El 8 de agosto se celebra el Día del orgasmo femenino. Una fecha que se crea para reflexionar sobre el placer de las mujeres.
Este jueves 8, incluso las Chicas del cable, la popular serie de Netflix publicaron sobre este día, en sus redes sociales y también hacen un llamado a la nueva temporada que se entrenará el próximo viernes.
¡Ya llegan! ¡Ya llegan!… ¡Y cómo llegan! Feliz #DíaDelOrgasmoFemenino ¡Temporada 4 disponible mañana! pic.twitter.com/C0kS9ruIJQ
— Las Chicas del Cable (@ChicasDelCable) August 8, 2019
Según el sitio muyinteresante.es, las personas sexualmente activas enferman mucho menos ya que el sistema inmunitario se ve reforzado por esta placentera actividad generando más anticuerpos que alguien que no tiene intimidad.
El cuerpo está así más protegido contra los virus, gérmenes y cualquier otro intruso. Una investigación de la Universidad de Wilkes en Pennsilvania (EE. UU.) demostró que mantener relaciones sexuales 1 o 2 veces por semana eleva los niveles de ciertos anticuerpos en comparación con los que lo hacen con menos frecuencia.
Muchos estudios han evidenciado la buena asociación entre el sexo y una presión arterial más baja; en concreto, la intimidad ayuda a reducir reducen la presión arterial sistólica, el valor máximo de la tensión cuando el corazón se contrae.
Tener intimidad con frecuencia provocará, por una parte, que sea cada vez mejor y también mejorará nuestra libido. Para las mujeres en concreto, las relaciones íntimas generan lubricación vaginal extra, un aumento del flujo sanguíneo y una mejora de la elasticidad.
Por un lado, estar cerca de la pareja nos relaja, reduce nuestra ansiedad y por tanto el estrés. Abrazar, tocar y besar a la pareja hace sentir bien, ya que durante la intimidad se libera un químico cerebral que acelera el centro del placer y la recompensa del cerebro. Además, aumenta la autoestima y la felicidad, otra buena receta antiestrés.
La intimidad sí cuenta como ejercicio físico. De media, se queman unas cinco calorías por minuto, al utilizar varios músculos y acelerar el ritmo cardíaco, lo que nos hace estar más sanos.
El orgasmo es capaz de bloquear el dolor, según un estudio de la Universidad Estatal de Nueva Jersey (EEUU), ya que se libera una hormona que ayuda a elevar el umbral de dolor. El mismo estudio también resaltó que la estimulación vaginal sin orgasmo también bloqueaba en las mujeres el dolor de espalda, el menstrual, la artritis y el dolor de cabeza.
Después de un orgasmo, se libera la hormona prolactina, responsable de la somnolencia y la relajación. Es por este motivo por el que tras un encuentro sexual podemos quedarnos dormidos más rápidamente de lo normal.
Las relaciones sexuales no solo aumentan nuestro ritmo cardíaco, sino que mantienen en equilibrio los niveles de estrógeno y testosterona. El desequilibrio de estas hormonas provoca, por ejemplo, osteoporosis. Cuanta más frecuencia haya en las relaciones sexuales, mejor. Varios estudios evidencian que la intimidad unas dos veces por semana reduce a la mitad las posibilidades de morir de una enfermedad del corazón.
Tener un suelo pélvico fuerte es importante para evitar la incontinencia urinaria, un problema que afecta a alrededor del 30 por ciento de las mujeres en algún momento de sus vidas. Practicar sexo puede ser un entrenamiento muy eficaz para los músculos de esta zona debido a que cuando las mujeres tienen un orgasmo se produce una contracción de los músculos del suelo pélvico, lo que fortalece esa zona.
Es importante explicar que el clítoris tiene alrededor de 8 mil terminaciones nerviosas, durante el orgasmo se ensancha y se dilata, al igual que los labios menores y mayores de la vagina. Durante el orgasmo se experimenta un leve hormigueo que va de la cabeza a los pies.
Yosahandi Alcalá, psicóloga y sexóloga explica que el orgasmo es responsabilidad de cada uno. “Si quiero un orgasmo debo trabajar en él”, agrega la experta.
Para ello el conocimiento propio es vital. “En ello juega importancia cuestiones como la autoexploración, el reconocer qué me gusta, cuáles son mis zonas erógenas, dónde me gusta que me toquen, si disfruto que me digan cosas o cómo me gusta que me besen”, dice la experta.
Al tener estos puntos claros se puede compartir la información con la pareja y hacer más intensos los encuentros.
También es importante aclarar que una de las ventajas de las mujeres es que pueden tener orgasmos de diversidad de maneras, incluso sin que las toquen. “Es solo darse el permiso de sentir ese derecho de placer”, agrega Alcalá.
Practicar ejercicios Kegel, podría ayudar a producirlos. Estos tratan de apretar los músculos que controlan el flujo de orina y luego relajarse.
No son limitantes
Existen situaciones que hacen temer a la mujer no seguir disfrutando del placer. La histerectomía o cuando se quita la matriz o el útero podría ser una fase difícil.
Margarito Castro, ginecólogo y obstetra, así como experto en sexualidad, comenta que este procedimiento no afecta la sexualidad de las mujeres en quienes se le ha brindado asesoría sexual y a las mujeres que previo a la cirugía, no padecían de alteraciones sexuales.
Si una mujer no está informada o está poco informada sobre la respuesta sexual, la histerectomía puede ejercer efectos negativos en su sexualidad, lo que aumenta la posibilidad de distres vaginal, con disminución de la sensación genital, alteración de la excitación sexual, con predisposición a disfrutar de menos orgasmos o ausencia de orgasmos satisfactorios.
La pareja de la mujer juega un papel importante: el cónyuge va a influir para que la mujer pueda afrontar de manera positiva su sexualidad después de la cirugía.
“Las mujeres que tienen una buena relación de pareja antes de la operación, presentan menos o no presentan cambios críticos en su sexualidad. Es distinto cuando es poca o liviana la relación de la pareja. En estos casos ocurre mayor deterioro del funcionamiento sexual, no solo de la mujer sino también de la pareja después de la histerectomía”, agrega Castro.
La edad tampoco influye. Se cree que una persona podría perder interés o no tener placer durante la tercera edad, pero la realidad es contraria, concluye Alcalá.
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