“En el 2006 sufrí un accidente en el que me golpeé la columna vertebral, por lo que tuve que guardar reposo. Conforme fui recuperando mi rutina los médicos recomendaron que saliera a caminar, luego a correr. Eso lo soporté por un año, pero luego me aburrió. Respeto mucho a quienes se dedican al atletismo y a quienes salen a caminar todas las mañanas, pero sentí que no era lo mío”, relata el joven de 34 años.
Cuando su recuperación ya estaba completa y podía practicar cualquier tipo de actividad física, un amigo lo invitó a jugar tenis, sin embargo, su alergia al sol evitó que este deporte fuera la actividad física que necesitaba.
Juan Carlos comentó en su oficina el deseo de practicar un deporte, así que uno de sus compañeros le recomendó el squash, que también se juega con una pelota y raqueta, pero en un espacio cerrado. El papá de su compañero le enseñó las reglas básicas y lo invitó a jugar una vez por semana.
El squash es un deporte en el que dos personas, con una raqueta, golpean una pelota de goma contra la pared. La bola puede tener varios grados de velocidad o rebote, la definición dependerá del color de esta. La pelota puede rebotar en todas las paredes cuantas veces sea necesario, pero siempre ha de golpear la pared frontal antes de tocar el suelo. De lo contrario se considera punto para el otro jugador.
“El primer día no aguanté ni 15 minutos porque es una actividad muy movida. El mayor instrumento es nuestro cuerpo y mente, porque hay que moverse con agilidad para pegarle a la pelota y estar concentrado en la siguiente jugada contra nuestro oponente. Javier, mi mentor y papá de mi compañero, me dijo que tenía que generar resistencia con otro tipo de actividad física y su recomendación fue correr por las mañanas”, dice riendo.
El joven, quien ahora se dedica a bienes raíces, tiene más de cuatro años de practicar squash porque es el deporte que le permite entrenar su mente ante cualquier adversidad y desarrollar mejores estrategias. Además, es la actividad física que le permitió ver lo positivo de salir a correr todos los días para entrenar su cuerpo. “Pegarle a la pelota para que rebote en la pared es muy satisfactorio y divertido, incluso, es algo que hacemos casi de forma inconsciente cuando tenemos una pelota en nuestras manos”, enfatiza.
Historia del squash
El squash es un deporte que nació en una cárcel de Londres, Inglaterra, en donde algunos internos se divertían pegándole a unas pelotas contra la pared y poco a poco fueron creando sus reglas. Esta forma de juego se popularizó y los reos obtuvieron permiso para salir a practicarlo en los patios.
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Se desconoce cómo, pero después las escuelas británicas y universidades adoptaron esta práctica y fue allí en donde el juego terminó de desarrollarse. Aproximadamente en 1830 los estudiantes de la escuela Harrow descubrieron que una pelota pinchada de racquets, que era más dura, al golpearla contra la pared producía más variedad de juego y mayor esfuerzo físico, indica Víctor López Lagos en el texto Training core y la velocidad de desplazamiento de jugadores de squash categoría élite del country club arrayanes de Quito”.
Esta variante tuvo aceptación masiva y diez años después se usaban remos como especie de raqueta adaptada. En 1841 se creó la primera pelota y por el sonido que producía al rebotar en las paredes se le da el nombre de “squash”. Luego el deporte se propagó por toda Inglaterra, después varios países como Canadá y Estados Unidos ya lo practicaban.
En 1907 en Estados Unidos se creó la primera asociación de squash. En 1922 se realizó el primer torneo oficial de mujeres y un año después el de los hombres.
¿Cómo se juega?
El squash es un deporte dinámico que se practica entre cuatro paredes: una trasera de vidrio, dos laterales y una frontal. Estas últimas tres pueden ser de block con recubrimiento especial, panel o de vidrio. El juego se lleva a cabo entre dos personas, quienes golpean la pelota con raquetas haciéndola rebotar en la pared frontal de la cancha. Esta debe rebotar en el suelo una vez, ya que si rebota dos veces se considera punto para el contrincante, explica la Asociación Deportiva Nacional de Squash de Guatemala.
