Salud y Familia

La crueldad hacia los animales afecta a todos

“La crueldad hacia los animales es lo opuesto al deber que el hombre tiene consigo”, escribió  el filósofo Immanuel Kant, frase en la que se puede resumir que las consecuencias de este acto en contra de la naturaleza  afecta a la humanidad.

Ahora que está cerca de ser aprobada la Ley de Bienestar Animal, presentada por el Consejo Superior Universitario ante el Congreso de la República, vale la pena indagar en las causas del maltrato animal.

Signos de crueldad

La crueldad o maltrato hacia los animales puede ser de forma física o psicológica,  consciente o inconsciente, expone la veterinaria Claudia Hernández, quien pertenece a la comisión que designó el Consejo Superior Universitario para  el diseño de  dicha ley.

Algunas  formas de maltrato que se reportan en el país son los golpes, lesiones físicas, gritos excesivos, abandono, restricción de movimiento al atarlos o hacinarlos, no darles alimento o agua, no resguardarlos de la intemperie, sobrecargarlos, explotarlos o no facilitarles atención veterinaria.

El psicólogo Andrés Asturias refiere que esta conducta puede deberse al origen inconsciente de impulsos agresivos hacia alguien o algo, en los que se toma como objeto sustituto al animal. En los niños también influyen los modelos adultos de interacción con los animales, así como de cualquier otra forma de violencia.

Son más propensos a estos comportamientos quienes han sufrido abusos, negligencia o  maltrato familiar.

Características

Una persona que  violenta a los animales presenta desórdenes de conducta y psicopatía, que los hace ser insensibles al dolor físico, rara vez adquieren miedos condicionados como el miedo a la desaprobación social o a la humillación, los cuales restringirían sus  acciones inadecuadas y le darían un sentido del bien y del mal, dice el  psicólogo Estuardo del Águila, de la Liga Guatemalteca de Higiene Mental.

Como seres humanos, muchas veces nos creemos una especie superior a las otras; por  ejemplo, los experimentos  que las farmacéuticas hacen con los animales y que nadie controla, y que  es una manifestación de  trato cruel hacia ellos.  “A pesar de ello, estamos conscientes de que los seres vivos sienten dolor o sufrimiento, sensaciones que no son exclusivas de los humanos”, añade.

Algunos menores que muestran este tipo de conducta manifiestan negligencia, abandono, tenencia irresponsable, falta de empatía hacia otros seres vivos,  exposición a espectáculos crueles con animales o actos de crueldad, añade el psicólogo.

Dar el ejemplo

Los padres deben ser modelo de comportamiento y educar sobre este tema a sus hijos. Si un niño o adolescente manifiesta maltrato animal, es señal de que algo no está bien.

Es importante que los padres le transmitan valores como respeto, amor y  límites, dice Del Águila. Cuando no se pasan por alto estos comportamientos crueles hacia los animales, la sociedad puede  minimizar también otros tipos de violencia y sociopatía en el adulto.

La antropóloga Margaret Mead, quien estudió este problema, decía: “Una de las cosas más peligrosas que le pueden pasar a un niño es matar o torturar a un animal y salirse con la suya”.

Si esta mala conducta no se controla, puede tener repercusiones en el futuro. Los menores que abusan de los animales pueden vivir en situaciones de abuso y pueden  ser violentos hacia las personas, advierte Asturias. Si este fuera el caso, se  recomienda  que el pequeño inicie un proceso de acompañamiento psicológico para que esta conducta  pueda ser contrarrestada de su vida.

Secuelas para el animal

  • Un animal que ha sufrido maltrato o crueldad puede experimentar un cambio de comportamiento que podría ser irreversible, pero con ayuda de terapia de la conducta, puede ser rehabilitado para que sea sociable con  humanos y con  animales, explica la  veterinaria Claudia Hernández.
  • Los animales que han pasado por maltrato son desconfiados hacia las personas  y otras mascotas, pueden presentar síntomas depresivos como tristeza, miedo e inactividad, repetir de forma compulsiva  comportamientos como  ladrar a toda hora e, incluso, desarrollar agresividad.
  • Entre las secuelas físicas que se han observado en Guatemala  están las fracturas en miembros torácicos y pélvicos, cadera y columna, quemaduras en piel, llagas, cicatrices, hasta mutilaciones de extremidades, orejas, cola u ojos, según reportes de médicos veterinarios y organizaciones.
  • Su rehabilitación deberá ser efectuada por personal capacitado con ese fin, para minimizar el riesgo de algún accidente en casa. No se debe  forzar el contacto con el animal, puesto que toma tiempo, paciencia y  demostraciones de cariño para que vuelva a confiar.
  • Hay  casos en los que no es posible rehabilitarlos, en especial cuando el grado de agresividad resulta un peligro para las personas. Solo en estos casos se recurre, como última opción, a la eutanasia, y deberá ser practicada por un médico veterinario, para evitar el sufrimiento del animal.
  • La Ley de Bienestar Animal fomentará la tenencia responsable de los animales de trabajo, entretenimiento y de compañía, así como la ética en el uso de animales en la investigación y la docencia con la consecuente disminución de los riesgos derivados del manejo de ellos, concluye Hernández.

Algo sobre la Ley

  • Aplican infracciones  leves —cuatro salarios mínimos mensuales— el abandono de  animales de compañía, permitir que deambulen o su venta en sitios públicos.
  • Aplican infracciones  graves —ocho salarios mínimos mensuales— causar cualquier forma de crueldad hacia los animales; criar, reproducir o venderlos en establecimientos que no cumplan con los parámetros de bienestar hacia ellos  o someterlos a condiciones que sobrepasen su capacidad  de trabajo  o  mutilar  orejas, colas y tercera falange.
  • Aplican infracciones  muy graves —12 salarios mínimos mensuales— intervenir quirúrgicamente animales sin ser médico veterinario, cometer zoofilia y el control poblacional de animales mediante métodos que les provoquen dolor y agonía.
  • También, promover  o presentar  espectáculos que incluya peleas entre perros, así como su tenencia, reproducción o venta  con ese fin y la utilización de estos para la experimentación sin la autorización del Comité de Bioética, y  posterior abandono.

ESCRITO POR:

Brenda Martínez

Periodista de Prensa Libre especializada en historia y antropología con 16 años de experiencia. Reconocida con el premio a Mejor Reportaje del Año de Prensa Libre en tres ocasiones.