Mandy Alvarado, 7 años “Quiero salvar vidas”
Con mucho orgullo, el padre de Mandy, Mario Alvarado, muestra los hermosos dibujos de flores e insectos que nacieron de la creatividad de su hija, a quien le diagnosticaron leucemia en agosto del 2014. Desde entonces, está en tratamiento en la Unidad Nacional de Oncología Pediátrica, a donde acude cada mes desde Concepción Huista, Huehuetenango. Todavía falta un año y medio de tratamiento, pero Mandy está feliz de que hace 33 días le dijeron los médicos que su médula está libre de leucemia. “Ya estoy sana, voy a salir adelante y voy a estudiar”, dijo la pequeña, quien quiere ser doctora “para salvar vidas”. “Es fuerte, nunca la he visto decaída. Siempre está alegre y anima a otros niños que tienen la misma enfermedad”, comparte su padre.
Julio Fernando Elías Roldán, 13 años “Quiero ser locutor”
Con suma rapidez, Julio Fernando escribe el dictado de la maestra en estenografía en braille. Vive en Antigua Guatemala y estudia en sexto primaria en la Escuela para Niños Ciegos Santa Lucía, del Comité Prociegos y Sordos, a donde asiste desde los 7 meses de edad, cuando le diagnosticaron cataratas congénitas, a causa de la toxoplasmosis que contrajo su madre durante el embarazo. Se sometió a tres cirugías del ojo derecho y dos del izquierdo, y a los 5 años este último rechazó el trasplante de córnea que se le realizó. Eso no ha impedido que tenga sueños. “Me gustaría narrar programas deportivos de análisis o de música”, añade. “Es muy aplicado, ordenado e independiente”, dice su maestra, Flor de María Reyes.
Diana, 16 años “Me gusta la literatura”
Pasó algún tiempo antes de que Diana dejara de ocultarse en la noche por el miedo que sentía al recordar el atentado que sufrió su familia, cuando ella tenía 10 años, en el que perdieron la vida su padre y su hermano, de 4 años. Con la ayuda psicológica que recibió en Fundación Sobrevivientes fue volviendo a la vida de nuevo. No es de extrañar que le guste leer libros sobre el Renacimiento. Además, pasa su tiempo libre escribiendo historias. Pero su más grande sueño es convertirse en psicóloga para brindar apoyo a personas que pasan por situaciones difíciles. “No quiero que mi pasado sea impedimento para mi futuro y quedarme estancada”, dice la adolescente, quien cursa cuarto bachillerato en Ciencias y Letras.
Esteven, 9 años “Atrapar a los malos”
Aunque se entristece cada vez que ve fotos de su madre, Mindy Rodas —a quien su esposo le desfiguró el rostro, y cuyo cadáver fue encontrado en el 2010—, la niñez de Esteven transcurre como la de cualquier otro pequeño. Su abuela, Mónica Donis, y quien se hace cargo de él, dice que le gusta leer la Biblia e ir al campo. Es inteligente y muchas veces sorprende por la madurez de sus pensamientos. Su materia favorita es matemática.
“Me gustaría ser custodio de presos y atrapar a los malos”, dice Esteven, mientras juega en un pequeño juego de futillo. “También me gustaría ser futbolista. Mi equipo favorito es Brasil”, añade el pequeño, quien sueña con vivir en Estados Unidos y estudiar allá con sus primos.
Karily Rivas, 7 años “Maestra y bombera
A Karily le daban pocos meses de vida cuando nació de forma prematura, con seis meses de gestación. Pesaba tan solo una libra, y medía 17 cm. Pero su madre, Jennifer, no se dio por vencida, pese a los retos que la esperaban y a las secuelas que enfrenta su hija: afección renal, atrofia cerebral, hipermetropia, cálculos biliares y sordera severa. Con el apoyo de su madre y de la educación que recibe en el Jardín Infantil para Sordos, del Comité Prociegos y Sordos, Karily no solo aprendió a comunicarse, sino que es una alumna sobresaliente. Sueña con ser maestra, mamá y bombera. Desde pequeña le encanta ir a la escuela. Además, le gusta armar rompecabezas y los perros. “Yo amo a Muñeca”, dice la pequeña, en referencia a su can.
Jacobo, 9 años “Está en mi corazón”
Los ojos de Jacobo reflejan la usual curiosidad infantil, al tiempo que es obediente con su abuela, María de Aguirre, de 82 años, quien se hizo cargo de él a los 2 meses de edad, cuando su padre murió en un ataque cuando trabajaba como piloto de bus. Su madre lo dio en adopción a De Aguirre. “Quiero que ya no haya delincuencia ni asaltos ni muertes. Quiero que haya paz en Guatemala”, dice Jacobo, quien sueña con ser policía o doctor, para atender a personas con discapacidad. El pequeño está consciente del amor que le profesa su abuela, y lo resume en este pensamiento: “Mi abuelita se ha esforzado mucho conmigo, siempre me ha levantado el ánimo sabiendo que voy a ser grande y fuerte”, dice el pequeño.