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Antje Lobenstein, del Museo Alemán de Jardinería en la ciudad de Erfurt, explica cómo funciona esto: “Primero, los niños pueden dibujar en un papel cómo se verá su pequeño jardín. De esta forma pueden aprender técnicas de representación como la perspectiva del pájaro o trabajar con escalas”.
Cómo preparar el jardín
Luego viene la implementación: según explica, primero hay que armar la caja, que puede ser una caja de madera común, como las que se usan en las verdulerías para las frutas. Señala que lo ideal es colocar por debajo una tela de jardinería para que el agua no se escape.
Lobenstein, que suele construir regularmente este tipo de jardines con niños en edad escolar en el museo, recomienda colocar adicionalmente una lámina de plástico por debajo de la caja si se la va a poner en el alféizar de una ventana.
Luego hay que llenar la caja con una buena cantidad de tierra, al menos cinco centímetros. Lo ideal es plantar hierbas que crezcan lentamente, como tomillo, cebollín, perejil, albahaca o romero, pero también flores como lobelia, según dice.
La jardinera da un consejo: comenzar con el precultivo de las plantas en semilleros. “Esto tiene la ventaja de que los niños pueden elegir las plantas más fuertes para su jardín. Al mismo tiempo, aprenden cómo crecen las plantas desde la semilla”, indica.
A continuación, los niños pueden transplantar las plantas a su minijardín: el romero, por ejemplo, puede convertirse en un pequeño abeto, el tomillo o el cebollín en un seto.
Como último paso, los niños pueden decorar su jardín. “Se pueden usar arena, guijarros, virutas de pizarra o piedras blancas para formar caminitos”, explica la pedagoga del museo.
Añadió que, quien así lo desee, puede incluir en su minijardín un invernadero, un estanque o una fuente con láminas de plástico o incluso colocar un pequeño cuenco.
Cómo cuidar bien el minijardín
Es importante que el minijardín tenga luz suficiente, ya sea que está en el alféizar o fuera, en una terraza, en un lugar luminoso, según aconseja Lobenstein.
Los niños deben regar el jardín dependiendo del clima y la luz. “Lo mejor es que prueben con sus propios dedos si la tierra aún está húmeda”, añadió. Si está húmeda, no hace falta que rieguen.
Asegura que, con el tiempo, los niños van aprendiendo cuándo es necesario regar. “La idea es justamente esa. Que los chicos puedan empezar a percibir estas cosas”, afirmó.