La codirectora de la investigación, Amy Smith, explicó que el principal resultado fue descubrir que miraban (las caras de enfado) a través de su ojo izquierdo.
Como todos los cerebros de mamíferos, la información que reciben por esta vía ocular se transmite al hemisferio derecho, que es el encargado de procesar los “estímulos negativos”.
Los científicos también descubrieron que el ritmo cardíaco de estos animales se incrementaba de forma significativa cuando quedaba expuesto ante rostros de ira o enfado.
También encontraron que otras especies, como los perros, contemplan las acciones negativas por medio del ojo izquierdo.
Tal y como apuntó Smith, los caballos manifestaban una “respuesta más fuerte ante expresiones negativas que positivas”, lo que se debe a la importancia que le conceden “a reconocer posibles amenazas en su entorno”.
“Reconocer caras de enfado se convierte en un sistema de alarma que permite a los caballos anticiparse a comportamientos humanos negativos”, remarcó la investigadora.
Para los científicos el reconocimiento de las emociones de las personas se encuentra en la domesticación, que habría permitido a los equinos adaptarse e interpretar la conducta de hombres y mujeres.
Los investigadores apuntaron que sus resultados demuestran el “impacto” que el comportamiento humano tiene sobre estos animales.