La psicóloga Andrea Urías explica que todos necesitan crecer en un entorno en el que se sientan identificados, para generar un desarrollo integral. Además, el refuerzo social favorece a la adaptación de nuevos ambientes. Sin embargo, cuando se carecen de habilidades para relacionarse con los demás se puede provocar rechazo y aislamiento, que afecta la calidad de vida.
“Las relaciones interpersonales son conductas o habilidades sociales que se requieren para tener una buena interacción con los demás. Para lograrlo se necesitan actitudes positivas con uno mismo, saber seguir instrucciones, tener empatía y respeto. Al final, todos necesitamos tener alguien a quien contarle nuestras experiencias, problemas y alegrías; y eso se logra fortaleciendo las relaciones con otras personas”, dice Urías.
Sin embargo, hay quienes relacionarse con otras personas les resulta complicado porque no han desarrollado las habilidades para lograrlo. Los expertos indican que, sin importar la edad, puede aprender algunos hábitos que le ayudarán a ser más sociable y llevarse bien con quienes convive a diario.
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1. Aspectos generales
La psicóloga Claudia Melville comenta que es importante reflexionar acerca de las dinámicas interpersonales, para que al momento de interactuar sea más realista en cuento a las expectativas en sus futuras relaciones.
“Es importante comprender la naturaleza del vínculo que se sostiene con cada persona, para entender las fortalezas y debilidades del mismo. De esta manera podremos mejorar las relaciones con los demás”, dice la profesional.
Cada persona tiene un lenguaje de expresión. En primera instancia es importante reconocer el impacto que en los demás. Por eso cuestiónese si es verbal, detallista o táctil. Cada persona tiene una mejor receptividad dependiendo del lenguaje que utilice. Luego de reconocer su forma de expresarse, inténtelo con los demás, para saber si está logrando la conexión que desea.
Además, estos son algunos aspectos generales que debe poner en práctica para crear buenos hábitos sociales.
Saber escuchar
Escuchar va más allá de solo estar viendo a la persona que habla, se trata de escucharla de forma activa, prestando atención a su relato y concentrándose en sus palabras, para que usted pueda dar una opinión consciente y acertada. Urías comenta que no es recomendable que, mientras escucha, piense en lo que dirá a continuación, porque lo distraerá y la otra persona notará que está pensando en algo más.
La coach de vida Lucía Contreras recomienda que, para escuchar de verdad, puede parafrasear lo que le están contando. De esta forma la otra persona sabrá que realmente le están prestando atención y que usted entendió adecuadamente. También puede cuestionar lo que dice o apoyar con situaciones parecidas que le hayan sucedido.
“Una de las mejores formas de prestar atención es asentir con la cabeza mientras escucha o hacer expresiones con su rostro de acuerdo a lo que le están contando”, dice la profesional.
Practicar la empatía
La empatía está relacionada con la buena escucha. Cuando usted presta atención que le están transmitiendo existe la posibilidad de que pueda entender muy bien y comprender la razón por la que el otro actuó de cierta forma o la respuesta que dio. “Escuchar bien y practicar la empatía consiste en comprender a la otra persona que está escuchando, desde su contexto y no del suyo. Es decir, ponerse en la piel de los demás y entender el proceso que hace que piensen como lo hacen en ese momento”, explica Urías.
Los principales obstáculos que dificultan la empatía es la tendencia a restarle importancia a las preocupaciones del otro e intentar minimizar sus sentimientos. Se acostumbra a escuchar con prejuicios y que sus ideas influyan en el relato y en la forma de pensar del otro.
Para evitar las practicas anteriores procure hacer pregunta abiertas mientras la otra persona le platica. Estos cuestionamientos le ayudarán a continuar con la conversación y a obtener la información suficiente para poder dar una opinión.
Melville comenta que es importante comprender las historias y vivencias de cada persona para entender las visiones que tiene de la vida, aunque difieran de las suyas.
Ayude a avanzar lentamente con el diálogo, para que quien le habla tome perspectiva de lo que le ocurre. Para esto es importante que no aborde con muchas preguntas, ni tampoco con comentarios como “pero y después ¿qué pasó?”. Haga que la persona vaya a su propio ritmo y se sienta cómoda con usted.
En varias ocasiones, el otro solo quiere ser escuchado y no necesita algún consejo. Por eso, los comentarios siempre deben ser con palabras suaves que no hieran los sentimientos de los demás. Lo ideal es hacerlos de forma sincera y constructiva.
Buenos modales
“Los buenos modales nunca pasarán de moda y siempre abrirán puertas”, dice Conteras. Por eso, desarrollarse con respeto y armonía en todos los ambientes es importante para tener buenas relaciones con los demás.
Aunque los modales dependan mucho de cada persona, la profesional señala que los más básicos son:
- Saludar y despedirse siempre.
- Decir gracias.
- No interrumpir a la otra persona cuando habla.
- Permitir que el otro pase primero.
Ahora el uso excesivo del celular ha formado parte de los actos que se pueden medir como buenos modales. Si está en una reunión o hablando con alguien más, procure no utilizarlo a menos que sea una emergencia.
Manejo de la ira
La ira es conocida como una respuesta emocional a un momento de frustración, que la mayoría de las ocasiones no requiere de justificación. Sin embargo, cuando las personas tratan de racionalizar su ira se sienten víctimas de la situación y adoptan una actitud que los aleja de los demás.
