El exceso de alcohol puede generar una reacción fuerte en este órgano, que podría sufrir una infección aguda o crónica. “Los valores de grasa altos en sangre y la nicotina tampoco son buenos para el páncreas”, comenta el doctor Markus Lerch, director de una clínica en Alemania.
La falta de movimiento, el sobrepeso y “los factores genéticos también pueden jugar un papel” en el funcionamiento, explica la especialista Dagmar Mainz. El páncreas es un órgano que está activo permanentemente. Si enferma, las dos funciones primordiales que cumple se verán afectadas. Por un lado, el páncreas secreta todos los días un litro y medio de jugo pancreático, compuesto, entre otras cosas, de agua y 28 enzimas digestivas. “Esa secreción desarma los alimentos en hidratos de carbono, proteínas y lípidos”, explican los especialistas.
Por otro lado, el páncreas libera hormonas como la insulina y el glucagón. Ambas juegan un papel importante en la regulación de la glucosa en sangre.
Por lo general, una infección aguda del páncreas se hace notar con dolores muy fuertes de estómago. A veces esos dolores irradian desde la zona alta del estómago hacia la espalda. “Muchas veces esos síntomas se dan junto con náuseas y vómitos”, advierte Mainz. Otros síntomas pueden ser problemas de presión e hinchazón en la zona abdominal.
Para tener una cifra de referencia sobre la gravedad de la pancreatitis pueden observarse las cifras registradas por el sistema de salud alemán: el país europeo registra un promedio de 74.000 casos anuales, de los cuales 1.500 no sobreviven la enfermedad.
“Es indudable que la causa más común de la pancreatitis es la diabetes”, apunta Lerch. Las primeras señales de alerta son la sed y un mayor caudal de orina. En realidad, la diabetes también puede surgir como consecuencia de una pancreatitis.
El páncreas puede generar cada vez más cicatrices a raíz de una infección crónica que daña el órgano. Eso puede generar, por un lado, dolores que vuelven una y otra vez, pérdida de peso, diarrea, hinchazón e intolerancia hacia las grasas, explica Mainz, lo que podría derivar en una falta de vitaminas y en osteoporosis, una enfermedad que afecta los huesos.
El tratamiento de las infecciones pancreáticas depende de la causa. Si se trata de una diabetes por deficiencia del nivel de insulina, el paciente deberá inyectarse la insulina regularmente y, en caso de registrarse fallas en las enzimas digestivas, se las ingiere como pastilla. Esas son medidas que pueden tomarse para paliar algunos síntomas. Pero, tal como apunta Lerch, “por el momento no existe un tratamiento que vaya a la verdadera causa de la infección”.
Por eso lo que suele tratarse es la complicación. Se suministra mayor cantidad de líquido, medicamentos contra los dolores y, en algunos casos, antibióticos. Lo más importante es acudir rápidamente al médico en casos agudos para evitar una consecuencia fatal
En general el paciente no recibe alimentos sólidos durante cierto tiempo para preservar el páncreas. En un caso leve, los pacientes ya pueden ingerir comidas después de dos o cinco días. En cambio, en casos agudos hay serio riesgo de que el órgano haga una autodigestión. Para evitarlo deben retirarse los tejidos dañados por los jugos digestivos.
Si el causante de todo llegaran a ser cálculos en la vesícula, no es problema retirarlos. Si aparecieran con bastante frecuencia, también se puede extraer toda la vesícula.
Lo malo sería verse ante un cáncer de páncreas. Los síntomas se pueden dar tanto en el caso de tumores malignos como en tumores benignos. El paciente nota este problema al sentir dolores de espalda permanentes o notar una ictericia.
Quienes quieran hacerle un favor al páncreas harán bien en no tener sobrepeso, beber alcohol con moderación y moverse bastante.