“En los últimos 10 años no se ha aprobado ningún fármaco que haya demostrado eficacia en su seguridad. Hasta ahora no había habido progresos significativos desde el punto de vista del tratamiento, pero sí en cuanto al conocimiento de las alteraciones genéticas”, explicó el jefe del Servicio de Hematología del Hospital de la Fe de Valencia, Miguel Ángel Sanz.
“El estudio demuestra que añadir este inhibidor a la quimioterapia reduce las recaídas y mejora la supervivencia de los pacientes”, indicó por su parte el jefe de Hematología del hospital de la Santa Cruz y San Pablo de Barcelona, Jorge Sierra.
Nueve hospitales españoles participaron en la tarea de reclutar a más de 3 mil pacientes para seleccionar a 800 que tuvieran esa mutación genética como integrantes de este estudio global que ha necesitado la colaboración de varios países en distintos continentes.
La participación española ha sido coordinada por dos grupos de investigación, el PETEMA con el doctor Miguel Ángel Sanz, y el grupo de hospitales catalanes, dirigido por Jorge Sierra.