Se diferencia de otros trastornos como la anorexia y la bulimia en que su objetivo, por lo general, no es adelgazar, sino el deseo exagerado de consumir alimentos “biológicamente puros”, a menudo para recuperarse de una enfermedad.
Jordan Younger es una joven que se convirtió en una referencia para la salud con su blog de comida en Nueva York. La Rubia Vegana era exitoso, y lanzó su propia línea de ropa con lemas como “Oh Kale Yes!”, promocionado el consumo de kale, a la cual se le atribuyen múltiples beneficios para la salud. Convencida de “comer sano”, Younger compartía sus consejos sobre la “desintoxicación” con sus más de 100 mil seguidores en Instagram.
Pese a mostrarse rebosante de salud, su letargo iba en aumento y dejó de tener la regla. Comenzó a tener ansiedad, a entrar en pánico cuando se enfrentaba a una comida que no había previsto o algo que no encajaba con sus reglas. Fue entonces cuando la joven se percató de que había algo que claramente no funcionaba bien en su estricta dieta, explica el sitio abc.es.
“Había desarrollado muchos temores en torno a la alimentación”, declaró Younger a The Independent. “Mis comidas cada vez eran más limitadas. Me resultaba fácil esconderme detrás del escudo del veganismo –vegetarianismo estricto– cuando estaba en un restaurante con amigos o incluso a la hora de hacer las compras. Descartaba todo lo no “light”, libre de aceite, sin azúcar, sin gluten y basado en plantas naturales, porque no estaba dentro de mis alternativas”, recuerda.
Younger comenzó finalmente un largo proceso de terapia y su alimentación se volvió más equilibrada al reintroducir los huevos, el pescado y el pollo. Es más, cambió de nombre en internet para convertirse en La Rubia Equilibrada. No fue una transición fácil, ya que se enfrentó a fuertes críticas y amenazas de muerte de algunos de sus fanes.
“Yo no controlaba la comida, ella me controlaba a mi”, dijo Carrie Armstrong –una presentadora de televisión de Newcastle– sobre la ortorexia. El doctor Bratman, quien no solo acuñó el término, sino que también fue la primera víctima diagnosticada de ortorexia, apunta que el peligro viene cuando el hábito se convierte en obsesión.
“Llega un punto en que el ortoréxico dedica gran parte de su vida a la planificación, la compra, la preparación y el consumo de la comida”, apunta el doctor. “Algunos enfermos comienzan por privarse de un conjunto de alimentos, como los productos de origen animal, pero con el tiempo su dieta se vuelve tan restrictiva que que acaban por desnutrirse”, añadió.