Hemos encontrado algunos hallazgos interesantes que seguimos investigando, por ello llevamos a cabo investigaciones con diferentes grupos donde comprobamos que las personas que tenían proyectos de largo alcance respondían mejor al cambio de un hábito, incluyendo una vida espiritual, cualquiera que esta fuera, sabíamos que una creencia sostenida era un insumo indispensable para el cambio de hábitos, y que ese valor de la confianza que cada ser deposita en el mismo, le da esa facilidad de creer que algo sucederá, incluso sin tener evidencia.
De alguna manera sustentado en las teorías de la mecánica y la física cuántica, los experimentos de Erwin Schrodinger sobre un gato introducido en una caja con un veneno, y descubrir si está vivo o esta muerto, con 50% de probabilidades para cada caso, dependiendo de la forma de pensar del investigador u observador, lo que nos facilita entender las conclusiones de otros experimentos como la doble rejilla o rendija, de Thomas Young.
Todo lo anterior para comprender que la forma de pensar si influye definitivamente en lo que ocurre en el mundo de la negociación humana.
Hemos estado trabajando en lograr que los seres humanos reconozcan ciertas habilidades y dones incorporados en su propia existencia, poder hacer cambios y experimentar lo beneficioso o perjudicial que es, el poder de la creencia.
Para ser un buen negociador, necesitas creer en lo que deseas, proyectar, visualizar, disponer de una intención y animarse a llevarla a cabo, todos experimentos que han demostrado que facilitan el logro de objetivos.
Ya habíamos comprado y vendido la idea que los seres humanos operamos la mayor parte del tiempo en piloto automático, que nuestros órganos funcionan y se rigen así, que no estamos conscientes de la respiración, el palpitar del corazón o si el hígado cumple o no su tarea y que adicionalmente muchas de nuestras tareas diarias las desarrollamos en el mismo estado; conducir, caminar, lavar los dientes, bañarse, en fin, lo que todos hacemos, pero muchos no entendemos.
Cuando el ser humano entienda dichas habilidades, practique por un tiempo y luego haga que sus negociaciones acudan a sus poderes automáticos, están colocando la ciencia a tu servicio, aplicando hábitos a las negociaciones.
Lo anterior, gracias a una zona llamada ganglios basales, clave en instalar procedimientos a seguir y convertirlos en rutinas, que se ejecutan con una perfección de acuerdo con la repetición, ahí esta el secreto de los hábitos para negociar.
Los ganglios basales participan de los movimientos facultativos realizados de forma inconsciente, comprometen el cuerpo entero en las tareas frecuentes o diarias que desarrollamos los humanos.
Ya sabemos que disponemos de dos zonas una llamada memoria de trabajo, que se ocupa del día a día, consume mucha energía por ser una actividad eminentemente consciente y nuestros ganglios basales que se concentran en lo que deseamos aprender, y que, a través de repetirlo, lo convertimos en rutinas, es la zona del cerebro que tiene como principio el ahorro de esfuerzo, ideal para negociar.
Algunos humanos no entienden que parte importante de la resistencia al cambio radica en que las personas utilizan su memoria de trabajo, lo cual demanda más energía, desaprovechando la maravilla humana, como son sus hábitos, ellos, demandan menos energía y son más rápidos. Anímese a poner la ciencia a su servicio para negociar.
Hábitos para negociar
Yesid Barrera, doctor en ciencia política y sociología.
Para ser un buen negociador, necesitas creer en lo que deseas, proyectar, visualizar, disponer de una intención y animarse a llevarla a cabo.