La vida pide acción
Es una realidad el desquiciamiento social y la pérdida de valores.
Mientras subsista la precaria situación de salud y la debacle social que sufre la mayoría de los guatemaltecos, por la falta de entrega y responsabilidad ante un pueblo desesperado, nuestra gente seguirá sufriendo y muriendo.
Mientras exista esta situación que viene de décadas, todos los esfuerzos que se hagan por rescatar a este pueblo, serán insuficientes. Ya estamos frente a un desquiciamiento social, moral y psicológico, insostenible.
El individuo pierde cada vez más sus valores morales y espirituales y se consume en la enfermedad, en las drogas y en las bajas pasiones, por falta de apoyo a la familia y de la educación temprana a la niñez. No solo es culpa de la familia, el estado es responsable. La falta de respaldo económico a las instituciones sociales para que funcionen bien, es el origen de todas las calamidades que vivimos. Tal es el caso de la salud pública y la asistencia social que no funcionan correctamente.
Es tan importante fortalecer la salud física, como mental y emocional de los guatemaltecos. Es imposible funcionar sin respaldo económico.
Instituciones como la Liga Guatemalteca de Higiene Mental, que siempre ha sido dirigida por eminentes profesionales, debe ser fortalecida financieramente porque es parte de un equipo importante de la salud.
Todo esto viene al caso por la situación de una familia cuyo caso se publicó la semana pasada. Una madre y abuela enferma, de 70 años, es el centro de una familia, con dos hijos discapacitados de edad adulta, dos nietas casi adolescentes cuya madre murió y una bisnieta de un año. ¿Cómo sobreviven? La nieta, madre de la bebé, lava y plancha ropa ajena y el nieto es recolector de un camión de basura, viven todos en un cuarto de un palomar.
Supuestamente, días comen y otros no. La abuela sobrevive sin medicinas, porque no las puede comprar.
Ninguna institución pública o privada se interesó por el caso. Yo esperaba que la Sosep lo hiciera, porque se dieron los datos para localizarlos. Se oye muy duro cuando se escucha decir: Viven en extrema pobreza, pero duele más saber que viven en la peor de las miserias. Qué estamos esperando para resolver estas trágicas situaciones que viven miles de guatemaltecos. Nos quejamos de la delincuencia, de la violencia, de las maras, de lo difícil que esta la situación. Todo pasa frente a nosotros sin inmutarnos.
Qué se gana con conocer las estadísticas de las muertes del día, si no hacemos nada; ni siquiera extenderle la mano a una familia que pide un pan. ¡Cómo duele la indiferencia! Pero algunos no podemos quedarnos de brazos cruzados y hay que actuar ahora.
rina.montalvo@gmail.com