Su característica es un impulso desagradable o incómodo de mover estas extremidades. Algunas personas lo describen como una sensación de hormigueo, de tirón o de ardor en los muslos, pantorrillas y pies.
La sensación se alivia de manera temporal cuando uno se pone de pie y camina un poco, al cambiar de posición o al estirar las piernas. Los síntomas, normalmente, empiezan al atardecer o por la noche, después de haber permanecido sentado o recostado durante algún tiempo.
Muchas personas, a medida que se quedan dormidas, experimentan en las piernas unas contracciones leves conocidas como miocolonos hípnicos que son parte normal del proceso de conciliar el sueño, pero no están relacionadas con el síndrome de las piernas inquietas que es mucho más incómodo y suele afectar el sueño.
Los médicos, por lo general, pueden diagnosticar el síndrome de las piernas inquietas con base en los síntomas, que ya aparecen a los 5 o 6 años de edad. En alrededor de 30 por ciento de niños con esta afección puede coexistir un trastorno por déficit de atención e hiperactividad.
Tratamiento
El tratamiento para este síndrome se enfoca en aliviar los síntomas. Existen varias medidas que pueden tomarse en casa para ayudar a calmarlos como tomar un baño caliente, masajear las piernas y aplicar compresas calientes y frías.
Los estiramientos, seguidos por ejercicio de nivel moderado y realizado con regularidad, así como establecer buenos hábitos para dormir también pueden ayudar. La cafeína, el alcohol y el tabaco pueden desencadenar los síntomas o empeorarlos, por lo que se debe reducir el consumo de esas sustancias.
Investigaciones revelan que una dieta deficiente en hierro puede contribuir a desarrollar esta enfermedad. Si el médico sospecha que ese podría ser el caso, al revisar los niveles de este mineral, se recomienda ingerir más alimentos con alto contenido de hierro como carnes rojas, las hortalizas de hoja verde oscuro, las leguminosas, el pan, los cereales y los fideos fortificados con hierro, o tomar un suplemento.
Cuando los cambios en el estilo de vida no bastan, el médico puede recetar medicamentos, entre estos aquellos que afectan una sustancia química en el cerebro llamada dopamina, que se encarga de enviar mensajes que controlan los movimientos musculares desde el cerebro hasta el cuerpo.
Los científicos sospechan que el síndrome de las piernas inquietas puede vincularse con insuficiente actividad de la dopamina en el sistema nervioso.
Ciertos medicamentos usados para tratar el dolor, tal como la gabapentina, pueden tratar de manera eficaz el síndrome infantil de las piernas inquietas. Cuando ni el hierro oral ni la gabapentina son eficaces, se puede recurrir, entonces, fármacos agonistas de los receptores de la dopamina como el ropinirol, el pramipexol o la rotigotina.
Kotagal advierte que ciertos medicamentos pueden empeorar los síntomas, incluidas las pastillas para dormir de venta libre que contienen difenhidramina, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y los antieméticos. Es importante consultar con un especialista ante los primeros síntomas y evitar la automedicación.