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Guía de habilidades sociales útiles para los adultos

Estos comportamientos demandan tiempo y práctica, para perfeccionarse. Conozca algunas recomendaciones para hacerlo más fácil.

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Todas las situaciones sociales son distintas y no siempre hay una manera “correcta” de manejarlas. 


(Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Todas las situaciones sociales son distintas y no siempre hay una manera “correcta” de manejarlas. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

A diferencia de materias como las matemáticas o las ciencias, las habilidades sociales dependen más de un aprendizaje práctico. Cuando es niño puede aprender a manejar los conflictos, hacer amigos y desenvolverse en grupo simplemente haciéndolo. Pero no todos aprenden las mismas lecciones de la misma manera. A veces, se requiere de toda una vida para perfeccionarlas y muchos jamás las dominamos.

Aprender habilidades sociales puede ser difícil cuando no has estado expuesto a las dinámicas grupales tradicionales de niño, si lidias con un padecimiento mental como la ansiedad o la depresión o incluso si no tuviste muchos ejemplos positivos al crecer. Los jóvenes aprenden cómo manejar sus propias emociones, reconocer las de otras personas y gestionar ambas de manera eficaz, mediante la socialización. Si no desarrollaste estas habilidades en tu crianza, no te preocupes. No estás solo.

Los cimientos sociales: la inteligencia emocional

Antes de hablar de situaciones sociales específicas, es útil analizar el concepto de la inteligencia emocional (o IE). Dicho de manera muy sencilla, la IE es la capacidad de reconocer las emociones propias, así como las de otras personas, y usar esa información para guiar nuestro comportamiento. Esta es un área de estudios relativamente nueva en el campo de la psicología, y desarrollar tu propia IE puede ayudarte a entender y mejorar tus interacciones sociales.

Hay varios modelos de inteligencia emocional, pero para el objetivo de esta guía, tomaremos en cuenta el trabajo del autor Daniel Goleman. Según él, hay cinco categorías generales de IE que se complementan y se respaldan.

  • La autoconciencia: Esto significa que es capaz de identificar sus propias emociones y la manera en que funcionan. ¿Los entornos ruidosos le generan ansiedad? ¿Se enojas cuando la gente le corta la palabra? Si reconoce estas cosas, entonces está practicando la autoconciencia. Puede ser más difícil de lo que parece, pero solo se necesita estar consciente de usted mismo para lograrlo.
  • La autorregulación: El siguiente paso es la autorregulación, que no solo depende de su capacidad de conocer sus emociones, sino de manejarlas. A veces eso implica controlarlas cuando surgen. Si se enoja, es importante saber cómo calmarse. Sin embargo, también puede tratarse de manejar las emociones que enfrentarás. Si sabe que espiar a su ex en Facebook solo le hará sentir mal, la autorregulación le ayudaría a hacer algo para mejorar su vida en vez de repetir ese comportamiento.
  • La motivación: Los factores externos como el dinero, el estatus o el dolor son motivadores poderosos. Sin embargo, en el modelo de Goleman, la motivación interna es un componente clave. Esto implica saber cómo manejar tu propia motivación y crear o continuar proyectos porque así lo decides, no porque algo externo te lo exige.
  • La empatía: Es igual de importante estar consciente de las emociones de los demás. Esto podría significar el desarrollo de las habilidades para reconocer la manera en que se expresa la gente (¿puede detectar la diferencia entre alguien que se siente cómodo y una persona que está ansiosa?), pero también significa entender cómo podrían responder otras personas a las circunstancias que atraviesan.
  • La socialización: Esta área se trata de su capacidad de dirigir sus relaciones y navegar situaciones sociales. No significa controlar a los demás, sino entender cómo llegar al punto que deseas con otras personas. Eso podría implicar expresarle sus ideas a sus colegas de trabajo, gestionar un equipo o lidiar con un conflicto en una relación.

Todas las situaciones sociales son distintas y no siempre hay una manera “correcta” de manejarlas. Sin embargo, cuando lo ves a través de la óptica de estas habilidades esenciales, la mayoría de las situaciones sociales se vuelven mucho más manejables. Ahora veremos algunos episodios comunes que pueden ser difíciles de manejar, incluso para los adultos. Tenga en cuenta que estos principios pueden aplicarse en todo tipo de contextos.

Enfrentar a alguien de manera constructiva

Confrontar a alguien cuando tiene un problema puede ser aterrador. Si es de los que evitan los conflictos, quizá lo racionalice diciendo que quiere mantener la paz o que no quiere molestar a nadie. No obstante, esa puede ser una manera de evadir sus propios sentimientos. Si nada le molestara, no habría por qué enfrentar a nadie en primer lugar.

Ryan Howes, psicólogo clínico, explicó en Psychology Today que nuestros propios miedos evitan que enfrentemos a los demás: nuestro temor de perder algo que tenemos, de lastimar a alguien que nos importa o de que la situación nos dolerá pero no lograremos nada. Uno de los primeros pasos para enfrentar a alguien de manera constructiva es reconocer ese miedo e identificar los problemas reales que ocasionaron ese conflicto en primer lugar. Por ejemplo, si le molesta que su pareja haya olvidado su cumpleaños, ignorar sus sentimientos no resolverá el problema.