Los partidos están compuestos de tres a cinco sets de hasta once puntos cada uno, exceptuando los casos en donde el marcador sea 10-10. En estos el tie-break (desempate), deberá ser a diferencia de dos puntos.
Al iniciar el partido el jugador A debe elegir el área de servicio (saque), el cual debe realizarse cruzado hacia el jugador B. Cuando ya se ejecuta el saque los jugadores se alternan para golpear la pelota contra la pared frontal, aunque puede rebotar contra las otras tres paredes.
Los jugadores se pueden mover libremente en toda la cancha, pero siempre tienen que golpear la pelota en dirección a la pared frontal. Gana el punto quien no pueda devolver la bola antes de que rebote dos veces en el suelo, quien envíe la pelota encima de la línea de fuera, quien toque la pelota con el cuerpo.
De acuerdo con la Asociación Deportiva Nacional de Squash de Guatemala, este deporte se puede jugar en modalidades: individual, dobles y equipo. En el país la estructura de entrenamiento está dividida por líneas que dependen del nivel de rendimiento de los atletas y su experiencia deportiva: primera, segunda, tercera línea; iniciación y deportistas aficionados.
Beneficios del squash
El squash puede ser practicado por cualquier persona, desde menores de 12 años hasta mayores de 60, ya que más allá de los beneficios físicos que están relacionados a la condición física de cada deportista, también se desarrollan habilidades psicológicas como tenacidad, perseverancia, motivación y carácter.
Beneficios físicos
Debido a que los jugadores se pueden desplazar en toda la cancha, a pesar de que las distancias a recorrer son cortas, es un deporte que requiere resistencia física. “El squash demanda capacidad aeróbica, porque al estar moviéndonos de un lado a otro con recuperaciones breves, el aporte energético viene del metabolismo aeróbico. Esto también ayuda a nuestra salud cardiopulmonar”, opina Gilda Guerrero, psicóloga deportiva.
Además, por el constante movimiento se tiene fortalecimiento muscular del abdomen, las piernas y brazos. Al tener el pecho, espalda y brazos fuertes ayudan a la potencia y rapidez con la raqueta; mientras que el abdomen y piernas mejoran la postura en la pista. Al fortalecer todo el cuerpo aumenta nuestra agilidad y velocidad, útil para cualquier actividad.
“Aprendemos a tener coordinación de manos y pies, a ser flexibles y accionar rápidamente. Es como si al estar de un lado para otro nuestros reflejos mejoran porque la mente está enfocada en la próxima jugada mientras el cuerpo reacciona al movimiento de la pelota”, indica Juan Carlos López.
Un estudio realizado por la revista Forbes, en el que valoraron la resistencia cardiovascular, potencia y resistencia muscular, flexibilidad, las calorías consumidas en 30 minutos y la probabilidad de sufrir una lesión durante una práctica, el squash logró una puntuación de 22.4 sobre 28, por lo que se consideró como uno de los deportes más saludables del mundo, se lee en el portal de la Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala.
Beneficios psicológicos
La mente también se ve beneficiada con este deporte, ya que el squash estimula la atención al entorno y ayuda a concentrarse en solo una cosa a la vez. En este caso, la pelota. También promueve la toma de decisiones rápidas, sin pensarlo demasiado, ya que no se tiene el tiempo para razonar por varios minutos, lo que promueve la agilidad mental.
También se trata de un deporte estratégico, por lo que los jugadores aprenden a planear y anticiparse a cualquier situación. En caso de que los resultados no sean como se desea se aprende a manejar las adversidades, ya sea con más entrenamiento o solo aceptando lo que sucedió.
Ayuda a controlar la presión y el estrés, debido a que el jugador se concentra en el juego y olvida los problemas porque no tiene tiempo para pensar en más. El squash ayuda a controlar las tensiones y enseña a ser competitivos de forma saludable. Asimismo, como todo deporte, promueve la disciplina, responsabilidad y ética.