Estos cambios de ADN tuvieron lugar durante el curso de dos millones de años, afectando a un pájaro emblemático que atrajo la atención del científico Charles Darwin en la década de 1830, detalló el estudio en la revista Science.
Darwin planteó la hipótesis de que, de alguna manera, las presiones evolutivas llevaron al pájaro a perder su capacidad de volar, pero los detalles de cómo sucedió no se conocieron hasta ahora.
El cormorán de Galápagos es el único, de 40 especies de cormoranes, que no puede volar. Este pájaro, de gran tamaño, tiene alas cortas y es un nadador excelente que sobrevive zambulléndose para atrapar peces.
“Darwin, solo con ver estos cambios, infirió el proceso de evolución por selección natural”, explicó el autor principal Leonid Kruglyak, jefe del área de genética humana de la David Geffen School of Medicine en la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA).
“Ahora tenemos herramientas genéticas sofisticadas para reexaminar esto y descubrir qué sucedió a nivel molecular”.
Los cormoranes de Galápagos tienen una versión diferente de un gen llamado CUX1 en comparación con los cormoranes que pueden volar.
Los investigadores descubrieron que cuando el mismo gen cambia en los seres humanos, provoca trastornos del desarrollo óseo llamados ciliopatías esqueléticas.
“Las personas con ciliopatías esqueléticas tienen extremidades más cortas, pechos estrechados y cajas torácicas mal desarrolladas, al igual que los cormoranes de Galápagos”, señaló el informe.
Tales cambios evolutivos pueden ocurrir porque el no volar permite al pájaro mejorar otra habilidad de supervivencia, como nadar y bucear para pescar. O simplemente porque no necesitaban emigrar para escapar de los depredadores.