Cuando esté listo, Gregg Walker, profesor de la Universidad Estatal de Oregon, recomienda tener una conversación al respecto cuando haya tiempo de hablar sobre el tema, enfocándose en frases en primera persona como esta: “Me hirió que no hiciéramos nada en mi cumpleaños” y en describir su comportamiento y sus reacciones, en vez de señalar a la otra persona. Los enfrentamientos saludables requieren una buena medida de conciencia sobre sus propias emociones, así que esta es una buena situación para practicar esa habilidad.

Los niños pueden aprender a manejar los conflictos, hacer amigos y desenvolverse en grupo simplemente haciéndolo. Pero no todos aprenden las mismas lecciones de la misma manera. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Alce la voz y haga que lo escuchen

Ya sea en una reunión o en una fiesta, cuando haya más de un par de personas en un grupo, puede ser difícil (o imposible) tener la oportunidad de hablar. Aunque la mayoría de los trucos para combatir esta situación requieren modular su manera de hablar —hacer pausas en medio de una oración en vez del final, o terminar lo que está diciendo aunque alguien trate de interrumpirle— un problema que ignoramos con frecuencia es cómo manejar la forma en que reacciona cuando alguien le interrumpe.

Sería genial que todos fueran amables y le dejaran terminar o hicieran una pausa para preguntarle qué piensa. Pero no siempre es así. Si alguien le interrumpe y eso le molesta, tal vez ya no se sienta motivado para volver a tomar la palabra. O quizá se muestre visiblemente agitado o exija que le escuchen, lo cual puede ser desagradable y hacer que sea menos probable que la gente quiera escuchar lo que quiere decir.

En cambio, Chris Macleod, consejero y autor de The Social Skills Guidebook, sugiere aceptar que las conversaciones en grupo son un “vórtice de ruido y caos”, y seguir la corriente. No pase todo el tiempo tratando de agregar lo que tenía tantas ganas de decir. Cuando lo haga, hable en voz alta y con seguridad. Los trucos más prácticos como contar anécdotas breves o presentar una queja a manera de historia pueden facilitar la experiencia, pero regular su propia frustración y molestia es la base de estas estrategias.

Haga nuevas amistades (y consérvelas) en la adultez

Hacer amigos puede ser relativamente fácil cuando es joven. La escuela a menudo implica que haya un grupo de personas con las que debe pasar el rato y que son de su edad. Quizá también compartan algunos intereses, además de que se verán casi todos los días. De adulto, puede ser más difícil. Todos están ocupados y cansados, y el tiempo nos resulta escaso. O eso parece. En realidad, lo que quizá falta es la motivación.

Como lo explica Vox, una de las claves más importantes para desarrollar una nueva amistad es reunirse. Quizá ambos digan: “¡Deberíamos salir un día de estos!”, pero por algún motivo nunca lo hacen. ¿Por qué? Claro, tienen cosas que hacer, pero aun así pudo ver de corrido la temporada más reciente de Stranger Things. No tiene nada de malo disfrutar de un tiempo para usted, pero también es bueno comunicarse con alguien nuevo.

Cuando haga nuevos amigos, debe comenzar con alguna motivación interna. Decida que hará amigos y después póngase en situaciones en las que eso pueda ocurrir. Tome una clase, únase a un club o tan solo hable con personas que conoce y con las que aún no ha entablado una amistad. Lo más importante es darle continuidad. Si encuentra a alguien con quien quiere tener una amistad —y sobre todo si hay señales de que esa persona también quiere ser su amigo— ponga a esa persona en lo más alto de su lista de cosas a las que quiere dar seguimiento. Se sorprenderá de lo fácil que resulta cuando lo hace a conciencia.

Comienza una conversación con alguien nuevo

Hablar con un extraño por primera vez —ya sea en una fiesta, en un evento del trabajo o simplemente en la calle— puede ser complicado. Cuando habla por primera vez con una persona, no sabe nada de ella. Eso es algo que puede usar a su favor. A la gente le gusta hablar de sí misma. Tanto así que, de acuerdo con una investigación de la Universidad de Harvard, a veces la gente incluso gasta dinero para hablar de sí misma.

Quizá se sienta raro o incómodo cuando lo hace usted solo, pero practicar un poco de empatía puede revelar una verdad poderosa: eso les pasa a todos. Una investigación de la Universidad de Chicago reveló que menos del 47 por ciento de sus participantes creían que un extraño estaría dispuesto a hablar con ellos. En realidad, todos los intentos tuvieron éxito. La mayoría de nosotros estamos dispuestos a tener una conversación, pero no siempre queremos ser los que dan el primer paso.

Sin embargo, no todos están dispuestos a conversar con extraños todo el tiempo. Una manera fácil de saberlo es poner atención a lo que hacen en ese momento. ¿Tienen audífonos puestos? ¿Parecen apresurados? ¿Están haciendo su trabajo y solo conversan como parte de sus deberes? De ser así, quizá deba intentarlo de nuevo más tarde (o con alguien más). Si no están ocupados, comience con un saludo o inicie con un cumplido. De ahí puede mantener la conversación con el método del “comentario y la pregunta”. Solo haga una observación o un comentario, continúe con una pregunta y deje que la conversación fluya de manera natural.

Estas situaciones están lejos de ser las únicas que quizá le cuesten un poco, pero los principios que pueden aplicarse son casi universales. Reconozca su propio estado emocional y maneje sus necesidades y sentimientos de una manera constructiva. Tome la iniciativa de ir tras los resultados sociales que busca, y empatice con otros que estén lidiando con los mismos problemas que usted. Con la práctica, el resto de los matices complejos de interacción social fluirán de manera mucho más natural.