Para aprender a manejar la ira, Contreras recomienda que cuando trate de justificar este sentimiento no utilice palabras como “debería o debe”, “es mi derecho” o “es justo o no”, porque únicamente adhiere más su malestar y lo lleva a pensar que alguien más tiene derecho a satisfacer sus necesidades o lo que le generó molestia.
Lo ideal es que escriba en una libreta o en el celular la razón por la que se siente así y haga ejercicios de respiración profunda. De esta forma calmará su mente y le ayudará a racionalizar mejor sus pensamientos. No se trata de omitir lo que siente, sino de buscarles el motivo adecuado, por eso escribirlos le ayudará como ejercicio de introspección.
2. Comunicación en el trabajo
Saber comunicarse y tener buena relación con los compañeros de trabajo es importante para crear un ambiente de armonía y que las horas laborales no se sientan eternas. También crear alianzas con quienes trabaja puede generarle éxitos profesionales, un ambiente más motivado y mejor desempeño.
Por eso, es importante promover la colaboración, respeto y empatía con sus compañeros de trabajo. “Recodemos que la mayoría pasamos más horas en el trabajo que en nuestra casa, así que llevar una buena relación con quienes vemos 8 horas al día es importante para disminuir el estrés y la tensión que nos puede generar las actividades que hacemos”, dice Urías.
Evite el papel de víctima
De acuerdo con Urías, existen estudios que indican que en el trabajo las personas suelen adoptar tres conductas: de víctima, de salvador o perseguidor.
El papel de víctima lo adoptan aquellas personas que son pasivas, pero que desean que los demás compañeros les resuelvan sus problemas, por eso se quejan de todo. Su principal característica es que en su queja no aportan alguna solución.
Los que asumen el papel de salvador adquiere responsabilidades que no le son propias y se impone la obligación de tratar de resolver los problemas de los demás. La mayoría de las ocasiones se estresa mucho porque tiene más trabajo del normal.
El perseguidor es aquel que se dedica a decirles a sus compañeros lo que deben de hacer, pero sin escucharlos ni tomarlos en cuenta. Sus principales víctimas son aquellas personas pasivas y que tienen baja autoestima.
“Ninguno de los tres roles son positivos para la persona, ni para el ambiente de trabajo, porque generan más ansiedad y estrés laboral. A largo plazo genera tensiones entre compañeros, que pueden resultar difícil de resolver”, dice la psicóloga.
Luego de conocer estos roles, analice cómo es su comportamiento en la oficina. Puede comenzar analizando si las atribuciones que tiene asignadas son realmente las que usted debe hacer. Luego, cuando tenga un problema, anótelo en una libreta y cuando ya lo haya controlado, anote las posibles soluciones que usted aportó. Así se dará cuenta si ha adoptado alguna de las conductas anteriores.
Aporte soluciones
Utilizando la misma estrategia anterior, lo ideal es que anote el tipo de soluciones que usted aporta a su equipo de trabajo. Las profesionales indican que no debe frustrarse si en algunas ocasiones no se lleva a cabo la que usted propone, lo importante es ser proactivo y, en lugar de señalar los problemas o crear más, se aporte con posibles salidas.
“Lo recomendable es tener optimismo, ser positivo y buscar cómo se puede solucionar algo lo más rápido posible o sin crear más daños. No se debe centrar en quién tuvo la culpa, porque eso solo generará más roces en el grupo, perderá tiempo y no soluciona el problema. Ser colaborador es la mejor opción”, enfatiza Contreras.
Cultura de retroalimentación
Aprender a recibir y dar consejos es importante para tener una buena relación de trabajo, sobre todo si los proyectos dependen de un equipo.
Cuando usted pide o sabe escuchar algún consejo, demuestra a sus compañeros que le interesa su opinión, que respeta su punto de vista, confía en su experiencia y que sabe escuchar. Por el contrario, cuando está dispuesto a dar uno, estimula la comunicación con el equipo porque es señal de que le importa el proyecto y que respeta el trabajo de los demás.
Lo importante en este punto, según los profesionales, es que siempre haya respeto. Aunque considere que los consejos que ha recibido no son positivos para su proyecto, siempre agradezca el interés de los demás.
3. Relaciones familiares
Mantener buenas relaciones familiares es importante porque son con quienes se convive diariamente. Sin embargo, esa convivencia puede hacer que haya roces entre los integrantes por diferencias en personalidad. Reforzar los lazos y la comprensión entre cada uno ayudará a ser más tolerantes y llevarse mejor.
Hacer actividades juntos
Pasar tiempo juntos y buscar momentos para compartir es importante. Muchas veces se olvidan los gustos o intereses de los otros miembros de la familia, por lo que buscar actividades que sean del agrado de todos ayudará a sentirse cómodos.
“La mejor actividad es comer juntos. Regularmente, por los horarios de trabajo, es la cena. En este espacio pregúnteles a todos cómo les fue en su día y preste atención. Si le piden un consejo, puede darlo, de lo contrario mejor solo escuche”, aconseja Contreras.
Otra actividad recomendada para hacer juntos son los quehaceres del hogar, porque todos tiene el mismo fin: que la casa sea más cómoda y acogedora para todos. Lo ideal es que la repartición de tareas sea equitativa, para que no cause conflictos entre todos.
Celebrar los logros
Siempre es positivo celebrar y resaltar los logros de los demás, porque son satisfacción para usted también. “La familia siempre está para apoyar, entonces la celebración de las cosas buenas es motivación para continuar alcanzando metas”, concluye la profesional.
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