La próstata —parte del tracto reproductivo masculino que produce un líquido que combina con el esperma para crear semen— agrandada presiona la uretra y obstruye el flujo de orina. Eso provoca micción frecuente, dolor o ardor al orinar y orina poco abundante. Si no se trata, causa infecciones graves del tracto urinario, sangre en la orina y fallo renal crónico.
A partir de los 45 años, los hombres deben practicarse, al menos una vez al año, un examen de próstata, dice el urólogo Hugo Arriaga.
Tratamiento
Existen varios tratamientos —fármacos, cirugías, ablación con aguja transuretral, termoterapia— para la hiperplasia prostática benigna. Uno de los más novedosos y que ya está en Guatemala es la terapia mínimamente invasiva con láser, GreenLight XPS, una técnica de intervención quirúrgica realizada con una pequeña fibra que se introduce en la uretra por medio de un cistoscopio (instrumento utilizado para examinar la uretra y el interior de la vejiga).
La fibra administra energía láser de alta potencia que evaporiza el tejido prostático rápido. Este proceso se prolonga hasta que se elimina el tejido de la próstata agrandada y pronto se recupera el flujo urinario normal aliviándose los síntomas urinarios en la mayoría de los pacientes.
El resultado es un conducto urinario despejado para el paso de la orina, con menos riesgos de efectos secundarios, incluyendo disfunción eréctil y hemorragia, comunes en otras cirugías de próstata.
Entre sus ventajas destaca: hospitalización más corta, menor pérdida de sangre, recuperación más rápida, colocación de sonda breve o innecesaria (menos de 24 horas) y tratamiento definitivo.
Síntomas de la hiperplasia
Goteo al final de la micción.
Incapacidad para orinar (retención urinaria).
Vaciado incompleto de la vejiga.
Chorro débil de la orina.
Necesidad de orinar dos o más veces por noche.
Micción dolorosa u orina con sangre.
Dificultad para comenzar a orinar.