La psicóloga alemana Christina Miro, especializada en “travel therapy”, es decir, en una terapia que consiste en aprovechar los viajes psicológicamente, recomienda tomarse las cosas con calma. “Uno recuerda bien los momentos más emotivos de un viaje, no hace falta fotografiarlos”, asegura.
En otras palabras: los mejores momentos quedan grabados en el recuerdo sin necesidad de una cámara.
La psicóloga afirma que, por supuesto, no hay nada de malo en sacar fotos durante las vacaciones para registrar determinados momentos. “Si esto da alegría y se fotografía con entusiasmo, no tiene nada de malo”, opina Miro.
Sin embargo, la experta afirma que si se quiere acotar un poco la fotografía durante los viajes, se puede intentar con reflexionar un poco antes de sacar la cámara.
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En su opinión, algunas de estas preguntas pueden ser de ayuda: ¿necesito esta foto? ¿Cuán importante es esto para mí? ¿Se trata de un momento especial que quiero dejar registrado? ¿Es una foto que publicaré en redes sociales, le enviaré a alguien o mandaré a imprimir?
De acuerdo con la especialista, establecer este tipo de prioridades puede ser de ayuda. Sin embargo, tiene en claro que muchas veces es más fácil decir todo esto que implementarlo. Si se tiene todo el tiempo la sensación de que si no se fotografía algo se lo está perdiendo, lo cierto es que estas preguntas serán de poca ayuda porque la respuesta será siempre “sí”.
Según Miro, otra forma de ponerle fin a la pulsión de fotografiarlo todo es limitar los recursos para hacerlo, colocando, por ejemplo, una memoria de almacenamiento más pequeña en la cámara digital o reemplazando la cámara digital por una analógica.
La psicóloga señala que si esto no es suficiente y uno desea realmente poder concentrarse en la experiencia, aún queda una opción más radical: dejar el smartphone o la cámara en el cuarto de hotel.