Los antibióticos son fármacos que se utilizan para combatir las infecciones causadas por bacterias. “Luchan contra las infecciones al matar a las bacterias o dificultar su desarrollo y reproducción, pero no tienen ningún efecto contra los virus”, detallan los especialistas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC).
“Aunque en ocasiones las manifestaciones clínicas de las infecciones producidas por diferentes microorganismos pueden ser similares, es clave tener un diagnóstico que permita utilizar el fármaco adecuado para su tratamiento, pues cada agente infeccioso debe ser tratado con fármacos específicos”, dice Jesús Oteo Iglesias, médico especialista en microbiología clínica y científico del Instituto de Salud Carlos III de Madrid, España.
Importante saber
Los antibióticos son fármacos antibacterianos, es decir, capaces de matar o impedir el crecimiento de bacterias patógenas, pero no tienen actividad frente a las infecciones, algunas muy frecuentes, producidas por virus, hongos o parásitos, explica Oteo.
El resfriado y la gripe, tan habituales en esta época del año, son enfermedades causadas por virus, por lo que los antibióticos no son efectivos para tratarlas.
“Es frecuente que una persona que se siente mal, con dolor de garganta, molestias urinarias o fiebre, recurra a los antibióticos que le sobraron de un tratamiento previo, propio o de algún familiar”, comenta Oteo.
La posibilidad de que esa automedicación sea correcta es ínfima por diversos motivos: porque se desconoce si es una infección bacteriana y, en el caso de serlo, se ignora qué tipo de bacteria la causa; porque no se sabe si esta tiene mecanismos de resistencia a ese antibiótico; porque es habitual incumplir la posología, es decir, la cantidad de antibiótico que debe tomarse al día y a qué intervalos de tiempo, y porque la duración del tratamiento es incompleta, ya que se limita a las pastillas disponibles; entre otras razones.
Pierden eficacia
El mal uso que se hace de los antibióticos es una de las principales razones que explican que estos medicamentos no funcionen tan bien como solían.
La OMS indica que cada vez es mayor el número de infecciones (por ejemplo, neumonía, tuberculosis y gonorrea) que se vuelven más difíciles de controlar, debido a la pérdida de eficacia de los antibióticos utilizados para su tratamiento.
Pero, ¿cómo se hacen las bacterias resistentes a los antibióticos? Jesús Oteo explica que la aparición de cepas bacterianas resistentes a los antibióticos es un proceso inevitable debido a la presencia de ciertas mutaciones espontáneas.
“Con la administración de determinada dosis de antibiótico, la población bacteriana sensible muere y solo sobrevive la cepa resistente que, además, tiene todo un ecosistema libre para su desarrollo. Además, al ritmo al que se reproducen las bacterias, es cuestión de horas que una población resistente haya reemplazado a la población de origen que era sensible al fármaco”, indica el profesional.
El científico precisa que la aparición y diseminación de la resistencia a los antibióticos es el resultado de un proceso de selección adaptativo en respuesta al uso de antibióticos. “De este modo —señala— la incorrecta utilización de estos fármacos y su uso excesivo facilita y acelera dicho proceso, lo cual aumenta la probabilidad de aparición de resistencias”.
Prevención
- Consumir antibióticos a medias no hace otra cosa que agravar el problema de la selección de resistencias. Es decir, cuando el médico prescribe el tratamiento, hay que terminarlo aunque el paciente ya se sienta mejor.
- Nunca se debe tomar antibióticos que hayan sobrado de tratamientos anteriores; ni compartir antibióticos con otras personas.
- Muchas infecciones se previenen mediante el lavado de manos, con una buena higiene de los alimentos, evitando el contacto directo con personas enfermas y al cumplir puntualmente con el calendario de vacunas.