Salud y Familia

La cuarentena y las adicciones

El aislamiento, un toque de queda o el encierro preventivo genera diferentes tipos de respuesta emocional y mental, y en tiempos del covid-19 han aparecido dos factores en común en las familias: miedo y estrés.

El miedo es una respuesta instintiva de los seres humanos que garantiza la sobrevivencia y que, con el paso del tiempo, el humano ha aprendido a afrontarlo y lo ha transformado en un miedo racional (ante las situaciones reales que pueden significar peligro real), pero en esta época el mayor daño lo produce la aparición del miedo irracional.

Este aparece cuando la preocupación se convierte en ideas continuas de sucesos negativos, incluso catastróficos de baja probabilidad de ocurrencia, o cuando se piensa, constantemente, acerca de los problemas sin resolverlos con insistencia, la preocupación se convierte en patológica y da paso a la aparición del estrés.

El estrés alimenta los miedos imaginarios, genera estados de alerta innecesarios y da paso a que lleguen la ansiedad, angustia, malestar físico, insomnio, tristeza, rabia, irritabilidad y muchísimos otros estados de malestar, que inciden en un deterioro en las relaciones entre abuelos, padres, hijos e incluso en el deterioro del funcionamiento laboral.

Además, el estrés durante el brote de una enfermedad infecciosa puede incluir reacciones como: temor y preocupación por la salud propia y la salud de los seres queridos, cambios en los patrones de sueño o alimentación, dificultades para dormir o concentrarse, agravamiento de problemas de salud crónicos, y aumento del uso de alcohol, tabaco u otras drogas.

La sugerencia desde la psicología consta en entender la diferencia entre lo que está dentro de mi campo de acción (lo que puedo decidir, lo que puedo cambiar, mi área de influencia), y todas aquellas cosas fuera de mi campo de acción (lo que no depende de mí, lo que no puedo modificar, el área de influencia de otros).

Entre las acciones concretas que se sugieren se encuentran:

  •      Emplear el estado de preocupación y activación y desarrollar la empatía, es decir la capacidad de ponerse en el lugar del otro para sentir lo que el otro siente, sin perder la propia identidad.
  •       Poner atención y echar a andar acciones que estén en su área de influencia, que les ayuden a estar aquí y ahora, presente, experimentando la realidad actual, tal y como es. Quiere decir, afrontar cada estado emocional, por incomodo que sea, miedo, tristeza, soledad, irritabilidad, hiperactividad, entre otros, y no caer en la confrontación interna, en el desgaste de pareja o en la falta de paciencia hacia los hijos y las tareas que les dejaron, además de las múltiples tareas domésticas que se pueden o se deben hacer.
  •      Dejar de alimentar miedos irracionales, apocalípticos, catastróficos o sobredimensionados, al alejarse de la “inforxicación”; es decir, la intoxicación por la constante desinformación recibida en redes sociales y en medios de dudosa calidad, en los cuales se manejan datos falsos, irreales o catastróficos.  Se recomienda solo consultar canales oficiales de organismos internacionales de salud y medios informativos de reconocida trayectoria, además de silenciar o abandonar los grupos de redes sociales que solo inflan el miedo irracional.
  •        Proporcionar a los sentidos (vista, olfato, oído, gusto y tacto)  información o sensaciones que produzcan bienestar, es decir, momentos placenteros, como disfrutar de la decoración de los platos, de rincones bellos del hogar o jardín, del trayecto al trabajo (en el caso que sea necesario), vestir con ropa cómoda, escuchar música que le agrade, decirle bellas palabras a las personas queridas y allegadas, hacer que el sentido del gusto saboree cada bocado, que la piel disfrute de la temperatura del agua en la ducha y la suave textura de geles o cremas, de las sábanas al descansar o hacer que el olfato disfrute de los aromas de los alimentos, de lugares, etcétera.
  •        Mantener la relación con las personas del grupo de apoyo familiar y social (familiares y amigos) sin caer en la tentación de alimentar miedos, solo por el gusto de compartir tiempo, ver un rostro amigo o escuchar una voz amable y apreciada.
  •         Y, por último, recordar que nuestra única responsabilidad es lo que está dentro de nuestro margen de acción, el otro y lo de afuera ahora no depende de nosotros,  solo el apoyo social al cumplir con el aislamiento preventivo (quedarse en casa, y salir, solo si es absolutamente necesario y con todo el equipo de protección posible), con iniciativas de apoyo a los que están en primera línea (trabajadores de salud, bomberos, Cruz Roja y Policía) y hacer nuestra parte en la primera línea, con quienes nos relacionamos en casa, y en nuestras redes, de forma responsable.

El aislamiento y las personas con trastornos por uso (dependencia y abuso) de sustancias (T.U.S.)

El covid-19 se constituye en un síndrome respiratorio, que ataca, principalmente los pulmones, lo cual podría representar un peligro particularmente grave para quienes vapean o fuman tabaco o marihuana.

Las personas con trastornos por el consumo de opioides y metanfetaminas también pueden ser vulnerables debido a los efectos que esas drogas tienen en la salud respiratoria y pulmonar.

Además, las personas con trastornos por consumo de drogas son más propensas que la población en general a no tener vivienda o a estar encarceladas, y esas circunstancias presentan problemas únicos con respecto a la transmisión del virus causante del covid-19, según el National Institute on Drug Abuse.

Otra de las complicaciones asociadas a la mencionada población es la dificultad en el manejo emocional y las estrategias de afrontamiento del estrés ante entornos cambiantes o demandantes, tales como un aislamiento obligatorio, toque de queda o cuarentena.

Por ejemplo, la dinámica del paciente alcohólico en confinamiento o aislamiento es peculiar, dado a que existen para ellos factores de riesgo como vivir solos, una falta de interés por actividades gratificantes o una tendencia a la depresión, lo cual puede detonar su vulnerabilidad y empeorar el problema del abuso de la sustancia.

Por otro lado, se encuentra la posibilidad de desarrollar o incrementar la ludopatía online (adicción al juego) como opción al principio de entretenimiento, ya que unido a antecedentes previos de compulsión, puede detonar su abuso durante el aislamiento.

Otro factor de riesgo lo constituye la soledad o el distanciamiento de las personas significativas, porque el soporte social es fundamental para afrontar y superar una adicción en cualquier contexto, en especial en tiempos de crisis general, dado que los familiares de una persona con una adicción o con un problema de abuso, que hayan recibido terapia o formen parte de un grupo de autoapoyo, contribuyen en su proceso de recuperación brindando soporte afectivo, y actuando como agentes de control de la situación.

A las familias, con o sin integrantes con Trastornos por Uso de Sustancias (T.U.S.),  en general, se les recomienda combinar estrategias de comunicación generadoras de cercanía y confianza, establecer límites, tener mucha paciencia y tolerancia,  además de propiciar y reforzar la participación de estas personas en cualquier actividad alternativa al consumo, así como su implicación en la vida familiar. Hablar y escuchar dificultades, miedos y preocupaciones de todos los integrantes de la familia genera un ambiente de atención y entendimiento mutuo.

Se recomienda que las familias inviertan tiempo y dinero en contactar a profesionales de la salud mental calificados, para que les brinden apoyo y estrategias de afrontamiento, por video o audioconferencia, tanto a las personas con T.U.S. como a sus familiares cercanos.

*Jorge Ernesto Rodas, psicólogo y M. A. en prevención y atención integral de conductas adictivas.  jorgernestorodas@gmail.com