El neurólogo Francisco Aguilar comenta que los sentidos posibilitan maneras de comprender el medio circundante de las personas. “Nos dan la información primaria con la que se discierne todo”, comenta.
Explica que el tacto, la audición, el olfato, el gusto y la visión dependen de receptores primarios que son percibidos y procesados por el cerebro en su corteza. Cada sentido tiene un “receptor primario” que hace relevos en el sistema nervioso y se integra a las denominadas “áreas de asociación”.
Aguilar señala que los estímulos hacen escalas en núcleos de relevos hasta que llegan a la corteza cerebral. Para que el cerebro capte las sensaciones, transcurren apenas milésimas de segundo.
La operación ocurre a lo largo de la vida, pero mientras pasa el tiempo, pueden cambiar los grados de asociación con los que el cerebro relaciona las cosas, dice el neurólogo. Lo anterior puede decantar en una deprivación sensorial o, en otras palabras, en la pérdida de un sentido; algo que suele ocurrir en personas de edades avanzadas, señala Aguilar.
Con la deprivación merman las capacidades de las personas, sin embargo, cuando un sentido deja de percibirse, es posible que otras áreas cerebrales compensen esa función. Un ejemplo de ello es cuando las personas que pierden la visión logran desarrollar el tacto y el oído, explica Aguilar.
“(Los sentidos) Nos dan la información primaria con la que se discierne todo”. -Francisco Aguilar, neurólogo
El neurólogo infiere que más allá de ser formas con las cuales se puede percibir el mundo, los sentidos son pequeñas grandes dinámicas que enriquecen la existencia humana y que deben cuidarse. A continuación, le decimos cuál es su importancia y cómo pueden cuidarse.
Tacto
Gracias a la piel, el órgano más grande de los humanos, el tacto es uno de sentidos más estimulados gracias a los receptores cutáneos que lo integran. El tacto comienza a desarrollarse desde la gestación del feto y está presente a lo largo de la vida, apunta Nora Coloma, terapista física y ocupacional.
El tacto permite que los humanos perciban sensaciones tanto externas como internas. Su funcionamiento, apunta la especialista, comienza a darse desde que los bebés reciben estimulación temprana.
La terapista física y ocupacional comenta de casos en que los pequeños pueden nacer con afectaciones respecto al tacto. Esto podría ocurrir por lesiones durante el desarrollo del feto, infecciones que padezca la madre, algún síndrome o por herencia genética, explica.
La especialista señala que, al ser alterado, el tacto podría manifestarse a través de dos anomalías a lo largo del crecimiento. Puede ser mediante hipo respuesta en cuanto a la aplicación de texturas sobre la piel y lo cual no genera un estímulo o reacción inmediata. Por otro lado, la hiper respuesta genera grandes reacciones con el mínimo contacto o estimulación suave.
En estos casos, y otros en los que el tacto es alterado por enfermedades o accidentes -por ejemplo, cerebrovasculares- se puede fortalecer el sentido mediante terapia de integración sensorial que consiste en aplicar estímulos táctiles.
Norma apunta que lejos de las afectaciones que puedan surgir, el tacto se mantiene estimulado a diario ya que “somos una integración sensorial”.
Una manera de estar consciente del sentido y darle mayor importancia puede ser a través del reconocimiento de todo lo que se toca o siente con la piel poniendo atención a las texturas, la temperatura, el dolor y la presión. Dichas terminaciones nerviosas darán información al sistema nervioso central del entorno.
Audición
Si hay una manera en que las personas pueden comunicarse con el mundo, es en gran medida, debido a la audición. La otorrinolaringóloga Lupemaría Dávila de la Parra apunta que este sentido, además de ser el centro del equilibro de los humanos, permite una vida social más sencilla.
A través de la escucha se posibilita el habla que además se aprende por repetición, dice la especialista quien explica que la audición es lograda por la operación del oído externo, interno y medio. En esa estructura del órgano confluyen los sonidos -que pueden ser graves y agudos-, medidos en decibeles.
De acuerdo con el doctor Francisco Aguilar, la escucha el oído tiene de 0 a 20 decibeles. Es esa misma escala la que permitirá captar y comprender la información expresada de manera sonora por otras personas y objetos.
Se debe prestar atención ya que este sentido no siempre funcionará igual para todas las personas. Por lo general, suele debilitarse con el paso del tiempo y comenzar a fluctuar cerca de los 30 años, según apunta la otorrinolaringóloga. Lupemaría señala que los tonos agudos son los primeros que podrían disminuir.
Infecciones o tumores cerca del área del oído, enfermedades hereditarias y relacionadas al órgano, o traumas por ruido pueden propiciar que la audición se reduzca.
Dávila de la Parra señala que también es necesario crear consciencia en las personas, aunque no se vean cerca de amenazas como las mencionadas anteriormente.
