“Cuando hablamos de límites, hablando de establecer lo que estamos dispuestos a no a permitir, pero no por el puro hecho de demostrar poder o resistencia, sino para podernos proteger”, explica la psicóloga Helen Muñoz.
De acuerdo con la especialista, cuando las personas logran identificar algo que les daña o afecta, pueden permitirse que esto no sea usado para manipularlas o herirlas emocionalmente, y es allí donde radica la posibilidad de establecer límites. “Son una forma de autorrespeto y autocuidado”, agrega Muñoz.
De acuerdo con la también especialista en salud mental Raquel Marroquín, poner límites implica enfrentar situaciones o personas conflictivas. Aún así, este hecho no se exime de la incomodidad que muchas veces lleva a las personas a callar o restringirse.
“El reto está en cambiar la mentalidad que dice que si hablamos será peor, o si no la otra parte se enojará. Son pensamientos que provocan miedo, por lo que inmediatamente recurrimos a evitar enfrentar y callarnos”, argumenta Marroquín.
La psicóloga agrega que, al cambiar la forma de concebir esas ideas, será más fácil hablar y establecer límites. Cuando reconocemos nuestro valor, así como el respeto que merecemos, se vuelve más fácil expresar de manera asertiva, así como marcar un alto con valentía.
No obstante, aunque parezca sencillo cambiar esa forma de pensar y, por ende, de actuar, no todas las personas tienen la posibilidad de marcar límites fácilmente.
Helen Muñoz explica que una de las razones de esto puede ser la baja autoestima, la falta de asertividad y la dependencia de cualquier tipo. La psicóloga también explica que el desafío se encuentra en las personas, quienes, por otro lado, tienen dificultades al recibir un alto de otras personas.
“Las relaciones donde no se ponen límites pueden estar marcadas por desequilibrio de poderes, donde la persona dominante suele ser egoísta y piensa prioritariamente en sus necesidades. Esto dificulta que vea las necesidades del otro, mientras que la persona sumisa tiende a sentir que sus pensamientos y emociones no son tan importantes, por lo que tampoco busca que sean tomados en cuenta”, explica Muñoz.
Importancia de establecer límites
El problema de no establecer límites puede verse reflejado hacia adentro y hacia afuera de las personas. En el plano más íntimo, puede afectar en cuanto a una baja autoestima, incremento de la inseguridad, el resentimiento, la culpa, la inconformidad y los síntomas depresivos, explica la psicóloga Raquel Marroquín.
Helen Muñoz explica que la falta de valía personal detonada por el irrespeto de los límites puede reflejarse en cuanto a que las personas irrespetadas llegan a priorizar a otros y, por ende, se olvidan de sí mismas. “Se postergan o anulan las necesidades propias con tal de cumplir las de otros”, amplía.
Según apunta la psicóloga Muñoz, cuando las personas no establecen límites se acercan aún más a la posibilidad de caer en relaciones de manipulación, las cuales se caracterizan por el dominio o la agresividad, aunque no necesariamente son violentas.
Raquel Marroquín nombra algunas consecuencias frente a las otras personas de no establecer un límite: que se aprovechen de nuestra buena voluntad, que nos vean como un objeto y no como persona, que decidan por nosotros, y que tanto nuestra autoestima como autoconcepto se vean dañados.
Frente a este escenario, es importante también mencionar que quizá no siempre podremos identificar cuando no estamos poniendo límites. Estas son maneras de saber cuándo no estamos poniendo un alto son: cuando por quedar bien con todo el mundo decimos “sí” y nos sobrecargamos de actividades que no nos corresponden, cuando nos sentimos desvalorizados, o cuando sufrimos algún abuso físico, verbal o psicológico.
Experiencias como la frustración y la desvaloración, el miedo al rechazo o al abandono, e incluso, la culpa, nos pueden llevar a observar mejor nuestras conductas. Otras formas de verlo son cuando tenemos hay dificultad para decir ‘no’, cuando buscamos la aprobación cumpliendo con todo lo que se nos solicita, o cuando preferimos no llevar la contraria para evitar el conflicto.
Cómo poner límites a las personas
Antes de establecer la frontera personal que no quisiéramos que otras personas cruzaran, es necesario tener clara la importancia de lo que significa. “El poner límites significa darnos nuestro lugar y darnos a respetar. Claro que acá influyen las creencias propias, los patrones de crianza y el juicio crítico”, comenta Raquel Marroquín.
La base de este límite debe ser el respeto y la empatía tanto por los demás, pero principalmente en uno mismo, agrega Helen Muñoz. La terapeuta explica que la frontera personal tiene que ver con todas aquellas áreas donde las personas se desenvuelven en sus relaciones interpersonales, familiares o laborales.
También es necesario recordar que tenemos derecho a mantener nuestros propios pensamientos y emociones, de escuchar las propias necesidades y deseos. Pero también, se deben comunicar de forma asertiva.
Raquel Marroquín explica que empezar a poner límites debe ir acompañado de una identificación de las conductas o comentarios que nos hacen daño, el establecer posibles soluciones (saber cuáles tratos se permitirán y cuáles no), así como hablar claro en el momento que se presente una falta de respeto
“Debemos tomar en cuenta que todos tenemos el mismo derecho a solicitar lo que queremos de la misma forma en que todos tienen el mismo derecho a decir que no. Y esto no debe ser una razón para sentirnos ofendidos”, resalta Helen Muñoz.