos ese sistema de justificaciones para obtener su mirada“.

Según explica Nissely Herrera, aunque las personas pueden justificarse para garantizar que otras personas tengan consideraciones, esto puede llegar a ser desgastante, así como insuficiente ya que aleja a las personas de quiénes son.

Esta situación también ocurre constantemente cuando las personas desean evitar un conflicto o cuando existen dificultades a la hora de resolver temas. “La justificación se puede convertir en un camino más corto”, establece Herrera.

Por otro lado, Luchi de León cuenta que las excusas o justificaciones suelen ser particulares cuando las personas desean mantener una imagen que podría no ser validada en su entorno. Por ejemplo, cuando alguien se ha nombrado y manifestado como responsable, pero en algún momento no logra cumplir con ese rol.

“Puede ser un conflicto porque hemos aprendido a que tenemos que defender la imagen construida y muchas veces sufrimos por protegerla. La justificación serviría para escapar de las consecuencias negativas del entorno”, comparte de León.

Detectar las justificaciones

La importancia de detectar y cuestionar las justificaciones radica en que las personas puedan darse cuenta de qué tanto se están distanciando de sus objetivos por la evasión. Es en esas ocasiones que podría haber una oportunidad para replantear o reorientar las formas de comunicación con los demás, comparte Luchi de León.

A decir de Nissely Herrera, comenta que para detectar la manera en la que alguien se justifica se puede hacer una lectura sobre el lenguaje corporal. Esto ayudará a entrever una incomodidad a la hora de algo que se está diciendo o sobre-explicando.

Por qué a veces justificamos tanto nuestras decisiones frente a los demás
Las personas pueden justificarse para garantizar que otras personas tengan consideraciones. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Frente a la pregunta sobre qué podría hacerse en momentos de justificación, Herrera comparte que no siempre necesitamos dar demasiada información sobre algo. Lo importante, subraya, es dar una explicación o respuesta honesta y auténtica.

Los siguientes son algunos consejos dados por las psicólogas entrevistadas que podría tomar personas en constante justificación:

  • Si hay mucha incomodidad o problema respecto a comunicar de forma transparente, es recomendable asistir con un especialista en salud mental y abordar en terapia las razones.
  • Poner límites con pequeños pasos, aprendiendo a decir que no a situaciones que no quisieran complacerse.
  • Enfrentar el riesgo de caer mal así como reconocer que no siempre se caerá bien a todas las personas.
  • Usar la voz para manifestar las verdades propias y perderle el miedo a estar de acuerdo con lo que se cree.
  • Saber cuándo algo que se está explicando puede ser mucho, ya que no todas las personas comprenderán lo que se está diciendo.
  • Rodearse de personas que hagan sentir seguro el espacio y que no haya necesidad de complacer o justificar las decisiones que se toman.
ESCRITO POR:
Alejandro Ortiz
Periodista de Prensa Libre especializado en temas sobre cultura y bienestar, con 5 años de experiencia.