Por ello, recomienda tratar a tiempo infecciones de tipo respiratorias, tener en cuenta la inflamación de amígdalas, evitar el uso de audífonos de manera tan seguida y, sobre todo, modular los sonidos altos en medida que sea posible. Esto aplica en todas las edades, dice la especialista.
Olfato y gusto
Entre las grandes características de los sentidos destaca el hecho que el olfato y el gusto están vinculados. Esto se logra debido a las papilas gustativas -de la cuales hay cerca de 10 mil en la lengua- y las terminaciones nerviosas de la nariz.
La otorrinolaringóloga señala que para abordar el gusto y el olfato se debe reconocer primero la existencia de los distintos sabores que pasan por la boca y que son estimulados por las papilas gustativas. Estos son: dulce, salado, amargo, ácido y también el denominado umami.
En el caso de los olores, estos pueden llegar a percibirse desde el gusto debido a la interrelación entre ambos sentidos. De acuerdo con John P. McGann, neurocientífico de la Universidad de Rutgers, el humano puede llegar a discernir alrededor de un billón de olores diferentes.
Lupemaría Dávila de la Parra señala que la importancia del olfato, así como del gusto pueden verse en dos vías: desde el placer de los alimentos ingeridos, así como de la precaución de su estado. De igual manera, los olores pueden generar estímulos positivos y otros de alerta o repulsión.
Por ejemplo, el hecho de encontrar desagradable el olor o sabor de un alimento podría indicarle a las personas que se trata de uno en descomposición y por ende se alertará de su calidad y posible riesgo.
La otorrinolaringóloga comenta que, así como la audición y la visión, el olfato y el gusto también pueden decrecer en medida que avanzan los años, debido al cambio en la percepción neurológica.
Cuando no es por una entrada de la edad adulta, estos sentidos también pueden decrecer en casos de infecciones alérgicas o por gripes. Durante el último año esto se ha popularizado por los cuadros en la variante del coronavirus Sars-Cov-2.
Entre las sugerencias apuntadas por la especialista para proteger el olfato y el gusto destacan el cuidado frente a los cambios de temperatura, ya que esto puede provocar afectaciones respiratorias que darían como resultado un debilitamiento de esos sentidos.
También recomienda evitar espacios contaminados o con humedad. Asimismo, los alimentos deben ser cuidados. Se sugiere evitar que sean muy condimentados, picantes o los excesivamente calientes.
Visión
La vista permite que las personas logren una mejor movilización, así como ubicar los entornos y sus componentes en tercera dimensión, apunta el oftalmólogo Federico Hermes. Este sentido se logra gracias a la dinámica en la que el ojo recibe ondas de luz que atraviesan la córnea. El estimulo de los exteriores se convierte así en una imagen dentro del cerebro.
De igual manera que los otros sentidos, la visión se caracteriza por decrecer con la entrada de la adultez, específicamente a los 40 años cuando esta comienza a cansarse o dejar de enfocar. Casos de personas que no pueden apreciar de manera entera objetos cercanos o lejanos son comunes en esa época, pero también desde edades tempranas, apunta el oftalmólogo.
Hermes comenta que infecciones o alteraciones en el paciente como el glaucoma suelen ser comunes en cuanto a los efectos de la visión. Destacan las distorsiones en la mirada que pueden detectarse desde la época infantil.
Uno de los riesgos en cuanto a la visión es el uso de gotas para lubricar los ojos. Federico comenta que muchas veces, estos productos contienen esteroides y de aplicarse en exceso, podrían generar presión intraocular. El oftalmólogo insiste en que ese producto debe ser recetado por un especialista.
Hermes agrega que muchas veces, los daños a la visión pueden ser provocados por situaciones como la quema de productos pirotécnicos, los golpes en juegos e incluso, durante el exceso de uso de pantallas móviles.
Lo anterior genera cansancio en el ojo y puede provocar resequedad, visión borrosa y picazón en el órgano. Por ello, el especialista recomienda tomar pausas cada 40 minutos durante las jornadas para que la vista pueda reenfocarse y descansar.
A propósito del uso tecnológico, Hermes destaca los filtros antirreflejos que vienen incluidos en dispositivos celulares actualmente. Estas herramientas disminuyen la velocidad de la luz para que entre de manera directa y bloquee partículas molestas hacia el ojo, explica.
Una opción sugerida por el oftalmólogo es la implementación -recetada- de lágrimas naturales que ayudan a todas las personas a lubricar el ojo.
Otras de las recomendaciones hechas por Hermes para un cuidado de la salud visual consiste en realizar un examen completo de los ojos bianual o anualmente en personas de todas las edades. Sugiere que el mismo incluya un chequeo del ángulo, el nervio, la retina, la presión y el estado refractivo del ojo.
En cuanto a los alimentos, apunta que la ingesta de productos con vitamina A y componentes como el cobre, el magnesio y el ácido ascórbico facilitan el crecimiento, la inmunidad y la cicatrización celular necesaria para la vista.