Otra de las cualidades que se requieren es vencer el miedo al dolor, pues durante el entrenamiento es normal sufrir golpes, pero también hay que vencer el temor a la altura, ya que los aparatos que se utilizan están a varios centímetros del suelo.
“En todo deporte o actividad física el riesgo de lesionarse es alto, y en gimnasia, más que otros”, explica Tejeda. Sin embargo, esto no demerita que sea un deporte apasionante.
Si te has preguntado cuál es la mejor edad para comenzar, los técnicos indican que es a los 6 años; pasados los 10 es muy difícil que el cuerpo desarrolle las habilidades necesarias para un buen desempeño.
Para ser gimnasta profesional, el tiempo de entrenamiento es de una hora en los primeros años, y en el nivel de alto rendimiento —cuando se tienen las cualidades necesarias—, se necesitan de cuatro a siete horas diarias, en dos jornadas. Ese es el tiempo de Jorge dedica a su preparación.
El entrenamiento de los varones es distinto al de las mujeres. En los hombres se busca desarrollar la fuerza, mientras que en ellas, la flexibilidad.
Desde el suelo
Todo comienza en el piso, según Tejeda, pues esta es la base de los cinco aparatos que se dominan en este deporte: potro con arzones, argollas, salto, paralelas y barra fija.
Para controlar cada uno se requiere un mínimo de dos años de entrenamiento, explica el técnico.
El apoyo de los padres es esencial, ya que deben estar dispuestos a llevar a los niños al entrenamiento diario y formar en ellos disciplina para no dejarse vencer al primer tropiezo. Se pueden inscribir en la Federación Nacional de Gimnasia —11 avenida, entre 26 y 27 calle de la zona 5—.
Anillos o argollas
Este aparato necesita de mucha fuerza, así como trabajo de palanca y balanceo. La fuerza recae en la espalda y en el abdomen, por lo que se trabajan mucho los deltoides y los pectorales, pero también los bíceps y tríceps. Los gimnastas más corpulentos de la cintura para arriba tienen mayor facilidad para practicarlo.
Barras paralelas
Se trata de dos barras que están ubicadas de forma paralela separadas por unos 42 cm. El gimnasta debe realizar impulsos y vuelos sobre las barras. Se desarrolla el abdomen, la zona braquial, los deltoides, bíceps, tríceps, las muñecas y los glúteos. Al igual que en el potro, no se requiere ser corpulento para tener un mejor desempeño.
Potro con arzones
Para dominar este aparato se requiere tener mucha fuerza en los brazos, donde se apoya el cuerpo para realizar círculos sobre el potro. Se necesita fortalecer los hombros, abdomen, la espalda y los oblicuos. Los atletas altos y delgados tienen mayor facilidad para moverse y tomar los arzones.
Salto al potro
Esta es una de las especialidades de Jorge Vega, y se trata de saltar sobre una plataforma —que tiene 135 cm de altura— impulsado por un trampolín. La altura y musculatura del atleta guatemalteco le permite desarrollarse mejor en este aparato. Acá se requiere de mucha fuerza en las piernas.
En la barra fija
Acá se trata de realizar rutinas con giros y soltarse de la barra, que se encuentra a unos 280 cm del suelo, donde el miedo no tiene cabida. Para practicar este deporte se requiere fortalecer todos los músculos. Los gimnastas deben ser delgados y no muy corpulentos, pues entre más masa muscular el peso que deben cargar es mayor.
Esfuerzo de oro
La preparación de Jorge Vega en la Federación Nacional de Gimnasia comenzó a los 10 años, entrenando tres veces a la semana. Actualmente practica siete horas al día en dos jornadas, de 7 a 9.30 de la mañana, y luego de las 3.30 a las 7.30 de la tarde. Indica que duerme seis horas diarias y su dieta es alta en proteína y carbohidratos. Su especialidad, según sus entrenadores, es piso y salto al potro.
El joven de 20 años vio su esfuerzo recompensado al ganar la primera medalla de oro en gimnasia masculina en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015. Ahora su meta son los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, y para ello debe entrenar con más empeño y dedicación.