Un ejemplo de ello es la denominada cronobiología, que estudia la operación de los ritmos circadianos (los cambios físicos, mentales y conductuales dentro de un ciclo de 24 horas); estos explican la vinculación de la luz con las personas en una lógica donde se establece que descansamos de noche y realizamos las actividades de día.
La importancia de este aspecto ha trascendido desde la Antigüedad en culturas como la griega, de la cual surgieron frases que aluden al descanso como “caer en los brazos de Morfeo”. En la antigua civilización griega, Morfeo era considerado como el dios de los sueños.
No obstante, datos como los anteriores han pasado a un último plano, señala la psicóloga clínica Colombia Callén, quien entre varios enfoques de terapia ha trabajado el sueño.
“La existencia de muchas actividades a altas horas de la noche como el uso redes sociales y el consumo de plataformas de transmisión continúa, han hecho que el sueño pierda valor”, explica la especialista, quien enfatiza que los jóvenes suelen prestar poca atención al descanso de noche.
Fernando Ceballos, neurólogo y especialista en medicina del sueño, resalta que el descanso, más allá de ser un proceso de recuperación física y mental garantizado para todas las personas, es crucial para los jóvenes en la adquisición de “competencias, destrezas y conocimientos”.
Desde los 15 y antes de los 24 años, los jóvenes consolidan la memoria. Esto puede lograrse desde un sueño reparador, profundo y continuo, apunta el neurólogo. Es en este periodo que se da la formación física y de conceptos agrega.
Casusas y efectos del mal sueño en jóvenes
Aun así, la poca importancia que suelen darle los jóvenes al sueño decanta en los frecuentes desvelos, apunta la psicóloga Callén.
La especialista comenta que esta dificultad para rendir bien el sueño es frecuentemente causada en jóvenes por el uso de dispositivos electrónicos hasta altas horas de la noche, además de otros aspectos cómo atravesar situaciones de índole emocional, económica e incluso de identidad.
En cuanto a la emocionalidad, que puede ser muy amplia y variante según la persona, esta suele detonar dudas, molestias y enojos que son llevados a la cama e impiden un buen descanso. Las razones para un mal sueño también se relacionan a acumulación de deudas que las personas pueden llegar a tener.
Aspectos externos como un ambiente donde no predominen las buenas emociones -y en el que hay constantes problemas, ataques o peleas entre personas- puede reducir las posibilidades de un buen descanso, ya que esto incrementa los niveles de preocupación, señala Callén.
Un constante desvelo puede suscitar consecuencias físicas y mentales en las personas, incluidos los jóvenes. Los especialistas Callén y Ceballos apuntan algunos riesgos por la falta de descanso:
- Envejecimiento prematuro: Al no dormir bien, la circulación se ve impedida de fluir bien, por lo que hay nutrientes que no llegan de manera correcta a la piel. Una muestra de ello son las ojeras que consisten en la dilatación de vasos sanguíneos debajo de los ojos. (No obstante, en ocasiones estas también dependen de factores de herencia).
- Falta de resistencia: Cuando alguien se muestra cansado y desganado por el desvelo, disminuye la recepción hacia los estímulos externos. Esto puede causar que las personas estén menos atentas a lo que ocurre en el ambiente y que, por ende, sean propensas a accidentes.
- Desbalances hormonales: Muchas veces quienes no duermen bien suelen tener más hambre, ya que constantemente se activa la ghrelina -hormona estomacal que activa e informa del apetito-. Al no haber una saciedad, hay tendencia a ingerir alimentos constantemente y en consecuencia, al aumento de peso. Los especialistas comentan que es común que los jóvenes solventen el hambre con productos altos en azúcares y grasas.
- Estatura comprometida: Durante la juventud se libera la hormona del crecimiento, por lo que, si se llega a dar un mal desarrollo del sueño, este puede comprometer la altura en las personas.
- Rechazo corporal: Los consultados mencionan que los efectos señalados anteriormente pueden traer consecuencias a niveles psicológicos como el rechazo al cuerpo, puesto que hay un cambio en el aspecto físico.
Garantizar un buen descanso
Fernando Ceballos explica que los jóvenes desde los 15 y 16 años están catalogados desde la cronobiología como personas con cuerpo de adulto, por lo que se recomienda que sus periodos nocturnos de descanso comprendan de siete a diez horas de sueño.
El descanso traerá beneficios al día siguiente, puesto que la memoria puede estar más fresca, y esto aporta a una mejor comprensión de las dinámicas sociales y de rendimiento académico o laboral en las personas.
Para empezar a trazar ese cuidado, los padres de familia deben estar pendientes de cómo duermen sus hijos, puesto que con el paso del tiempo estos se vuelven “producto de los hábitos que viven en casa”, señala Colombia Callén.
Es recomendable que los encargados partan del conocimiento de los efectos nocivos por la falta de sueño, así como de los beneficios que puede traer el buen descanso. Para lograr mejor una mejor eficacia en esta misión, Callén recomienda seguir algunas medidas hacia los jóvenes:
- Llevar un registro del sueño que tienen para identificar a qué hora se duermen y a qué hora despiertan. En paralelo, es recomendado evaluar si amanecen descansados.
- Explicarles los beneficios físicos y mentales que puede traer el sueño, contrastando ejemplos positivos y negativos.
- Establecer horarios para dormir para que así los hijos vean que es un tópico importante de cuidar. Es recomendable se preste cuidado a la cantidad de horas sugeridas para el sueño de los jóvenes. La idea es convertir la hora de descanso en un hábito, mismo que puede ser flexible en fines de semana o feriados.
- Mantener sintonía entre los padres, ya que así habrá más credibilidad desde los hijos. Es importante que los padres estén de acuerdo en cómo regir a los jóvenes en este aspecto y, sobre todo, que enseñen con el ejemplo.
Además de estas sugerencias enfatizadas en la crianza, hay otras recomendaciones que pueden seguirse para complementar la misión del buen descanso.
El doctor Ceballos apunta algunas relacionadas a factores ambientales, metabólicas y de administración de acontecimientos.
En cuanto al espacio, es importante valerse de una habitación que tenga una temperatura de entre 18 y 20 grados centígrados, y que tenga entre 45 y 50 por ciento de humedad. Además, las personas deberían estar alejadas de objetos que ocasionen ruido.
Para lograr un buen descanso también recomienda tener constante ejercicio físico, así como mantener una alimentación saludable, en la cual destaca la cena. Esta debe administrarse tres horas antes del sueño, en cantidades moderadas y adaptables a la dieta de cada persona.
Recibir y digerir emociones de una manera tranquila también aporta al buen descanso, el cual puede garantizarse además con los denominados rituales previos al sueño que pueden consistir en estiramientos, meditación, aromateraria y musicoterapia, apunta Ceballos.